63: Emboscada

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Los días alegres siempre han sido cortos. Diez días después, el edicto imperial llegó a la Ciudad de las Nubes. El emperador Hong Zheng elogió con mucho esmero a Jing Shao, luego le ordenó que comandara sus tropas al Suroeste de inmediato para someter nuevamente al Rey del Suroeste, dado que estaba protegiendo a traidores e intentado asesinar a un príncipe. Junto con el decreto imperial también llegó el gobernador de Guangdong y Guangxi, quien fue enviado temporalmente para hacerse cargo de los asuntos políticos del Suroeste.

El Suroeste siempre estuvo gobernado por los reyes vasallos, ahora que el control regresa a la corte imperial, hay muchas cosas de las que encargarse. El emperador le había dado al gobernador una orden secreta para que asumiera las funciones del Suroeste una vez que la situación se calmase. El gobernador creía que aquello sucedería en unos años, más nunca hubiera creído que Cheng Weng sólo necesitó dos meses. Su barba originalmente gris comenzaba a tornarse blanca.

Jing Shao estaba agradecido con su padre por no pedirle que se encargase de los asuntos gubernamentales. Le brindó una ligera palmada al gobernador y ese mismo día partió del campamento con aire indiferente.

El feudo del Sureste no estaba conectado con el feudo del Suroeste, sino que estaban separadas por dos provincias: Guangdong y Guangxi. Estas provincias siempre fueron lugares de exilio con pueblos dispersos y poca población, más el paisaje podía robarle el aliento a cualquiera. Las cadenas de montañas con cimas altas acompañados de claros arroyos y cascadas eran una verdadera belleza a la vista.

En otoño, el clima ya no era tan caluroso. Cuando el paisaje fue bueno, Jing Shao bajó a la persona del carruaje para pasear con Xiao Hei. El pequeño tigre había engordado por lo que Jing Shao no le permitió montar a caballo. Decaído arañó la ventanilla del carruaje y miró hacia afuera.

El General de Protectorado de derecha miró cómo el asesor militar estaba cómodamente apoyado en el hombro de Wang Ye. Luego de varios días de haber montado a caballo, hasta su propia espalda le había estado doliendo. El General de Protectorado de Izquierda lo vió moverse ligeramente por lo que poco a poco se inclinó: —Si estás cansado, monta a caballo conmigo.

Durante el camino, cuando tenían que desplazarse rápidamente día y noche, montaban el mismo caballo y se turnaban para descansar, por lo que su sugerencia no había sido extraña pero...

Cuando el General del Protectorado de derecha escuchó esas palabras, se dio cuenta de algo: —Mi relación con Wang Ye es como la de los Generales de Protectorado de derecha e izquierda—. Las palabras de Wang Fei todavía resonaban con claridad en sus oídos. Alzó la vista al frente y miró el rostro del General de izquierda. Como si un rayo lo hubiese alcanzado, casi provoca que cayese del caballo.

—¡¿Quién dijo que estoy cansado?! ¡Muévete!—. El General de Protectorado de derecha agitó su mano como si espantase una mosca para luego tirar las riendas de su caballo para adelantarse y alcanzar a Zheng Meng.

El viaje no era muy largo, sin embargo las montañas eran tan altas y los ríos tan prolongados que no pudo evitarse el caminar mucho más. Luego de medio mes, llegaron a la montaña Liang Yi.

El nombre 'Liang Yi' le fue atribuido por el Yin y el Yang, dado que, al igual que esos dos elementos son tan diferentes entre sí, así son los lados contrarios de la montaña. Las pequeñas colinas que se elevan en el suroeste tienen un aire imponente.

La montaña Liang Yi es una de las más grandes cadenas de montañas y el camino más cercano al Sureste.

Mu Hanzhang sentado en el carruaje, frunció levemente el ceño al ver las montañas desde la ventana. En esa ruta las montañas eran sumamente altas y el camino se atravesaba entre estas. Si son emboscados, estarían en peligro.

El flautista y el vaqueroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora