Vistiendo una maravillosa ropa blanca como la nieve, con cejas pintorescas, ¿quién sería sino Gu Huaiqing?
—¡Wang Ye, Marqués!—. La robusta señora vio a los dos entrar y los saludó apresuradamente, obviamente ella acababa de aprender esta cortesía, por lo que le resultó muy incómodo hacerla.
—Cuñada Hao, confío que hayas estado bien desde la última vez que nos hemos visto—. Mu Hanzhang sonrió y la saludó.
Sin embargo, Jing Shao y Gu Huaiqing se miraron el uno al otro, Wang Ye creía que indudablemente se trataba del propio Rey de Huainan, y le estaba preguntando con sus ojos por qué había aparecido allí.
Pero Gu Huaiqing no entendió, sólo se puso de pie y se inclinó ante los dos: —Saludos al Príncipe Imperial y al Marqués.
—Me encontré con este hermano Gu en el camino—. Le presentó la robusta señora con amabilidad. —Mi burro y mi caballo se lisiaron a mitad de camino. Afortunadamente, allí conocí al hermano Gu, quien tan amablemente me llevó. El hermano Gu es un funcionario, pero no tiene lugar donde vivir cuando viene a trabajar a la capital, así que lo dejaré quedarse aquí.
—Soy Gu Qing, un funcionario subordinado, magistrado del condado de Huaiyang en Jiangnan. He venido a la capital para informar sobre mi trabajo. Y afortunadamente, el general Hao no me abandonó, y me ha dejado quedarme aquí por dos días—. Gu Huaiqing miró a la robusta señora con agradecimiento, hablando con modestia, educación y claridad. Si no fuera porque este hermoso rostro es raro de encontrar en el mundo, Jing Shao realmente hubiera pensado que había reconocido a la persona equivocada.
Mu Hanzhang frunció sus labios para contener su sonrisa. El llamado condado de Huaiyang fue parte de la antigua dinastía. Y ahora ha sido renombrada como "Ciudad Danyang", y la Ciudad Danyang es la ciudad principal del feudo en Huainan. ¿Por qué dijo que es el magistrado de ese condado?
Al ver que el príncipe no la culpaba por la presencia de este extraño, la robusta señora los invitó con entusiasmo a ambos a sus asientos y se dio la vuelta para ir a la cocina trasera a preparar dos platos más.
La Residencia de Hao Dadao no tenía muchos sirvientes, y ahora todos los que ayudaron a preparar la mesa fueron enviados a trabajar. Así que tan pronto como la robusta señora se fue, solo quedaron tres personas en la habitación que se miraban con ojos agrandados
—¿Por qué estás aquí?—. Jing Shao bajó su voz.
—Es sólo un encuentro casual en el camino—. Le dijo Gu Huaiqing con inocencia.
Jing Shao sintió que las venas azules de su frente sobresalían. El Rey no puede ingresar a la capital sin antes haber sido convocado. El ser visto una vez no es un asunto insignificante, y aún así, ¡todavía tiene ganas de bromear!
Mu Hanzhang agarró el puño de Jing Shao que estaba a punto de levantarse, le dio unas reconfortantes palmaditas y dijo en voz baja: —El Gran Hermano ha venido a la capital, pero, ¿hay algo importante?
Esta pregunta era inevitable. Ante ella Gu Huaiqing sonrió, dejó su taza de té, y dijo fingiendo estar melancólico: —Hay una belleza, que nunca olvidaré. Y si no la veo por un día, puedo volverme loco.
—¿Qué quieres decir?—. Jing Shao frunció su ceño. Esto era culpa de esta persona, y cuanto más ansioso uno esté, más difícil será que él hable bien, y la tranquilidad de las nubes en la niebla enfurece a la gente.
Mu Hanzhang miró a Gu Huaiqing con sorpresa: —El hermano está bromeando.
Gu Huaiqing inmediatamente apartó su rostro melancólico, y la comisura de su boca evocó una seria sonrisa: —¿Está Jun Qing dudando de mi sinceridad?—. Al acabar de hablar, él quiso tirar de la mano de Mu Hanzhang que se había puesto sobre la mano de Jing Shao, y efectivamente, el puño de Jing Shao llegó hacia él.
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El flautista y el vaquero
RomanceLa esposa es lo primero, el país es lo segundo y el marido es de menor importancia. Toda su vida se la pasó montando un caballo de guerra y cumpliendo meritorios servicios militares. ¿Pero cuál fue el resultado? Al final, fue dejado de lado una vez...