10: Vino de flor de durazno

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—Esta persona todavía no tiene sueño—. Las orejas de Mu Hanzhang se tornaron aún más rojas cuando escuchó las palabras de Jing Shao.

Jing Shao pensó que su apariencia era extremadamente linda, así que levantó su mano y cerró el aburrido libro de leyes, lo levantó y le dijo: —Yo tampoco tengo demasiado sueño, ven, déjame llevarte a un lugar.

—Wang Ye...—. Mu Hanzhang fue arrastrado por él y se puso de pie. Al ver su entusiasmo, solo pudo seguirlo hacia afuera, consolándose a sí mismo de que tal vez se olvidaría del regalo de agradecimiento en un momento.

Cuando salieron del estudio, dieron vueltas antes de llegar inesperadamente al jardín.

—Espérame—. Dijo, después de detenerse al llegar al jardín de rocas, y luego Jing Shao se metió en la cueva y poco después sacó una pequeña canasta con tapa.

—¿Qué es esto?—. Mu Hanzhang estaba un poco curioso. Todavía habían cosas escondidas en el jardín del palacio del príncipe. Y Jing Shao parecía un niño escondiendo un juguete en secreto.

Jing Shao sonrió y no le respondió, sólo se lo llevó a escalar la montaña de tierra más alta del jardín, sobre la cual se construyó un delicado pabellón octogonal.

—Sostén esto—. Jing Shao le entregó la pequeña canasta a la persona que estaba a su lado. y cuando Mu Hanzhang la atrapó, extendió su mano y sostuvo a aquella persona entre sus brazos.

—¡Wang Ye!—. Mu Hanzhang gritó sorprendido, pero antes de reaccionar, ya estaba en la parte superior del pabellón.

—Este es el lugar más alto del palacio—. Jing Shao sonrió y se sentó entre las baldosas y palmeó a la superficie que estaba junto a él. —Ven y siéntate.

Mu Hanzhang sólo podía ir a sentarse lentamente a su lado. La parte superior del pabellón estaba inclinada y sintió que se deslizaría hacia abajo en cualquier momento.

Jing Shao encontró divertida su apariencia cautelosa, por lo que extendió su mano y colocó sus brazos alrededor de la cintura ajena. —Estoy aquí, no podrás caer.

Apoyado contra Jing Shao por sus fuertes brazos, Mu Hanzhang se movió un poco, pero al ver que esos brazos no soltaban su cintura, tuvo que dejarlo pasar. Después de todo, ya habían adorado al cielo y a la tierra en sagrado matrimonio, y ahora no había nadie a su alrededor, por lo que no había necesidad de revisar su cortesía, incluso si Jing Shao hiciera algo excesivo, no tenía opción a resistirse.

Al ver que no había objeciones de la persona a la que rodeaba, Jing Shao continuó abrazándolo con confianza. —Este Pabellón de Recolección de Estrellas es mi lugar favorito en el Palacio. En la noche de un día despejado, puedo ver un cielo lleno de estrellas.

Mu Hanzhang siguió su mirada hacia arriba y estaba realmente estrellado, sin ningún alero que lo bloqueara, todo a su alrededor parecía una cúpula azul del cielo, como si estuvieran en medio de un río de estrellas. La comisura de su boca no pudo evitar revelar una sonrisa. —Es tan hermoso, esta persona nunca ha visto a una escena de estrellas tan bella.

Es un bastardo, por lo que no podía actuar tan voluntariamente como Mu Lingbao. Desde que era un niño en la Residencia del Marqués, él tenía que respetar la etiqueta adecuada en todas partes. Siempre había alguien mirándolo para burlarse de él por dar un paso en falso. Y si lo atrapaban haciendo algo, sería recompensado por su padre con una paliza.

—¿Nunca te subiste a un árbol cuando eras un niño?—. Jing Shao estaba un poco sorprendido. Cuando las personas eran pequeñas, todos deberían haber sido muy traviesos. Cuando él era un niño, a menudo trepaba a los árboles de los jardines imperiales para agarrar nidos de pájaros. También subía a la copa de los árboles para ver las estrellas en medio de la noche. Y cuando la gente en el palacio se enterara, su Madre Emperatriz lo azotaría, pero su Madre Emperatriz odiaba usar una mano dura con él, por lo que su comportamiento sólo empeoraba.

El flautista y el vaqueroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora