VEINTIDOS

74 8 0
                                    

ISAAC LOMBARDI

Me desperté por el sonido de un teléfono que no era el mío, el ruido provenía de mi costado y estaba seguro que era el teléfono de Alaia, es que acaso esa chica siempre tiene que fastidiarme de algún modo, aunque anoche me sorprendió la actitud que tomó cuando Lucia trató de hacerla quedar como una fácil, me hizo el favor de alejar a la rubia sin saberlo, el ruido paró y ya no pude volver a dormir me senté en el sofá que no era nada cómodo y no sé cuánto tiempo pasó escuché un quejido que creo, provenía de la chica.

—Auch, mi cabeza —volvió a quejarse, hubo un silencio que llegué a pensar que se había vuelto a dormir— ¿Isaac, tú que haces aquí? —preguntó

—Después de la borrachera, que supiste fingir bien —en serio lo supo fingir bien ya qué no se notaba en su tono de voz— terminaste vomitando en el baño, después viniste a dormir aquí y como no había otra cama yo dormí en este cómodo sofá —dije sarcástico.

—Solo me acuerdo que te encontré en el balcón y después me peleé con una rubia, pero no recuerdo porqué —dijo después de un pequeño silencio que creo lo utilizo para recordar.

—Fue muy sorprendente tu discusión con la rubia —dije sinceramente.

—¿Acaso crees que no me puedo defender? —recordé que esa fue la misma pregunta que me hizo anoche, estaba por decirle la misma respuesta pero su teléfono sonó.

—Dime papá —contestó.
—Lo siento, no me di cuenta —su tono de voz bajo, como si la estuviera regañado.
—Ya estoy yendo, no te preocupes —escuché el sonido de sus tacones.
—Está bien —creo que cortó la llamada porque no volvió a hablar.

—Me tengo que ir, ¿te quedas aquí o te acompaño a buscar a André? —dijo segundos después, no recordaba el recorrido de la casa y no tenía otra opción más que aceptar que me ayude a buscar a mi amigo.

—Vamos a buscar a André —me levanté del sofá y estire mis brazos buscando algo por donde guiarme, Alaia puso algo en mis manos que identifiqué como mi bastón y lentes, los guarde en el bolsillo que estaba por dentro de mi chaqueta, sentí que Alaia agarro mi mano la puso en su hombro y empezamos a caminar.

—Aquí empieza la escalera —avisó, bajamos los escalones y doblamos a donde creo es la sala— aquí están todos dormidos en los sofás, hay muchas botellas y latas en el suelo, llámale por teléfono a André y yo a Rouse —solté su hombro, saqué mi celular del bolsillo de mi pantalón, le di un mando y al instante ya estaba llamando a mi amigo, que al final no contestó.

—No contesta —avisé y ella dijo lo mismo.

—Debo irme, si quieres te puedo pasar a dejar a tu casa —ofreció.

—¿No se te hará tarde?, tu padre te acaba de llamar creo que deberías ir, no es necesario —respondí.

—Tu casa está unos kilómetros antes que la mía, pero si quieres esperar a André... —no quiero andar divagando y chocándome con cualquier cosa por esta casa.

—Está bien, vamos —acepté.

Llamó a un Uber mientras salíamos de la casa, esperamos un rato en la puerta y cuando llegó subimos al auto.
Nadie hablaba, solo se escuchaban las canciones que la radio del señor reproducía a volumen mínimo y el tacón de Alaia resonando por ratos en el piso del auto, agradecía eso ya que no me apetecía escuchar la conversación de nadie y así fue casi todo el camino.

—Es aquí señor, espéreme un momento —Alaia interrumpió el silencio que estuvo presente en todo el camino.

El auto paró— Llegamos a tu casa —aviso dando golpecitos en mi hombro, me espabilé y traté de encontrar la manija de la puerta del auto, cuando la encontré abrí la puerta, puse un pie en la acera y bajé completamente.

Un Mundo Diferente [completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora