VEINTIOCHO

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ISAAC LOMBARDI

—Eso es todo por hoy —dijo el chico que por cuatro días ya había venido a enseñarme Braille, Paúl o Raúl no recuerdo su nombre, sí estoy aprendiendo algo aunque eso es complicado y frustrante algunas veces.

—Ok, hasta luego —él también se despidió y se fue.

Subí a mi habitación ya que las clases eran en la sala.

Hoy es catorce, eran las tres ya que por este día adelanté las clases para tener un poco más de tiempo.

Me di un baño y me vestí con un traje formal, saqué lo necesario mi bastón y mis lentes, bajé a pedirle ayuda a Ali con la corbata y le pregunté dónde estaba mi padre ya que había llegado temprano porque también iría a la ceremonia con Ana y quizá esta por algún lugar de la casa.

—¿Ya está listo lo que te pedí? —pregunté al encontrarlo en su estudio.

—El chófer ya está afuera esperándote —había pedido un chófer ya que hace un tiempo me lo propusieron, primero me negué pero ahora es necesario, cerré la puerta del estudio y caminé hacia la entrada.

—Buenas tardes joven, soy el chófer, Leonardo —saludó cuando salí de la casa, por su voz pude notar que quizá era unos años mayor que yo, hice un asentamiento de cabeza y al bajar los escalones de la entrada sentí que agarro mi brazo, inmediatamente lo retiré.

—No es necesario que me toques, escucharé tus pasos y los seguiré —indiqué.

—Como diga, por aquí por favor —bajamos los escalones y el sonido de sus pasos me guiaron hasta auto, escuché la puerta abrirse y entré, le di la dirección y puso en marcha el auto.

Estoy algo agobiado ya que el estrés de las clases y más el peso de que regresaré a la universidad me tiene así. Tengo muchos temas que repasar y siento como si no hubiera estudiado en años el cerebro no me da para más y estos últimos días han sido muy pesados.

Sentí que el auto se detuvo y la puerta delantera abrirse para después abrir la puerta de mi lado— Hemos llegado, señor —bajé, desplegué el bastón y caminé hacia su puerta toque unas cuentas veces y esperé que atendiera.

Escuché la puerta abrirse— Hola —saludó Alaia y el olor de su perfume llegó a mis fosas nasales.

—¿Estas lista?

—Ya casi, espérame un momento, ¿gustas pasar?

—Claro —subí el escalón y entré quedándome al lado de la entrada, escuché el sonido de sus tacones alejarse y su perfume quedó impregnado en el ambiente.

La paciencia no era una virtud mía y los minutos que llevo parado aquí me parecen horas, después de esperar unos largos minutos más por fin escuchó sus pasos bajar las escaleras.

—Ya estoy lista —se acercó a mí.

—¿Como estas vestida? —pregunté.

—Tengo un vestido negro de encaje, tela transparente en las mangas, el escote es en forma de V sin llegar a ser exagerado —tenía mucha curiosidad de saber cómo era su vestido, pero si la tocaba no sería capaz de contenerme y terminaría follándomela aquí mismo, ahorita no quería arruinar su vestido— un collar de perlas, tacones dorados no tan altos, mi cabello alisado en una coleta alta.

—Diría que cambies tu peinado pero ya es tarde.

—¿Qué tiene de malo mi peinado?

—Me gusta cuando puedo tocar tu cabello rizado —solté sincero.

—A mí me pareció bien así.

—Como quieras, vamos que el chófer está esperando.

—¿Ahora tienes chófer? —preguntó sorprendida.

Un Mundo Diferente [completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora