VEINTISIETE

68 9 0
                                    


ISAAC LOMBARDI

Un sonido desesperante me sacó de mi sueño, era mi celular.

Maldición.

Tenté la mesa donde lo había puesto y le di la orden para responder la llamada.

—¿Quién es? —gruñí.

—Alaia.

—Dime.

— Sé que han pasado tres días desde que viniste a mi casa, pero ahora limpiando encontré tus lentes y no sé si los quieras —por una tontería como esa me despierta, maldita sea.

—Haz lo que quieras con ellas, si quieres tirarlas, regálalas, pero déjame dormir en paz.

—Bueno entonces se irán al diablo al igual que tú, adiós —cortó.

Tiré el celular por algún lado de la cama y cuando estaba a punto de volver a dormir volvió a timbrar. Joder, ahora que quiere si ya me mando al diablo, busqué por donde provenía el sonido.

—Maldita sea, ahora que quieres Alaia —dije después de darle el mando a mi celular para contestar la llamada.

—No soy Alaia, soy Sarahi —mierda.

—Dime ¿qué paso? —bajé un poco el tono de mi voz.

—¿Estabas hablando con Alaia la chica que me contaste que te fracturó el brazo y casi te atropella? —no estoy de humor para responder preguntas.

—Dime para que llamaste y déjame seguir durmiendo.

—Bueno, quería saber si ahora estarán tus padres para ir a dejar la invitación de mi boda.

—No tengo idea, puedes llamarle a Ana y preguntarle.

—Está bien, hasta luego.

Cortó y dejé mi celular en la mesita, al volver a querer dormir ya no pude, me levanté y le pregunté la hora a Siri, nueve con veintiuno.

Salí de la cama y después del cuarto, bajé las escaleras con dirección a la cocina ya que moría de hambre.

—Ali —llamé arrastrando la última letra para saber si se encontraba en la cocina.

—Buenos días, Isaac —escuché su voz y caminé hasta la mesa que estaba ahí.

—Buenos días —devolví el saludo— tengo mucha hambre.

—Lo he notado, espérame un minuto mientras hago tu desayuno —mientras lo hacía me iba contando como le fue en su viaje ya que había llegado recién ayer en la noche, el motivo de su viaje fue que su sobrina había bautizado a su hija y me contó el fiestón que hubo y que le alegró ver a su hermana después de tiempo y cosas así, no le presté mucha atención ya que estaba analizando recién la llamada que recibí hace unos minutos de Alaia, esa chica podrá ser muy sumisa en el sexo, pero no ha perdido el carácter para tratarme mal cuando yo también lo hago.

Terminé de desayunar y me levanté de la mesa para ir a mi habitación.

—Isaac, no olvides que hoy viene la persona que te enseñará Braille —avisó Ali antes que salga de la cocina, lo había olvidado.

Paré el paso en el marco de la puerta— ¿Me puedes recordar a qué hora viene?

—A las tres de la tarde —salí de la cocina y caminé hasta las escaleras, todavía falta para la clase, antes tengo algunas cosas que hacer.

Fui a darme un baño, me vestí y al bajar de mi habitación, escuché el timbre de la puerta también oí los pasos apresurados de Ali.

Cuando la abrió la voz de Ana dando indicaciones a Ali llegó a mis oídos le decía que para el almuerzo habrían invitados y tenía que estar todo en orden, disculpándose por no avisar más temprano dijo que de un rato bajaba a ayudarle.

Un Mundo Diferente [completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora