CUARENTA Y UNO (PARTE II)

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ALAIA LEWIS

Después del acantilado venimos a mi apartamento, mi padre ya no está pero tengo miles de llamadas de él, unas veintitrés exactamente, pero le reste importancia y me metí a la ducha mientras Isaac está afuera esperando pacientemente.

Para conseguir eso tuve entrar al baño y cerrar la puerta con seguro.

Tocó una cuantas veces pero al parecer se cansó de que no lo dejara entrar y ya no insistió.

Una vez que terminé de ducharme salí y lo vi en mi cama acostado y desnudo. Una gran vista la que me da.

—No me quejo de la vista, pero sí de que está pasando el tiempo y llegaremos tarde.

—No te quejes de eso y ven aquí —extendió sus brazos y me acerqué a él dejando que rodeé mis caderas con ellos— ¿Y si no vamos? —preguntó apretujándome.

—Tenemos que ir, al menos yo. Si tu no quieres puedes quedarte.

—Yo quiero quedarme contigo, podemos hacer muchas cosas, tu cama es demasiado cómoda y yo soy insaciable contigo.

—Eso se nota —reí— Pero también podemos bailar un rato —para que no refute lo abracé e hice que se levantará de la cama— Vamos ve a bañarte para acompañarte a tu casa y que te cambies —se levantó a me apego más a su cuerpo.

—¿En serio tenemos que ir? —preguntó y empezó a repartir besos en mi cuello, haciendo que un escalofrío placentero recorra mi espalda y sin querer solté un jadeo.

—Si —dije en un susurro.

—Sé que tienes tantas ganas de no ir como yo —con toda mi fuerza de voluntad lo alejé para empujarlo al baño.

—Anda —lo metí a donde está la ducha— métete en agua fría.

Salí del baño y escuché la llave del agua caer, escogí la ropa que me podría, le puse una gasa a la herida de mi abdomen que ya no se veía tan mal y me vestí, me eché un poco de maquillaje, perfume, peiné un poco mi cabello y me puse unos tacones que combinarán con mi vestido.

Isaac salió del baño con una toalla amarrada a la cadera y su cabello escurriendo agua, caminó lentamente hacia la cama y se sentó.

—Me mudé al primer piso de este edificio —sus palabras me sorprendieron.

—Estaremos más cerca —dije con emoción— ¿Cuándo te mudaste?

—Hace más de una semana ¿Tu padre ya no seguirá aquí? —su ropa estaba al pie de la cama y la cogió para vestirse.

—Contrató al guardaespaldas para quedarse más tranquilo al irse pero ahora no sé cómo será, supongo que ya le abra dicho que me le escapé —no dijo nada y terminó de vestirse. Mi celular timbro en mi bolso y lo cogí para ver quién era.

Mi padre estaba timbrando por vigésima cuarta vez en toda la tarde y decidí contestarle.

—¿Que pasó, papi?

—¿Dónde fuiste Alaia? —por su voz estaba enojado. Salí de la habitación para hablar mejor.

—Iré a casa de Rouse, hoy es su cumpleaños.

—¿Y por qué te escapaste de John? —John es el nombre del perro que me contrato como guardaespaldas. Bajé las escaleras.

—Te dije que no lo necesitaba.

—Ya te he dicho que es por tu seguridad.

—Y yo te dije que me sé defender muy bien, no me entrenaste por las puras.

Un Mundo Diferente [completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora