TREINTA Y UNO

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ALAIA

Sé que dije que podía seguir follando con él sin sentir mariposas en el estómago, pero los días en los que nos hemos visto han hecho crecer el sentimiento que se supone quería desaparecer, lo dije y no me arrepiento sabia que no me correspondería, tuve claro el tipo de persona que era desde la conversación en ese balcón, él no buscaba nada serio con alguien, mi intención no era cambiarlo simplemente que me quisiera a su manera, presentía que algo así sucedería que él no quería amar a una persona, pero al escucharlo de sus labios sentí una punzada en el estómago y en ese momento solo quise llorar por ser tan tonta.

"No puedo amar a nadie, simplemente no puedo hacerlo y ni tu ni nadie me hará cambiar de opinión"

Esas malditas palabras se repetían cada segundo en mi mente junto con la expresión de frialdad con las que las dijo, me torturaban haciendo que mi furia crezca y al no poder llorar quiera romper todo, el lápiz que tenía en mi mano se partió en dos y me asusté al ver mi acción.

—Señorita Lewis le estoy haciendo una pregunta, ¿esa es su respuesta? —señalo la catedrática al lápiz partido en mi mano mirándome a través de sus lentes.

Lo sorprendente: había partido un lápiz con una mano.

—Disculpe...

—Si quiere romper lápices vaya a hacerlo a otro lado, acá no se muestran las habilidades físicas sino mentales.

—Disculpe, no volverá a suceder —dije entre dientes.

—Eso espero Lewis, si quiere dedicarse a hacer malabares vaya a lugares públicos y muestre sus habilidades por unas monedas —mi paciencia ya se había agotado desde la primera palabra que dijo y no estaba dispuesta a quedarme callada.

—Con todo respeto miss, romper un lápiz no quiere decir que quiero ser malabarista y sin poner tanta atención le puedo decir todo lo que explicó y hasta más de lo que usted ha dicho —mi padre me había enseñado todo y sabía hasta lo más mínimo en cuestión de economía.

—Señorita no le permito faltarme el respeto —me valía una mierda si me sacaba de su clase.

—Usted me falto el respeto primero, si usted quiere respeto también téngalo con sus demás —la mujer me mira con furia, algunos estudiantes que me miran con asombro y otros no voltean a mirarme— y antes de que me saque de su clase yo me voy. Tenga buen día.

Salí del salón, sentía mucha furia y ganas de gritar, mi mente no podía procesar toda la masa de pensamientos enredados que tenía, corrí abriéndome paso por los pasillos y choqué con alguien.

—¡Oh, la defensora de Lombardi! —alcé la vista y me topé con el idiota que le reventé la nariz.

«Lo que me faltaba»

—¡Oh, el chico que le reventé la nariz hace unos días! —el rió y yo solo lo miré seria.

—Me llamo Elías —se presentó con una sonrisa.

—Que bueno, tengo prisa —le dije queriendo seguir mi camino pero me detuvo.

—¿No me dirás tu nombré?

—No tengo por qué decírtelo.

—Te respeto preciosa, admito que los golpes que me diste me dejaron la nariz dislocada, el labio partido y algunos moretones en el cuerpo —su cara estaba con algunos moretones, su nariz tenía una tirita, su labio inferior tenía puntos al igual que su ceja.

—Te puedo recomendar la escuela donde aprendí todo eso para que aprendas a defenderte.

—No es necesario, sé defenderme, solo no quise pegarle a una dama.

Un Mundo Diferente [completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora