CINCUENTA

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ISAAC LOMBARDI

Han pasado dos meses y muchas cosas en poco tiempo, viajé a Italia y me realicé la operación, ella no está pero la llevo tatuada dentro de mí, ahora estaba reteniendo el impulso de buscarla y sacando a todos mis enemigos del camino por si vuelve.

Mi teléfono timbro, lo revisé y era mi tío.

—Volveré en la mañana a primera hora —le dije antes que dijera algo.

—Te dieron descanso médico y te valió una mierda —recién se entera que vine a Iowa.

—Descansaré después de hacer lo que tengo que hacer.

—Te quiero mañana aquí o sino iré a buscarte yo mismo.

—Si tío, ya te dije que mañana estaré allá.

—Nos vemos —cortó la llamada y bajé de la camioneta.

—Señor, el prisionero ya está dentro—me avisó uno de mis hombres y entré al grifo donde un hijo de perra me había humillado una vez. El plan de hacerle creer que escaparía de la cárcel había sido un éxito.

Caminé por los pasillos con paredes quemadas, llenas de grafitis y dibujos vulgares con Egil siguiéndome, él es uno de mis mejores sicarios y en el que más confió— Quédate aquí por si te necesito para traer unas cosas de la camioneta —le dije, entré al cuarto haciendo acto de mi presencia frente a Elías.

—Elías —lo llamé y volteo a mirarme, la sorpresa en su rostro era algo que no me podía perder de ver— ¿sorprendido? —me burlé.

—Sorprendido estaré cuando puedas verme —soltó una risa, me acerqué lentamente a él, su asquerosa sonrisa ladina en su rostro es algo que quiero borrar junto con él, del mapa.

Me saqué los lentes oscuros que traía y lo miré a los ojos, mi turno de sonreír llego cuando el retrocedió asustado.

—¿Y ahora? —pregunté. Su rostro expresaba terror puro, ya había olvidado la satisfacción de ver esa expresión en mis enemigos.

—¿Por qué hiciste que me trajeran aquí?

—Creo que ya lo sabes —me alejé de él y empecé a caminar por el espacio— hiciste algo que no debiste de haber planeado, no debiste ni siquiera pensarlo y eso te costará.

—No te tengo miedo.

—¿No? Debiste ver tu rostro cuando me viste entrar.

—¿Qué quieres?

—La pregunta que estaba esperando —lo volví a mirar— ¿Quién fue el que mando a dispararle a Alaia?

—Como lo voy a saber —ya me enfureció.

Me acerque a él y le planté un puñetazo en la cara que lo mando al suelo, antes de que pudiera asimilarlo le patee el estómago, lo levanté del cuello de su camiseta y lo volví a tirar de un puñetazo.

—¿Quién fue? —volví a preguntar.

—No te diré —quiso levantarse del suelo pero no le dejé propinándole una patada en la frente, su cabeza se golpeó al hacer contacto con el suelo haciendo que suelte un quejido.

—Como te encanta el golpe —no hacía nada por devolverme los golpes, su rostro estaba con sangre que salía de su labio y su nariz. Lo levanté del suelo y lo tiré como cualquier cosa haciendo que su espalda choque contra la pared, su risa burlona hizo que me cegara de la ira y lo viera como siempre fue, mi saco de box, lo agarré de la camisa y le di un rodillazo en el estómago que lo hizo caer— Dime quien fue o juro que te mataré.

—Si te lo digo no me mataras pero que obtendré a cambio.

—Acaso no es suficiente con que te deje seguir con tu vida y encima fuera de la cárcel.

—Dame un boleto en avión fuera del país y cien millones de dólares y te digo quien fue.

—Cien millones de dólares, ¿tú crees que dejaré que tus asquerosas manos toquen un centavo de mi dinero?

—Acaso no darías cien millones de dólares por ella, para ti no es nada.

—Me dirás quien fue porque si no traeré a alguien que te matará —amenacé.

—Hazlo, no conseguirás que te diga algo.

—Ya veremos —me encaminé hacia la puerta y la abrí— trae a Alekai —le ordené a Egil.

—Alekai vendrá a golpearme porque tú ya te cansaste, se te acabó la fuerza Isaac.

—Alekai no vendrá a golpearte, como te dije vendrá a matarte.

—¿Dejaste de mancharte las manos de sangre? —tocaron la puerta y la abrí, tomé la correa del tigre blanco e hice que entrara al cuarto.

—Si le caes bien quizá no te coma, pero es poco probable no le he dado de comer en las últimas veinticuatro horas —el tigre rugió queriendo abalanzarse a Elías pero jalé su correa y acaricié su lomo para que se esperara, él quiso disimular su miedo con una risa nerviosa pero me di cuenta que le teme al tigre— ¿todavía sigues queriendo tu boleto fuera del país y cien millones de dólares?

—Está bien, te lo diré pero saca a ese animal fuera de mi vista —me reí al ver el miedo en su expresión.

—Apenas tiene cinco años, no le temas a un pequeño animal, ahora dime lo que quiero escuchar.

—Está bien. Unos meses antes de que volvieras a la universidad unos hombres elegantes llegaban ahí seguido y se iban sin recoger a nadie —el tigre volvió a rugir y por poco Elías traspasa la pared intentando escapar— los vi muchas veces merodeando hasta que me atreví a hablarles, te buscaban a ti porque tenías una deuda con ellos me dijeron, les ofrecí un trato, ya que tú me debes muchas, juntar sus hombres con los míos así seriamos más y te encontrarían más rápido, ellos aceptaron, se presentaron como los hombres de Valentino Meyer —sabía que era él, cumplió muy bien su amenaza de buscarme hasta por debajo de las piedras— cuando volviste a la universidad yo les comente de Alaia.

—Fuiste tú... —maldito.

—No, yo solo les dije que había una chica que estaba siempre contigo, que tendríamos que agarrarte un día que no estés con ella para que no haya testigos pero al parecer ellos lo entendieron de otra manera.

—No debiste ni siquiera pronunciar en nombre de Alaia, fue por tu culpa que ella casi muere.

—Yo solo quería darle un susto ese día del secuestro, no pensé que ellos le harían algo peor.

No debiste meterte con ella, te ganaste tu boleto pero al infierno —solté al tigre y este corrió hacia Elías que apenas cayó en cuenta que lo había soltado y mi tigre ya tenía la mitad de su pierna en la boca. Sus gritos de dolor eran realmente horribles y preferí dejar que el animal coma en paz saliendo del cuarto pero viendo por la ventana de la puerta como el cuerpo de Elías desaparecía dejando un gran charco de sangre.

No lo hizo él pero me fastidio por años y aunque nunca me dejé meterse con Alaia fue el peor error de su vida.

Un Mundo Diferente [completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora