DIEZ

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ALAIA LEWIS

Me despierto por el dolor de cuello y espalda que tengo, me doy cuenta que dormí encima de mi escritorio haciendo el informe, tengo ganas de acostarme en mi cama pero veo mi celular y ya son las 7:15 am, tengo que alistarme para ir al trabajo, me siento con la espalda derecha y sin querer me quedo unos momentos mirando a la nada, después me doy cuenta que ya es tarde y corro al baño.

Después de bañarme y arreglarme bajo a la cocina, encontrándome con Will Lewis mi padre, haciendo el desayuno.

—Buenos días papi —voy a su lado y le doy un beso en la mejilla, veo que está haciendo tocino con huevos revueltos— Eso se ve bien —estoy hambrienta.

—Buenos días mi niña, ¿dormiste bien?

—Si papi, muero de hambre —no le diré que me desvelé aunque quizá lo notó por las ojeras que tengo, no se pudieron arreglar con un poco de maquillaje.

—Siéntate yo sirvo —hago lo que él me pide.

—Me doy cuenta que hoy estas de buen humor, hasta ganas de cocinar tienes ¿qué te tiene así? —le pregunto a mi padre.

—Estoy recortando algunos gastos y un poco de personal y ya está mejorando un poco la situación de la constructora, también hice un préstamo para pagarles el sueldo o la liquidación a los trabajadores, eso me tiene un poco menos estresado —dice apagando la estufa y mirándome.

—Que bueno, espero todo se mejore rápido.

—Ya no será necesario que trabajes, dentro de unos meses todo volverá a la normalidad —saca unos platos y los pone en la mesa sirviendo lo que cocinó.

—Quiero seguir ahí, aparte con el dinero que ganaré me compraré mis cosas para no estar pidiéndote siempre. En algún momento tenía que ponerme a trabajar, tienes que aceptarlo papi —recibo el plato que mi padre me da, saco un tenedor de un cajón y empiezo a comer.

—Si lo sé, pero para mí todavía eres mi niña —dice sacando tazas y sirviendo café.

—Papá ya tengo 20 años, ya no soy una niña.

—Está bien ya no diré nada —guarda silencio un momento— pero es que hija...

—Sin "pero" papi.

—Bien —hace un gesto de cerrar su boca con un cierre y comienza a comer.

Reí y empecé a comer rápido para llegar a tiempo a la casa de los Lombardi.

Esperando que está vez este de mejor humor y con ganas de salir, saludé a Ali y subí a la habitación de Isaac, toqué su puerta y la abrí ya que no respondió, en su cama no estaba él solo Boss dormido, lo llamé y no respondió me pareció raro porque siempre lo encuentro en su cuarto y abajo no lo vi.

Entré y cuando estaba a punto de llamarlo otra vez escuché que la puerta del baño que estaba dentro de su cuarto se abrió y de ahí salió él, envuelto en una toalla de la cintura para abajo dejando al descubierto su abdomen marcado y sus brazos con esos bíceps que a cualquier chica pondría caliente, el tatuaje de tigre rugiendo en su hombro le daba un aire de chico rudo, de su cabello castaño escurrían gotas de agua que caían en su espalda, tenía los ojos cerrados y se guiaba con la mano en la pared con dirección al ropero.

Iba a salir muy silenciosamente para que no piense que lo estoy espiando o algo parecido pero el cachorro se despertó, me miró, soltó un ladrido y dio un salto bajándose de la cama para venir hacia mí.

Ay no ya estoy metida en problemas.

—¿Quién está ahí? —preguntó él.

—Boss —dije a la vez que formuló su pregunta, acaricié la cabeza del cachorro a la vez mirándolo a él que no se movía del lugar donde estaba, como si quisiera que lo admiré semidesnudo.
—Vine por el para llevarlo a desayunar —avisé— tu desayuno también está listo, bajas.

Un Mundo Diferente [completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora