ALAIA LEWIS
Estoy demasiado preocupada por mi padre, su empresa quebró y todo el esfuerzo que él puso ahí se fue por un tubo por así decirlo, mi obligación como hija ahora es ayudarlo un poco con los gastos y para eso tengo que buscar un trabajo.
Will mi padre, ha visto por mí desde que mamá falleció, ha estado conmigo en los momentos más difíciles y ahora es mi turno de devolverle un poco de todo el esfuerzo que ha hecho por mí.
Rouse mi mejor amiga está a mi lado ayudándome a buscar un trabajo.
—Al, encontré algo aquí mira —me enseñó un anuncio en su celular y lo leí.
—¿De niñera? No, paso.
— Yo creo que deberías intentarlo, aparte lo necesitas— es cierto pero la paciencia y yo no somos buenas amigas.
Mi teléfono sonó y me levanté del cojín en el que estoy sentada para contestar.
—Aló —contesté.
—Lewis, habla el director del hospital en que estás haciendo tus prácticas, tengo el lugar donde las continuaras y te darán un sueldo —salté de felicidad, le había pedido ayuda la semana pasada al señor Cox con esto y no me hizo esperar mucho.
—¿Lo dice en serio señor Cox? —estoy feliz.
—¿Qué paso? ¿Quién es? —se acercó Rouse a mí y le hice una seña para que guarde silencio.
Escuché al director de la clínica decirme un poco de lo que trata el empleo y me dio un numero al cual debía de llamar para que me den la información más completa reiterándome que preguntara por la señora Ana.
—Creo que ya tengo trabajo —le dije a mi amiga después de cortar la llamada, dimos saltitos de felicidad y nos abrazamos, después de un mes buscando un empleo al parecer lo había encontrado.
Llamé al número que el doctor Cox me dio y pregunté por la señora que me dijo, me citaron al día siguiente a las 8 a.m. para hacerme una entrevista.
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A la mañana siguiente me levanté a las 7:15 am para ir a la casa de los señores Lombardi como me dijo que se apellida cuando llamé.
Subí a mi Chevrolet, que era lo único que me quedaba después de que vendiera todo lo costoso para poder ayudar a mi padre, y conducí hasta la dirección que me proporcionaron.
Cuando llegué a la dirección indicada me estacioné y bajé del auto, la casa cuenta con rejas las cuales abrí adentrándome a un camino el cual a los costados tenía unos jardines arreglados y muy limpios.
Llegué a la puerta de madera y toqué el timbre, la puerta se abrió y una señora me brindó un saludo amable.
—Buenos días —respondí a su saludo— Me llamo Alaia Lewis, vengo porque tengo una entrevista con la señora Ana.
—Pasa niña —entré y ella cerró la puerta— Sígueme por aquí —indicó y la seguí.
Me llevó por un pasillo, llegamos a una puerta de madera y la tocó, una voz de adentro le dio permiso de entrar.
Abrió la puerta y me indicó con la mano que entrara.
—Gracias —pasé y escuché la puerta cerrarse detrás mio.
El espacio es grande e iluminado con varios estantes llenos de libros y enciclopedias que llamaron mi atención, en otra esquina había un sillón en forma de U con una mesita en medio —Buenos días —salude a los señores que se encontraban detrás del gran escritorio mientras me acercaba.
Ella se ve joven, vestía elegante, tenía el cabello castaño envuelto en un moño bajo y ojos claros, me dio una sonrisa de labios cerrados, él vestía terno, sus facciones serias, se le veían unas pocas canas sin verse viejo, se levantó y su estatura me intimidó.
—Omar Lombardi —me tendió la mano en forma de saludo y le correspondí.
—Alaia Lewis.
—Ana Lombardi —se acercó la señora y me saludó con un beso en la mejilla— Toma asiento —hice lo que me pidió y ella se posiciono al lado de su esposo nuevamente.
—Por lo que me dijo el doctor Cox —empezó a hablar la señora Lombardi— eres más que buena en tu trabajo, vi en tu currículum que eres una de las mejores practicantes.
—Así es señora —respondí con una sonrisa de labios cerrados.
—Iré directo al grano —tomo la palabra el señor— nuestro hijo tuvo un accidente hace dos meses donde quedo con una discapacidad y lamentablemente es irreversible, necesitamos de alguien que pueda ayudarlo a ser independiente sabemos que necesita aprender el orden de las cosas, saber cómo puede llegar de un lugar a otro, así nos explicaron en el hospital, ¿tu podrías hacer eso?
—Queremos que le quites un poco de peso a Ali —tomó la palabra la señora— ella hace los quehaceres y tu estarás al tanto del él, le ayudaras en sus deberes y le enseñaras a hacerlos solo para que no dependa de nadie.
—Claro, entiendo. ¿Él tiene a alguien por quien salir adelante? Como una fuente de motivación, eso es bueno para los pacientes.
—Lamentablemente no, ¿eso es importante? —respondió ella.
—No es importante, pero sería de mucha ayuda.
—Como ya te dije no hay nadie —dijo con pesar.
—El sueldo será uno de acuerdo a tu profesión pero si no estás de acuerdo lo puedes aumentar —interrumpió el señor.
—¿Cuál será el horario? —pregunté.
—Sería bueno que vinieras a las ocho de la mañana, te daremos almuerzo y cenas después te puedes pasar a retirar, ¿te parece? —propuso la señora.
—Si es perfecto —acepté.
El señor escribió algo en un cheque y me lo tendió —¿Te parece bien? —vi la cantidad y me pareció más que generosa.
—Esto es más de lo que esperaba, me parece perfecto.
—Nuestro hijo es un poco testarudo, solo te pido tengas paciencia con él —¿paciencia? Quiere decir que es un niño o adolescente.
—No se preocupe por eso.

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Un Mundo Diferente [completa]
Teen FictionIsaac y Alaia, dos jóvenes con vidas totalmente diferentes que el destino juntará en circunstancias poco favorables, estas mismas harán que ellos se odien y no se soporten al instante de conocerse. Como dicen por ahí del odio al amor hay un solo pa...