VEINTINUEVE

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ALAIA LEWIS

Hoy se suponía que sería un gran día, que todos me felicitarían, que habría muchas palabras bonitas de feliz cumpleaños y todo sería lindo, pero no está siendo ni la mitad de eso, al parecer todos mis amigos cercanos se han olvidado del gran día y nadie me ha felicitado, ni siquiera me han dicho un hola de casualidad ni nada.

Mi padre es el único que me felicitó y de regalo me dio un apartamento que iré a ver el lunes, al parecer ya quiere que me independice.

Me como otra cucharada de helado pensando en que hice mal este año para que las personas que considero importantes no se acuerden de mi cumpleaños.

Miro mi celular marcan las cuatro con cuarenta y seis de la tarde, no tengo ningún mensaje así que lo tiró por algún lado del sofá donde estoy sentada y sigo mirando la película que puse hace un rato en la televisión.

No puedo concentrarme viéndola ya que no puedo pensar en otra cosa que es que ellos se olvidaron de mi cumpleaños, ellos saben que es un día importante para mí y aun así no se acordaron, el timbrar de mi celular me hizo dejar el bote de helado por un lado, mi corazón saltó de alegría al pensar que alguien se acordó de mí, fruncí el ceño al ver un número desconocido, contesté y la voz desconocida de una mujer que ofrecía cambiarme de operador me hizo tirar el teléfono al suelo sin importar si se rompía.

Enfurecí y grité para sacar la desilusión, no iba a echarme a llorar, pero esto me enojaba, fui a mi habitación y me tiré en la cama para dormir un poco, siempre hacia lo mismo dormir me hacía olvidar de todo por un rato aunque sea.


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Abrí los ojos por el desesperante sonido del timbre, vi por la ventana de mi habitación y el sol ya se estaba ocultando, recordé lo que pasó en el día y ya me iba a poner triste otra vez pero el sonido no me dejó, me levanté con pesadez y caminé escaleras abajo para abrir la puerta.

Al abrirla la persona que se hace llamar mi mejor amiga estaba al otro lado, vestida como para ir a una fiesta.

—Te estuve llamando durante una hora se puede saber por qué no me contestas —entró y cerré la puerta.

—¿Por qué tendría que contestarte si ni siquiera te has acordado de mí todo el día, ni de qué día es hoy?

—Claro que me acordé que día es hoy, solo que lo recordé muy tarde, lo siento mucho Al —por más que hace unas horas estaba a punto de explotar de la rabia no podía enojarme tanto con ella, no la culpo me contó que el trabajo en el hospital es muy pesado y quizá eso ocupa ahora su tiempo, hizo un puchero y abrí mis brazos para darnos un abrazo— Feliz cumpleaños cariño, vamos prepárate que iremos a celebrarlo.

—Prefiero quedarme y ver una maratón de películas.

—Cámbiate, está noche te divertirás mucho —me empujó para caminar hacia las escaleras— ¿Que hace tu celular tirado por la mitad del camino? —volteé a verla con una sonrisa, ella levantó una ceja.

Siempre me impresionó como podía levantar una ceja, pero ese no era el tema ahora.

—Un pequeño arranque de furia.

—Si el celular fuera una persona estoy segura que te hubiera abandonado hace rato —reí ante su comparación.

—No lo dudo —seguí con mi camino hacia mi habitación.

Llena de pereza me di un baño, al salir me vestí con un vestido corto manga larga que dejaba al descubierto mis hombros con la parte de abajo en corte princesa con una blonda negra y unos tacones beige, me puse un poco de maquillaje algo que se vea natural y tomé mi pequeño bolso antes de salir de mi habitación.

Un Mundo Diferente [completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora