TREINTA Y CUATRO

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ALAIA LEWIS

El regreso a casa con mi padre fue en silencio, no sé lo que el comandante le haya dicho pero eso lo incomodó ya que ni siquiera una mirada me dirigió.

Al llegar al fin a casa solo quería una ducha y dormir mucho.

—Alaia tenemos que hablar —su voz dura me decía que estaba enojado y entendía, lo preocupé mucho por mi falta de responsabilidad.

Me senté en la mesa del comedor y él al frente mío su expresión decía que me iba a dar la regañina de mi vida, había hecho mis travesuras a lo largo de mi corta vida pero ninguna me había metido en grandes problemas como esta.

—Explícame como es que terminaste en esa fábrica secuestrada por un maniático con alguien que dices que es tu amigo —le dije que se tranquilizara y empecé a explicarle como por defender a Isaac me había metido con un loco que solo quería venganza contra él y ahora también quiere matarme, como sus amenazas hicieron que tuviera un ataque de pánico, la carta que decía donde vernos y como mi curiosidad hicieron que termine ahí.

—Lo siento mucho —agregué al final de mi relato.

—Con un lo siento no se va a arreglar nada...

—Lo sé, prometo que no se volverá a repetir.

—Ya estas grande para estar dándote sermones de como debes portarte y que las decisiones que tomas deben ser para bien —no tenía más que decir así que solo atiné a bajar la mirada y escucharlo— ¿Sabes con quien te has metido? Ese tal Elías tiene varias denuncias sobre todo tipo de delitos, y Isaac, él es el sottocapo de la mafia italiana.

—¿De qué hablas, como que Isaac es el...? —no podía ni pronunciar tal frase, alcé la mirada confundida, mi mente se quedó en blanco y no sabía que pensar al respecto a lo que mi padre acaba de decir.

—Lo investigué, esto no lo sabe la policía porque sino no lo hubieran dejado salir de la comisaría, pero desde que vino a verte lo llevo investigando.

— Pero yo n-no sabía eso.

—Es obvio, no te va a decir: Hola me llamo Isaac y fui un criminal de la mafia italiana —no tenía respuesta alguna, mi mente maquinaba miles de cosas encontrándole algo que me haya indicado que era un criminal— Ya no creo que deba estar diciéndote con quien debes juntarte y con quien no, pero ten mucho cuidado con ese chico, que no te gane la curiosidad de saber más de él y será mucho mejor si te alejas. Quiero tu bien hija —bajó el tono de su voz— ahora fue un secuestro pero en un futuro puede ser tu muerte y no soportaría que un mafioso maté a otro miembro de mi familia.

—No pasará eso papi, no te preocupes —me levanté y me acerqué a él y le di un abrazo para tranquilizarlo.

No quería preocupar a mi padre y aunque en mis planes no haya estado el alejarme de Isaac, ahora quizá debería pensarlo mejor.

—Iré a darme un baño, después regresaré a mi apartamento —le informé a mi padre mientras deshacíamos el abrazo, él asintió y subí a mi antiguo cuarto.

En ninguno de los escenarios que me imagine en mi cabeza estaba que Isaac fuera un mafioso y por esa razón no quería que este cerca de él.

Trataba de descifrar esa historia que me contó anoche pero no veía a la señora Ana abandonando a su hijo y a su marido, se veían tan perfectos, se preocupaba mucho por su hijo así que no creía un abandono por parte de ella, aunque no todas las personas son lo que parecen.

Unos minutos después salí de la ducha, me vestí y bajé a pedirle a mi padre si podía mandar a alguien a traer mi auto que lo había dejado atrás de la fábrica, saqué las llaves de mi bolso y se las entregué, prometió que mañana por la mañana lo tendría frente a mi apartamento.
Me despedí de Will y salí de la casa para tomar un taxi que me lleve a mi apartamento.

Un Mundo Diferente [completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora