CUARENTA Y CINCO

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WILL LEWIS

Alaia, Alaia, ¿dónde te metiste?, le timbré más de diez veces y no responde, por qué tiene que desaparecer cuando no le gusta algo, es tan parecida a su madre en ese aspecto, siempre escapa cuando está molesta.

Le puse un guardaespaldas para que la cuide, no sé qué sería de mí si le vuelve a pasar algo como le paso hace un mes, pero es tan terca que lo rechazó e insiste en cuidarse sola, no dudo de sus capacidades pero temo que no puedan ser suficientes.

Isaac Lombardi, estoy más que seguro que esta con él, ese muchacho no le traerá nada bueno pero ella hizo caso omiso a mis palabras.

El teléfono de mi oficina sonó y lo contesté.

—Diga.

—Señor, —es mi secretaria— el señor Carlo lo busca —¿Carlo? Lo único que faltaba para que esto esté más jodido de lo que está.

—¿Su apellido?

—No me lo quiso decir, dice que usted sabe bien quien es —si es él.

—Hazlo pasar —colgué, maldición.

La puerta se abrió y vi entrar a Carlo Dufour con su hijo Gerard.

—Buenos días, es una sorpresa tu visita —me levanté y nos dimos un apretón de manos. Su trabajo en Francia impidió que nos veamos seguido, un alivio para mí.

—Buenos días señor —saludó Gerard se ha convertido en un joven apuesto y transmitía una vibra igual de ambiciosa que su padre.

—Quisimos caerte de sorpresa.

—Tomen asiento por favor —señalé las sillas delante de mi escritorio— ¿Qué los trae por aquí?

—Vinimos de visita, queremos saber como esta nuestra querida Alaia, seguro se ha convertido en una joven demasiado hermosa, hace más de cinco años que no la veo —me hierve la sangre de la colera y más porque sé que no lo dice porque lo piensa sino lo hace para quedar bien.

—Así es —afirmé.

—¿Y dónde está ella? —preguntó Gerard— podemos arreglar un almuerzo por el reencuentro.

Gerard y Alaia fueron muy buenos amigos en la infancia, tuvieron sus roces en la adolescencia, Gerard se quiso ir junto con su padre entonces se separaron, mi hija no lo tomó muy bien, una razón más por la que no soporto a este par.

—Mi hija está muy ocupada por el momento, quizá acordemos uno cuando ella tenga tiempo.

—No creo que no tenga un poco de tiempo para su tío que no ve desde hace años.

—No creo que ustedes solo vengan a respirar el aire de esta ciudad e irse en tan poco tiempo.

—Claro que no, también vine porque Adelaide ha empezado a enfermar constantemente y quiere que Alaia vaya a visitarla lo antes posible —sabía que el momento llegaría pero no tan pronto— aparte tú mismo estuviste de acuerdo con que ella...

—Lo sé —no quiero que me repita algo que yo mismo dije.

—Supongo que así como la entrenaste físicamente, también lo hiciste psicológicamente —no lo había hecho, no quiero aceptar que mi hija se meterá en el mismo infierno solo por mis malas decisiones.

—Eso es algo que no te compete saber, arreglaré el almuerzo y les avisaré el día y la hora.

—Siempre tan amable Will —pude notar el toque de sarcasmo en su oración.

—Así soy con quien me agrada tan bien como tú —le di una sonrisa falsa y se rió.

—Nos vemos Will —se levantó e hice lo mismo— espero el almuerzo sea pronto.

—Claro —los despedí con un apretón de manos— Le dejas tu número a mi secretaria —él asintió y se marcharon.

Maldición ahora como diré una verdad de diez años en una semana, como haré que mi hija entienda que su padre se equivocó y que ahora prefiere morir en vez de que ella de un paso fuera del país.

Carlo es el consejero de la familia, desde siempre se le vio ambicioso, al principio nos llevábamos bien pero cuando falleció mi mujer no demoró en aprovecharse de la situación, él siempre quiso que nuestros primogénitos se unieran y lideraran el clan Frances, el matriarcado ha sido la máxima autoridad pero él a como dé lugar quería meter a su hijo y no sé como pero Adelaide lo acepto, siempre me he sentido culpable por la muerte de mi mujer entonces cuando su madre me dijo que había aceptado el trato de Carlo, no me atreví a negarme.

Ahora Adelaide se va a ir y mi niña se sentará en el puesto, estoy seguro que mi suegra está más que feliz con esto, pero yo no, no dejaré que suceda esto, sé que hice una promesa pero en este momento solo me importa el bien de ella.

Alaia no será la sucesora de nadie, no me perdonaría haberle desgraciado la vida a mi hija por una promesa de mierda que hice.

Un Mundo Diferente [completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora