ALAIA LEWIS
Apenas el piloto dijo que en media hora aterrizaríamos no pude estar tranquila, mi corazón latía rápido y mi estomago se revolvió haciendo que me den ganas de vomitar otra vez y eso que no había probado bocado en todo el viaje, me levanté de donde estaba sentada y vi a Gerard en el otro asiento dormido, fui al baño y me lavé el rostro.
—Pobre Alaia —me dije a mi misma mirándome al espejo— ni siquiera te imaginas lo que te sucederá —me veía demacrada y con grandes ojeras, no había dormido en todo el vuelo ya que temía que Gerard me hiciera algo y el tiempo se me había hecho largo.
Tenía pena de mí misma así que salí del baño, tomé mi bolso y entré de nuevo a esté, saqué el maquillaje que tenía y traté de poner un poco de base a mis ojeras, me puse un poco de polvo a las mejillas y me pinté los labios para darles color, lo que menos quiero es verme mal delante de ellos.
Escuché que el piloto aviso que nos pusiéramos los cinturones de seguridad que estábamos a punto de aterrizar.
—Alaia —escuché que llamó Gerard— ¿Dónde estás? —no respondí, tocó la puerta del baño y al ver que no respondía la abrió.
—¿Qué quieres?
—No escuchaste al piloto, o quieres sufrir un accidente, guarda eso y vamos —guardé lentamente mis cosas, la verdad no me importa nada— Por Dios mujer —entró al baño, tomó mi bolso y metió las cosas de un solo tirón— Toma —me dio el bolso, lo tomé, agarró mi mano y me jaló.
—Suéltame —me zafé de su agarre y caminé hasta el asiento, tomé el cinturón y me lo puse, miré por la ventana como el jet descendía, hasta que tocó el suelo.
Al bajar el aire despeinó mi coleta, visualicé una camioneta y al lado de la puerta al parecer el chofer vestido elegantemente.
—Dame la mano —pidió Gerard a mi lado.
—No me cabrees más de lo que estoy —lo miré amenazante.
—Dámela de una vez que tu abuela está en esa camioneta.
—Me importa poco quien esté ahí —empecé a caminar dejándolo atrás y acercándome a la camioneta.
El chofer abrió la puerta y vi a una señora bajar, no pude seguir avanzando, ella vestía una blusa negra, pantalones blancos y tacones del mismo color de la blusa, se veía juvenil como poco la recordaba, había una sonrisa de labios cerrados plasmada en su rostro, se acercó a mí y las ganas de correr para otro lado me inundaron, avancé hacia ella y una vez que la distancia entre nosotras era corta ella me abrazó.
—Alaia —no recordaba casi nada de ella ni siquiera su voz.
—Adelaide —dije sin devolverle el abrazo, ella me soltó y analizó mi rostro.
—Eres toda una jovencita y te pareces tanto a tu madre —me sonrió.
—Razón por la que al principio no querías verme y ahora me necesitas, que ironía.
—Lo siento demasiado.
—¿Qué quieres Adelaide, por qué me sacas de mi burbuja para joderme la tranquila vida que tenía?
—Tu padre te lo habrá explicado todo.
—Lo hizo, pero yo no...
—Conversaremos en un lugar más tranquilo, vamos —tomó mi mano y me llevó con ella, subimos a la camioneta la cual olía demasiado a su perfume cosa que hizo que mi estomago se revolviera nuevamente, ignoré la sensación ya que esto se ve tan limpio que siento que con solo tocarlo se ensuciará— Llévanos al café —le dijo al chofer en su idioma y este asintió.
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Un Mundo Diferente [completa]
Genç KurguIsaac y Alaia, dos jóvenes con vidas totalmente diferentes que el destino juntará en circunstancias poco favorables, estas mismas harán que ellos se odien y no se soporten al instante de conocerse. Como dicen por ahí del odio al amor hay un solo pa...