VEINTITRES

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ISAAC LOMBARDI

Estas dos últimas semanas que pasaron fueron muy ajetreadas ya que volví a retomar las rutinas en el gimnasio por las mañanas, por las tardes práctico con la guitarra y ya voy saliendo un poco más como conociendo los alrededores de mi casa para no tener que depender de alguien, es algo complicado pero estoy tratando de ser lo más optimista posible.

André me avisó para ir a una fiesta de fin de año en la casa de la chica que es amiga de Alaia, no recuerdo su nombre, no estaba muy convencido sobre ir pero termine accediendo y en este momento estoy esperándolo, por lo que sé son las diez con trece si se demora cinco minutos más ya no voy.

El timbre suena y más vale que sea él, Ali sale de la cocina, cuando regresa reconozco la voz de mi amigo que ya está aquí, haciendo reír a Ali con sus típicas payasadas.

—Ya era hora —me bajé del taburete donde estaba sentado, me puse los lentes oscuros y agarré el bastón guía.

—Se me hizo tarde —respondió a mi queja— Ali, me llevó a tu hijo preferido.

—Cuídense mucho por favor —pidió Ali.

—No te preocupes —salí de la cocina con André a mi lado.

—¿No estarás en la cena? —preguntó mi padre cuando ya estaba llegando a la puerta, volteé para responderle.

—Buenas noches señor —saludó André, mi padre le devolvió el saludo.

—No, iremos a una fiesta — contesté.

—Recuerda lo que te dije —recordé lo que me dijo de no querer verme con resaca los fines de semana.

—No es fin de semana.

—Tengan cuidado —dijo pero escuché su risa.

El camino fue tranquilo, cuando llegamos nos recibió Rouse, así llamó André a la chica, la saludamos y entramos.

Cuando estuvimos adentro presentó a su grupo de amigos al cual nos unimos, mientras ellos conversaban yo me tomaba una cerveza.

—Llegó por el quien lloraban —la voz de un chico llegó a mis oídos y rodé lo ojos.

—Mau —gritó eufórica la voz que reconocí como la de Alaia, le resté importancia.

Después de estar sentado y solo escuchar las voces de las personas por todos lados me empecé a sentir incómodo entre tanta gente y quería irme a un lugar apartado.

—¡Hey! Quieres jugar a la botella —preguntó André, respondí negando con la cabeza.

—¿Que tienes?

—Nada, solo quiero tomar un poco de aire, me siento muy sofocado.

—¿Quieres que te acompañe afuera? —asentí.

—Acá hay un patio grande, puedes tomar aire ahí —me levanté del sofá y caminamos fuera del bullicio.

—Salud por qué ingresó por segunda vez a la universidad —se escuchó a lo lejos.

—Salud —dijeron varias voces.

Mi amigo me guio hasta el patio donde había una banca de madera, la música no se escuchaba mucho por aquí y el aire era fresco.

—¿Seguro que no quieres que te acompañe? —preguntó André.

—Seguro, tu ve a divertirte con la chica por la que estás aquí —olvide el nombre de ella.

—Bien como quieras —escuché sus pasos alejarse por el pasto.

Antes disfrutaba del bullicio y de los juegos que terminaban más allá de solo unos besos, ahora me parecen tontos y aburridos, no sé si me estoy volviendo antisocial o estoy madurando, ya que no creo volver a tener sexo con alguien que no conozco como antes lo hacía.

Un Mundo Diferente [completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora