DIECISIETE

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ALAIA LEWIS

Este mes es el último en mi carrera al fin me graduaré, estoy muy orgullosa de mí, la estudié porque me gusta la idea de ayudar a las personas y apoyar a sanar sus dolencias.

Quizá no la ejerza por mucho tiempo ya que también estudiaré administración, desde muy pequeña mi padre me decía que yo iba a ser la que dirija su constructora cuando él ya no esté, no quiere dejársela a nadie más, él en mí tiene plena confianza, así crecí mentalizándome el estudiar dos carreras completamente diferentes.

Mientras completo mi tesis que ya estoy por terminar luego de casi medio año avanzándola por pocos, tocan la puerta de mi habitación, miro mi celular ya casi son las 3 de la tarde, se me pasó rápido el tiempo y me olvidé de almorzar, dejo de lado la computadora portátil y contesto con un pase.

—Buenas tardes hija, ¿qué haces? —es mi padre, entró a mi habitación, sus ojos se ven cansados ​​supongo que es por estar trabajando.

—Hola papi, hoy viniste temprano —me levanté de mi silla y lo saludé con un beso en la mejilla— estoy completando la tesis, ¿a ti como te fue?

—Que bueno, como va tu tesis, ¿si puedes hacerla o quieres que te ayude en algo —ofreció.

—No es necesario solo me faltan algunos arreglos y queda lista —me senté nuevamente en mi escritorio, él me siguió y le enseñé lo que había hecho.

—Después de la reviso, me tomé un tiempo para venir a almorzar contigo o ya comiste —preguntó viendo mi computadora.

—No he almorzado se me paso rápido el tiempo —respondí.

—Está bien, entonces alístate, te espero abajo iremos a comer a un restaurante —avisó mi padre antes de salir de la habitación.

Me cambié el pijama que había utilizado por unos jeans, un crop top, unos tenis y una chaqueta, peiné mi cabello rizado en una coleta alta y bajé hacia la sala donde mi padre me esperaba sentado en el sofá.

—¿Lista? —preguntó cuando me vio bajar las escaleras.

—Súper lista —me acerqué hacia él.

—Bien entonces vamos —nos encaminamos hacia la puerta, cuando salimos el día estaba soleado pero con una ligera brisa, subimos al auto al instante.

—¿Qué quieres comer? —preguntó mirando el camino.

—Quiero pasta —contesté entusiasmada.

—Bien vamos por pasta, el camino es un poco largo pero te aseguro que va a valer la pena.

—Está bien, vamos—siempre me emociono como una niña cuando mi padre y yo pasamos tiempo juntos y hoy no es la excepción.

Llegamos a un restaurante elegante de 3 pisos fuimos al piso donde hacían pizzas, pasta, hamburguesas y más, entramos, el lugar era amplio, paredes pintadas de color amarillo y adornadas con cuadros, lámparas colgaban del techo, las mesas estaban colocadas de forma ordenada en filas, parejas y familias disfrutando de la comida, al fondo había un gran ventanal que llamó mi atención.

—¿Nos sentamos allá? —le pregunté a mi padre señalando la mesa que estaban al lado del ventanal.

—Claro que sí, será un excelente almuerzo con vista a la cuidad —dijo sonriente, repetí su acción y caminamos hacia aquel lugar.

—¿Ya habías venido antes aquí? —le pregunté a mi padre después de tomar asiento. Estábamos frente a frente.

—Si, tu madre y yo estuvimos aquí cuando estaba embarazada de ti las veces que tenía antojos —dijo con nostalgia.

Un Mundo Diferente [completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora