CUARENTA Y DOS

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ISAAC LOMBARDI

Desperté abrazando el cuerpo de Alaia, se sentía demasiado cómodo, aspiré el olor de su revoltoso cabello encima de mi rostro y lo aparté.

La abracé y ella se removió entre mis brazos.

No recuerdo que pasó por mi cabeza cuando para convencerla de hacerse un tatuaje le dije para hacérnoslo iguales.

Toco mi muñeca ya que tengo una ligera picazón y repaso con mi dedo el ligero relieve del tatuaje recién hecho.

No creo que este tan mal y su "Te amo" fue más que una recompensa a mi arrebato, sentí por primera vez que había hecho algo bien con ella y que no todo lo que le daba estaba mal. Y aunque la frase de dos palabras era demasiado corta a comparación de lo que siento por ella llenó mi pecho de alegría al escucharla.

Apego su cuerpo al mio, su respiración es pacífica, subo mi mano a su cabello y lo recojo poniéndolo a un lado para besar su cuello, se remueve pero no consigo que despierte, dejó otro beso húmedo en su cuello, mi erección matutina se puso más dura al sentir su trasero.

—Alaia —susurré y mordisque el lóbulo de su oreja, soltó un quejido y me apartó con un manotazo en el hombro que hizo que mi espalda vuelva al colchón.

Resoplé, que dormilona es está mujer.

—Dolcezza —sacudí su cuerpo con cuidado— Despierta mujer.

—Déjame dormir —se quejó somnolienta.

—No quiero que duermas más —no respondió y supuse que se volvió a dormir.

Volví a abrazar su cuerpo tibio y me dediqué a aspirar su aroma, pasé mis manos por su cabello y su cuerpo se removió, sentí sus brazos rodeando mi abdomen, su aliento chocaba con mis labios.

—Buenos días, ¿por qué me despiertas? —su voz somnolienta llegó a mis oídos.

—Buenos días, ya quería que despiertes —la pegué a mí y sentí que apoyo su rostro en mi pecho.

—¿Sí? ¿Cómo para qué? —sentí su mano acariciando mi pecho.

—Simplemente quería escucharte.

—¿Recuerdas algo de anoche?

—¿Que pasó anoche? —me hice el desentendido.

—Tú y yo...

—¿Qué paso?

—El tatuaje, ¿no lo recuerdas? —me burlé ya su voz se tornó preocupada y se separó de mí.

—Claro que lo recuerdo —su cabeza volvió a mi pecho— pero pensé que te referías a que me dijiste 'te amo'.

—¿En serio dije eso? —creo que ahora fue su turno de hacerse la desentendida.

—Si lo hiciste, puedo estar demasiado tomado pero no me olvido de la cosas, no te hagas la que lo olvidaste.

—Si recuerdo cuando dije, te amo Isaac —eso último lo dijo en mi oído y un escalofrío raro me recorrió poniendo a bombear mi corazón a mil por hora.

—Contigo siento mucha paz, eres esa jodida luz que alumbra la oscuridad de mí ser, tan resplandeciente mientras que yo soy todo lo contrario —las palabras salían sin pensarlas bien, como si quisiera que ella sea mi salvación y no está lejos de ser la verdad— Tócame y llévame a tu mundo a un mundo diferente en el cual sólo existimos tu y yo que por ti soy capaz de arrepentirme de todos mis pecados. Sólo tú sabes cómo poner a mis demonios de rodillas.

—Si tú crees que puedo limpiar tu alma lo haría pero no puedo y si pudiera no lo haría, yo quiero al Isaac con errores o pecados porque los hiciste por alguna razón, quiero al que odia las cursilería pero me llama dulzura, te quiero a ti siendo el bueno o el villano.

—Eres tan perfecta y eres mía, no le pedí nada a la vida pero me ha dado más de lo que merezco —sentí uno de sus dedos en mi entrecejo e hizo un camino hasta la punta de mi nariz, beso mi mentón cosa que me hizo sonreír— ¿Acaso no quedó claro donde es el único lugar donde debes besarme?

—Si.

—¿Dónde es?

—En los labios.

—¿Y qué esperas? —sus labios se unieron a los míos fundiéndose en un beso, mordí su labio inferior haciendo que un leve gemido salga de ella haciendo mi erección más dura.

Agarré su cintura y la acosté en la cama posicionándome encima de ella, sus manos recorrían mi espalda y jalaban mi cabello, mientras yo repartía besos húmedos en su cuello.

Sus piernas se enredaron en mis caderas, mientras las de ella se elevaban, podía sentir su necesidad de mí y que la estoque con urgencia, y aunque yo no podía estar más duro no haría nada si ella no lo pedía.

—¿Lo hacemos en la ducha? —propuso, no me esperaba eso y me sacó una sonrisa.

—Me parece una perfecta idea —me levanté de su encima y bajé de la cama.

—Ven acá —tomó mi mano y me guió.

Corrimos hasta el baño, después que entramos escuché que cerró la puerta con seguro y el agua caer, jalé su brazo para pegarla a mí, agarré su mandíbula y pegué mis labios a los suyos, bajé mi mano a su cuello y lo apreté suavemente, ella soltó un jadeo que se ahogó en mi boca.

Le saqué lo que vestía y me quité los jeans que traía sin dejar de besarla, me guíe por el sonido y la llevé conmigo a la ducha. Sentí el agua tibia caer sobre nosotros, recorrí su cuerpo desde sus hombros, sus senos hasta sus exuberantes caderas, nalgueé uno de sus glúteos haciendo que ella gima, la agarré e hice que sus piernas rodearan mis caderas, la pegué a la pared mientras mi miembro profundiza en su canal, sus manos se sostenían de mis hombros mientras yo agarraba sus piernas para moverme dentro y fuera con agilidad.

Sus deliciosos gemidos y el sonido que hacen nuestros cuerpos al chocar eran absorbidos por el sonido del agua cayendo.

—Que no te importe si nos escuchan, no te contengas dolcezza —demandé mientras me movía más rápido, sus uñas se enterraron en mis hombros y mis movimientos hacían que sus gemidos se volvieran agudos.

Dijo mi nombre entre gemidos y mi mente voló imaginando su cabello rizado mojado por el agua, sus redondos senos, las gotas de agua recorriendo nuestros cuerpos, su espalda arqueándose y sus ojos cerrados disfrutando el momento placentero que estamos teniendo, mi miembro se endureció aún más ante la imagen mental.

Sus caderas se movían con urgencia haciendo que pierda el control de la situación.

—Así dolcezza mía —me acerqué a su oído y susurré— Si así te gusta, así se hará.

La besé para que sus gemidos se ahogaran en mi boca, sus uñas se encajaron más en mis hombros mientras que ella manejaba la situación moviéndose con agiliza.

Ella no se imagina lo mucho que estoy disfrutando tenerla así.

Sentí su canal contraerse y nuestros labios se separaron, mi abdomen sintió las contracciones de mi próximo derrame mientras tiraba mi cabeza para atrás y ella gemía por el orgasmo.

Nuestras respiraciones se combinaban al tiempo que intentaban normalizarse, ella bajó sus piernas de mis caderas y dejó un corto beso en mis labios.

—Te amo Isaac —la pegué a mí y agarré su mentón alzando su cabeza.

—Yo siento algo más fuerte que un simple amor, no existe palabra o frase que se compare a lo que siento, quiero que eso te quede muy claro.

—Me quedó demasiado claro —sonreí, toqué su rostro y besé su frente.

—¿Quieres que te enjabone? —preguntó y reí.

—Yo también te enjabonaría pero tendría una erección imposible de bajarla —escuché su risa.

Sentí que beso mi espalda y pasó el jabón, dejó un beso en mi hombro y enjabonó, besó mi pecho y repitió el procedimiento, besó mi abdomen e hizo lo mismo, besó mi cuello y se quedó ahí, sentir sus labios en mi piel era de lo más placentero y me di cuenta que no era necesario tocarla para desearla, con sólo sentirla podía tenerme con el corazón palpitando a mil por hora y mi polla más dura que una roca.

Un Mundo Diferente [completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora