ISAAC LOMBARDI
20 horas después
Nadie había venido, por lo que me dijo Alaia ya habían pasado veinte horas aquí encerrados y a ella le temblaba la voz al recordar que Elías amenazó que vendría a matarnos y una especie de frustración al no poder hacer nada más que decirle que se calme invadía mi ser haciendo enojarme conmigo mismo.
El cuerpo del tipo muerto ya apestaba y me daba asco cada que respiraba aunque el cuarto era amplio y estaba lo más lejos posible, el olor llegaba hasta nosotros.
Al venir a este lugar le dije a Leo que si no llegaba en la noche que llamé a la policía pero ya han pasado veinte horas y ni sus luces, estoy sospechando de que Elías lo vio y compró su silencio, sino porque otra razón no ha llamado a la policía.
Un sonido raro se oyó proveniente de afuera y solo se me vino una persona a la cabeza. Elías. No le temía, pero temía por Alaia.
—¿Escuchaste eso, y si es alguien que viene a rescatarnos? —sus esperanzas de que alguien viniera a sacarnos de aquí no habían desfallecido en ningún momento a comparación de las mías.
Pero aun así no dije algo ya que hace unas horas fue un mar de lágrimas después de despertar de una pesadilla sobre la vez que fue secuestrada cuando era niña. Me pregunto quiénes fueron los malnacidos que le hicieron eso y la rabia no tarda en recorrer mis venas.
Pero el que ella esté involucrada en este asunto es por su impertinencia ya que si ella no hubiera venido a este lugar nada de esto estuviera pasando o solo estuviera yo y no tuviera que preocuparme por alguien más que por mí.
—Se escuchan pasos —avisó Alaia y al prestar atención a los sonidos era verdad, se escuchaba pasos de una sola persona, Elías no es más que un malandro que se creía alguien de temer por tener unos cuantos hombres que se hacían pasar por matones pero no empuñaban un arma, estaba seguro que los pasos no pertenecían a Elías y su banda.
Los pasos se escuchaban más cerca y Alaia se acercó abrazando mi brazo.
—Lo siento, pero tengo un poco de miedo —se excusó por su acción.
Escuché que las cadenas con las que habían amarrado la puerta sonaban y el agarre de la chica se hacía más fuerte.
—¿Hay alguien aquí? —una voz proveniente de afuera hizo que Alaia se suelte de mi agarre.
—Estamos aquí señor —dijo mientras se escuchaban golpes en la puerta— rescátenos por favor.
—Llamaré a la policía señorita no se desespere —contestó el señor y escuchábamos como hablaba con la policía indicándole nuestra ubicación, escuché que decía que encontró un cadáver afuera y por eso entró y demás información.
—¿Un cadáver afuera, quien puede ser? —preguntó a mi costado.
—No tengo idea.
Una hora después la policía estaba aquí, nos sacaron de este pestilente lugar y afuera me subieron a una ambulancia, revisaron que todo estaba en orden.
—¿Y la chica que estaba conmigo? —pregunté por Alaia, ya que desde que salimos no escuché su voz, al hombre que me estaba tomando la presión.
—La subieron a otra ambulancia para revisarla —contestó.
No tenía ninguna herida física pero creo que el trauma de ver a un muerto descomponerse no debe ser agradable para ella.
La chica me preocupaba más de lo que debería y eso me hacía sentir extraño, ni siquiera debería estar preocupándome por ella. Pero era algo inevitable al escuchar todo lo que me contó, escuchar sus sollozos hizo que algo que creía nunca más sentiría dentro de mí latiera con fuerza en mi pecho.
El hombre soltó mi brazo y avisó que me guiaría hasta la camioneta de la policía.
Estando ahí me preguntaron si la chica que estuvo conmigo era algo mío o si la conocía, ¿quién fue la persona que nos secuestró?, les di el nombre del idiota y cuánto tiempo estuvimos ahí, me interrogaron por unos minutos más y les di toda la información que sabía.
Pasaron unos minutos y el patrullero me llevó hasta la estación dejándome en una oficina para firmar mi declaración, pedí hacer una llamada y me la concedieron dejándome solo.
Terminé la llamada y escuché la puerta abrirse—. Hola, ¿estás bien? —preguntó la voz de Alaia, sentí en mi estómago una corriente al oír su voz y saber que está bien.
—Si.
—Tengo algo que decirte —en su voz escuche tristeza cosa que me hizo fruncir el ceño.
—Te escucho.
—No sé cuánto cariño le hayas tomado Leonardo, tu chófer pero... —se detuvo.
—Pero... —le insistí para que continúe.
—Encontraron un cadáver con un disparo en la sien afuera de la fábrica y el cadáver pertenece a él —mierda.
Maldito seas Elías, ahora como le diré esto a la familia de Leo.
No podía dejar pasar esto y ahora no quería a Elías tras las rejas lo quería tres metros bajo tierra pero no sin antes hacer que pague por esto.
—¿Isaac? —tocó mi hombro y salí de mi transe.
—Estoy bien, solo quiero salir de este lugar —minutos después llegó un oficial, hizo que firmemos nuestras declaraciones, le pregunté como sospechaban que habían matado a mi chófer y dijeron que revisaran las cámaras de seguridad que hay en el lugar, les dije que quería al hijo de puta de Elías pudriéndose en la cárcel, me dijeron que harían hasta lo imposible para que el caso no se quede sin resolver y salimos de la oficina.
—Hermano —la voz de André se hizo presente, sentí sus brazos envolverme y le correspondí. Que dramático— ¿Estas bien?, ¿cómo es que terminaste aquí y con Alaia? —preguntó mi amigo.
—Te lo explicaré después.
—Alaia —la voz de un hombre que se me hacía conocida se escuchó.
—Papi —dijo Alaia. «Es su padre»
—Estaba preocupado por ti mi niña. ¿Qué te paso?
—Te lo contaré después —respondió cansada.
—Iré a hablar con el comandante, quiero saber qué sucedió.
—Papi... —los pasos de su padre se alejaron y suspiró cansada a mi lado
—Me voy chicos, que su día termine bien —se despidió dándome un beso en la mejilla y oí sus pasos alejarse así sin más.
—¿Te llevo a casa?, Ali piensa que te paso algo y está preocupada al igual que tu madre, tu padre tuvo un viaje de negocios y salió hoy en la mañana —asentí y caminamos hasta su camioneta.
Mi padre debe seguir enojado por la última discusión que tuvimos, le dije que ya no soportaba seguir ahí ya que las discusiones nunca faltaban y que me conseguiría un departamento para vivir, no le molesto lo último pero sí que le dijera que estar en esa casa cada día se hiciera menos soportable.
Quedamos en que buscaría un departamento para que me largara de una vez por todas y no seguir jodiendo su feliz existencia con Ana. El pagaría todo si me voy lo antes posible «Omar siempre generoso»
Antes de quedarme ciego no estaba en casa ya que trabajaba en la empresa de Omar o hacia otras cosas y ellos se acostumbraron a mi ausencia, ahora que ya estoy ahí más tiempo quieren que desaparezca, pero es que ahora no sé en qué ocupar mi tiempo ya que así no le sirvo ni a mi padre, ni al clan.
ESTÁS LEYENDO
Un Mundo Diferente [completa]
Roman pour AdolescentsIsaac y Alaia, dos jóvenes con vidas totalmente diferentes que el destino juntará en circunstancias poco favorables, estas mismas harán que ellos se odien y no se soporten al instante de conocerse. Como dicen por ahí del odio al amor hay un solo pa...