SEIS

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ISAAC LOMBARDI

Ana entró a mi habitación diciendo que Alaia llegaría en unos minutos, le hice pensar que su anuncio no había servido de nada haciéndome el dormido. No había podido dormir bien en toda la noche y ahorita me siento agotado, como supuse que era temprano ya que ella se va a trabajar antes de las ocho traté de dormir.

Después de fallar en el intento, salí de la cama y caminé hacia el baño, necesito una ducha de agua fría para que se me pase toda la tontería de no poder dormir, ya estoy cansado de que estos dos meses hayan sido una mierda constante.

Después de bañarme sin conseguir que mi mente se despejara y se me pasara el agotamiento, me vestí y me senté en la cama.

Ya estoy cansado del encierro, quiero salir y respirar un aire diferente al de mi habitación, salir sin repudiarme a mí mismo y sentirme una mierda, quiero dejar de estar tan cansado y lo que más quiero es volver a mi vida de antes.

Escuché algunos pasos subir las escaleras y tiempo después tocaron mi puerta, no respondí y me quedé en la misma posición.

—Buenos días Isaac, el desayuno está listo, puede bajar —¡Que! ¿Es que acaso Ali no le dijo que tiene que subirme el desayuno todos los días?

—Ve y trae mi desayuno Alaia, acaso no te dijeron...

—Me lo informaron —me interrumpió— pero ahora usted tiene que salir de aquí e ir abajo para desayunar, son las nuevas reglas.

—Aquí el único que da órdenes y pone reglas soy yo.

—Sabe que, no le rogaré ni insistiré para que lo haga, si quiere quedarse de hambre pues no salga —escuché sus pasos alejarse y la puerta cerrarse.

Quien se cree para tratarme así y venir a revolucionar mi vida de esta forma, imponiendo reglas de mierda que no pienso cumplir.
¿Acaso vino con el propósito de joderme la existencia? Porque lo está logrando.

No tengo hambre y no pienso salir de aquí, no le daré el gusto de hacer lo que ella quiere, ni ella ni nadie puede venir a tomarse la libertad de darme órdenes.

                                                                                      /*/

Me desperté sin saber que hora era, tenté en la mesita de noche y le pregunté la hora a mi celular, la una con quince. Era la hora del almuerzo y la chica que hace explotar mi mal humor vendría de nuevo y diría "Isaac despierte, el almuerzo está listo, puede bajar" su maldita voz me irrita y que insista en algo que ya le he dejado más que claro que no lo quiero, me enoja y estresa.

Maldita chica y maldita hora en que Ana decidió darme la contraria por primera vez.

Me levanté para ir a ponerle el seguro a la puerta, no quería escuchar a la chica y menos tenerla cerca mio, camino con cuidado para no tropezar, mis dedos chocaron con la pared e hice un camino con ellos hasta sentir la madera de la puerta, escuché el abrir de la puerta y mi instinto hizo que pusiera las manos delante mio para que no me golpeara. El perfume de Alaia invadió mis fosas nasales y maldecí internamente.

—¿Qué te pasa? —vociferé.

—¿Iba a bajar? —preguntó— Le ayudo —sentí que tomó mi mano, su tacto era suave y no pude poner objeción— venga.

Lo peor fue que me deje llevar por ella y al instante que deje mi habitación sentí como si hubiera estado ahogándome por mucho tiempo y justo cuando ya estaba dando mis últimos suspiros me han sacado del pozo, ahí fue el momento en el que me aferre a la sensación de sentirme libre.

Un Mundo Diferente [completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora