Frio. Estaba de vuelta en Espina Dragon con solo una fina capa de ropa sobre mi. Mis piernas dolían como la muerte y no podía avanzar bien, moría y no había nadie para ayudarme.
Desperté gritando, no sabia si de miedo o dolor, rápidamente me calle con miedo de ser escuchada por la gente de fuera, pero Rex Lapis me había dicho que eso era imposible.
Me abrace a mi misma y me sentí sola de nuevo, sabia que había gente que amaba y debía recordar... pero los estaba olvidando. Aun abrazada llore amargamente por un tiempo mas.
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Cuando volví de mi viaje a Mondstad me sentía mas cargado de cosas que otras veces, no sabia si eran por las cajas extras de cosas como ropa y obsequios o por el bardo risueño a mi lado
-Una mascota no me lo creo-decía sonriente
-¿Quien te ha dicho que Miel es un gato?-
-Pues Paimon y el viajero-
Parecía seguro de que al llegar a la funeraria encontraría un gato.
Entre mas cerca estábamos me sentía mas y mas acelerado. ¿Se habría molestado por mi ausencia? Solía irme varios días seguidos sin aviso y ella lo tomaba normal, pero esta vez me fui un mes entero solo por unos zapatos.
La funeraria se veía normal y yo confiaba plenamente en que ella podía manejarla como me lo había demostrado antes. No se oían chismes ni nada relacionados a la chica de Natlan así que había estado encerrada de nuevo y el viajero, según sabia, se encontraba ocupado en Mondstad desde hace rato.
Abrí las grandes puertas de la casa dejando al bardo pasar a mi lado y lo vi comenzar la búsqueda del gato.
Subí cargando los obsequios con Venti a mi lado.
-¿Un gato con cuarto propio? Muy digno de un rico aburrido como tú-
Estuve a punto de responder cuando un grito femenino salió de la puerta de Miel
-¿¡Que rayos!?-exclamo Venti pero deje los regalos en el suelo para abrir la puerta tan rápido como pude.
Tan alarmado como Venti, vi a Miel pálida cubriéndose el rostro lleno de lagrimas.
Hoy fue una mala noche sin dudas.
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Sin poder defenderme unos brazos me envolvieron y la voz de Rex Lapis comenzó a llamarme
-Tranquila, ya regrese-levante el rostro para ver esos brillantes ojos dorados y me aferre a su abrazo aun mas-Perdón por irme tanto tiempo-
Realmente nunca lo había abrazado, mucho menos el a mi. Incluso las noches que lo hacia meterse a la cama conmigo solo nos quedábamos uno al lado del otro.
-Hueles a vino-lo regañe, pero en realidad me gustaba ese nuevo aroma
-Bueno, definitivamente ese no es un gato-
La voz que lo dijo se me hizo graciosamente familiar y el arconte anemo se presento delante de mi con una extraña cara de confusión.
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Historias de Teyvat
RomanceSerie de relatos romanticos cortos. Acompañame a leer sobre las distintas chicas de Teyvat que forman parte de esta linda historia.