Tristeza

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Mi vida en el caravasar vuelve a la rutina.

Me enteré de la gente que me conoce que tuve un trabajo antes de irme con Shirin, me contrataron como guía y escolta pero nadie recuerda para quien o haberme visto acompañada de alguien.Al final deje de buscar respuestas y comencé a dar largos paseos por la selva, a veces pasaba la noche entre los árboles y al despertar me inundaban los vagos recuerdos de haber soñado con alguien.

No podía recordar mis sueños pero despertaba con una sensación cálida en mi corazón la cual se apagaba dolorosamente cuando notaba que me encontraba acostada sola.

Empecé a tomar un horroroso jarabe que me ayudaba a dormir, los dolores de cabeza habían vuelto pero esta vez eran por la falta de sueño, si no podía recordar no quería siquiera soñar.

Asi pasaron las semanas, la gente en el Caravasar empezaba a preocuparse por mi aspecto, cada vez me veía más delgada y ojerosa, tenía que bañarme con agua casi helada para poder librarme del estupor del sueño y eso me había resfriado más de una vez.

-Sharifa debes ir con un médico- me decían una y otra vez pero yo le quitaba importancia al asunto casi con molestia.

-Ya pasara-respondía siempre, consciente de que mi voz sonaba hueca-Ya pasara-

Alguien me aconsejó que tuviera lápiz y papel junto a mi cama para poder escribir cualquier recuerdo que tuviera en cuestión de segundos y así no olvidar. Pero siempre que despertaba no quedaba ningún recuerdo de mi sueño, solo sentimientos felices... Sentimientos felices que me eran arrancados del corazón al abrir los ojos cada mañana.

Una noche me desperté alterada, un nombre, recordaba un nombre, tomé la libreta a mi lado y el lápiz y escribí con garabatos

Scara...

¿Scara que? ¿Qué es eso? ¿De quién es el nombre? No había nada más en mi mente, estaba vacía.

Furiosa arroje la libreta y al hacerlo caí de la cama. Me dolía el cuerpo, la cabeza, el corazón, todo se mezcló de forma amarga y humillante.

Caída en el suelo por hacer una rabieta, un berrinche por algo que seguramente no significaba nada, me sentía tan patética por la forma en que me había vuelto ahora, levante mi vista topandome con mi reflejo en un largo espejo que topaba con el suelo y fue la gota que derramó el vaso.

-¡¿Quien eres?!-grité golpeando el vidrio con mi puño-¡¡¿Quién eres?!!-Use mi cabeza para golpear más fuerte, quería que todo se fuera, ya no quería ver como yo misma me acababa. ¿Esto es la depresión? Fue horrible, no quería más de eso.

-¡¡Largo de mi mente!!-volvi a gritar golpeando con más fuerza-¡¿Por que no puedo recordarte?!-mi rostro se calentó al tiempo que la presión de mis puños hacia grietas en el espejo-¿Me abandonaste acaso?-

Finalmente el vidrio cedió y los cristales se esparcieron por el suelo quedando algunos enterrados en mis manos, un chillido agudo salió de mi y gruesos lagrimones se abrieron paso por mi rostro, el llanto se volvió mi voz hasta que la garganta me ardio y apenas podía respirar debido a los mocos acumulados.

Qué miserable me sentía, qué miserable me veía.

-¿Que esta pasando aqui?-Una voz se hizo presente desde la puerta de mi habitación ¿Ahora alguien había venido a matarme? Pues que lo hiciera si eso acabaría con mi dolor.

-Yo...hip...quiero recordar, no puedo...hip...matenme...hip...te lo ruego-no podía tener menos dignidad ni ahora ni nunca más en mi vida pero ya no me importaba.

-¿Quien te hizo llorar asi?-la voz prepotente rugió con fuerza a la vez que sus pasos se acercaban a mi-Sharifa respondeme-unas manos me tomaron de los hombros y me obligaron a mirar a la persona dueña de ellas.

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Vi a lo lejos una pequeña casa de madera y recordé el día que había contratado a Sharifa como mi guía. Ya no caminaba con la misma confianza ni seguridad que había sentido al salir del santuario.

Avance lento, con temor ¿Era lo correcto? Ya no lo sabía.

Estando a unos metros de la que era la casa más alejada del centro del caravasar escuche llanto y eso me puso alerta. Cuando reconocí la voz de Sharifa me precipité dentro rompiendo el seguro de la puerta principal ¿Que había pasado? Cuando llegue a su cuarto la imagen de ella berreando en el suelo con las manos llenas de sangre y montones de peligrosos vidrios rodeándola me descoloco por completo.

¿Qué pasaba? ¿Quién había sido? ¿Cómo alguien pudo hacerle semejante daño a ella? A ella, Sharifa, mi Sharifa.

-Mirame-ordene y cuando sus ojos se toparon con los míos pude ver terror en ella-¿Quien te ha lastimado así?-

-Eres tú-sus manos se agarraron de mis brazos con fuerza y encajaron vidrios en la piel-Eres la persona que no podía recordar ¿Qué haces aquí? ¿Por qué me torturas así?-

No entendía sus palabras ¿Me recordaba? su llanto se pronunció más y la atraje a mi cuerpo despacio, tratando de calmarla.

-Yo te diré todo, lo juro pero primero debemos curar tus manos ¿No te duele?-no me respondió pero podía sentir su agitada respiración todavía-Muestramelas-despacio abrió sus puños y con dolor sostuve sus manos tan delicadamente como podía, la sangre empapó mis manos de inmediato y me las arregle para llevarla al baño.

Con las cosas dentro de un botiquín viejo que estaba en el baño la cure tan bien como pude, pero ella no habló ni se quejo en ningún momento, sus mirada perdida se centró en sus manos y solo cuando las vende sus ojos buscaron los míos desperados.

-Dime quien eres por favor-

-No se por donde empezar-

-Solo dilo, explicame por que me siento de esta forma-

-No quiero lastimarte-lo decía en serio, su rostro estaba tan agotado, pálido y delgado que me dolía verla ¿Que le había pasado?

-Me hace daño no recordarte, mirame, algo me impide saber quién eres y eso me esta acabando física y mentalmente, me esta matando, ni siquiera se si eres real o no ahora mismo-

-Soy real, en serio-sostuve su rostro con mis manos-Lo soy, yo te prometí que buscaría, que algún día vendría por ti y aquí estoy, te ruego que me perdones si llegue tarde, el daño ya está hecho pero yo te amo, tambien perdi mi memoria, es por eso que tarde tanto, hice tantas tonterías y al final no logre arreglar nada, mira lo que te he hecho, perdóname Sharifa te lo suplico-

La vi cerrar los ojos unos instantes y el peso de su cabeza se apoyó en mis manos unos momentos hasta que la oí murmurar.

-Scaramouche-

Casi podía sentir las lágrimas salirse de mis ojos

-Si, aquí estoy-

Historias de TeyvatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora