Sabor amargo

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Me tiro en el suelo de la montaña, trato de respirar despacio después de casi caer por el peñasco, tengo las manos tan aferradas a la poca hierba que crece aquí que incluso siento mis uñas llenas de tierra,

-¡Por Celestia!-exclamo aun tendida boca arriba.

He estado a punto de morir. Odio el bosque de piedra, odio las piedras.

-¿Se encuentra bien?- Una voz serena se acerca a donde estoy pero no puedo moverme-¿Hola?-

-Está muerto-dice una vocecita siseante y cierro los ojos ansiosa mientras deseo con toda mi alma no haberme metido a la morada de un adeptus.

-Changsheng no seas grosero hay que revisarlo-Los pasos se acercan y abro los ojos-Oh, estas bien-

Un hombre algo mayor me mira desde arriba, usa gafas y su cabello es de color verde, frunzo el ceño al ver a la serpiente en su cuello.

-Si, estoy bien-digo ronca-Por favor déjeme aquí-

El hombre me mira curioso.

-Hombre insolente-sisea el bicho pero el sujeto la calla

-¿Seguro que quiere quedarse aquí, se ve pálido?-

-Si hace algún movimiento de tocarme lo morderé-respondo molesta

-Bueno, sí algo más pasa puede ir a la farmacia Bubu, la atenderé con gusto-diciendo eso se aleja charlando con la serpiente y yo sigo sin moverme.

Cuando cae la tarde el sol me incomoda demasiado así que me ruedo por el césped hasta dar contra la sombra de un viejo puesto de vigilancia.

La pereza invade mi cuerpo con extrema facilidad ¿Que pensaría de mi Aniketos si me viera? Seguro que me da una patada.

No bajo de las montañas hasta que el sol está por ponerse.... Seré tan irrazonable como para quedarme tirada sin comer nada en todo el día solo por un pequeño susto pero no como para quedarme la noche entera en el exterior sola.

Cuando llegué al puerto ya era completamente de noche y me detengo para observar la ciudad de lejos, me gusta demasiado, la luz, la gente, todo aquí está tan vivo.

Me detengo a comprar pescado y una brocheta, me siento en unas escaleras a comer en silencio, la brocheta desaparece con rapidez de mis manos debido al hambre.

-Joven, logró bajar de la montaña-

Me giro y veo al mismo hombre de la serpiente pero esta vez acompañado de la pequeña niña que a veces veo cerca de Aniketos y su esposo.

-Qiqi-Digo a modo de saludo, por lo que es probable que solo sepa quien soy cuando Xiao está cerca.

-El amigo bonito-dice, al verme se me acerca para tocar mi frente

-¿Se conocían de antes?-pregunta el hombre

-¿Que tiene de bonito?-replica la serpiente

-Ya la había visto en casa de unos amigos-Tomó la mano de Qiqi y sonrió-Ya no tengo fiebre-

La pequeña me mira con su mirada perdida y se aleja volviendo al lado del tipo extraño.

-¿Eres amigo del Yaksha?-

-Algo así-

-Comprendo, ¿dijo que tuvo fiebre hace poco?-

-Si hace dos días-

-¿Ha tenido problemas?-

Hago una mueca y me levanto.

-Para este tipo de preguntas preferiría ir a ver a un médico-

-Insolente-chilla la serpiente

-Basta Changsheng-

-El señor Baizhu es médico-informa Qiqi con su adorable voz y yo lo miro un poco más atenta.

-Me disculpo-

-No se preocupe, yo no me presente debidamente-saca algo de su bolso y me lo entrega, todo lo que me da y veo que son unos caramelos rojos envueltos en tela-Si persiste algún síntoma de fiebre esto la ayudará, si me permite seguiré con mi camino-

Los miro en silencio y me meto uno de los dulces en la boca.

-¡Puaj!-escupo el dulce con asco-Amargo-




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