Shirin

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Me quedo viendo por la ventana, ya esta oscureciendo.

Sigo sentada en la misma silla y mi trasero ya me riñe la incomoda posición, no quiero moverme, me gusta estar así, quieta y tranquila en un solo lugar.

Con dificultad me muevo a la pequeña sala y me dejo caer en un sillón, es una casa linda. En la mesa de la sala solía haber montones de botellas de licor vacías pero ya las he tirado, no entiendo como un ser puede vivir entre tanta basura y mas si se trata de un ser omnipotente como lo es un dios.

¿Cómo lo conocí? Es difícil de explicar pero se podría decir que fue amor a primera vista. Un joven diminuto bañándose solo en el rio podría ser presa de cualquier maleante pervertido... Lamentablemente yo lo encontré primero y si bien no soy ningún maleante soy una pervertida.

Cuando acabe con el a duras penas pudo pararse, viéndolo en retrospectiva en ese momento pudo matarme pero en vez de eso se dejo caer sobre mi y soñoliento me dijo que era el dios Barbatos, cosa que obviamente no creí desde el inicio... Con los días no quedo de otra mas que creer.

Finalmente acabamos en lo que fue una casa provisional de Mondstad, la cual pocas veces usaba, yo no tenia problemas con seguir viviendo en mi cabaña dentro del bosque pero al parecer este dios se había encaprichado conmigo y deseaba tenerme cerca. No se mucho realmente de la historia de Barbatos, un dios desaparecido y el sabe mucho menos de mi, pero me gusta este juego que llevamos de pareja que vive junta, así hubiera sido mi vida si tan solo yo no fuera tan impulsiva.

-Es una pena-murmure-Pero esta vida no es para mi-

Despues de permanecer unos días dentro de la casa finalmente decidi salir y meterme al bosque, me habia empezado a sentir ahogada dentro de las paredes de madera y a su vez queria distanciarme del arconte.

Llevaba tanto tiempo viviendo sola, tomando parejas sexuales y desechandolas solo por que si, que no habia creido posible que me encariñara con alguien de la forma en la que me habia encariñado con Barbatos.

-Ya pasara-me dije a mi misma

Despues de espantar a unos hilichurls de su choza me recoste en el suelo cubierto de paja, queria dejar de pensar en él pero no podia, tenia una mirada tan adorable y un rostro tan tierno, me gusta ver sus expresiones deformarse bajo el placer que yo le infringia. 

Con ambas manos golpee mis propias mejillas, debia dejar de pensar en eso, en él, en lo que fuera. Ya sentada no pude evitar observar mi ropa, no era mías, él la habia comprado para mi, de repente extrañe mis viejos pantalones y mi chaqueta cazadora ¿Que hacia yo con un vestido largo como este?

-Verme bien para ese idiota supongo-refunfuñe y era la verdad, habia llegado a desear sus halagos, queria su atención, cuando paseabamos por Mondstadt y los hombres se me quedaban viendo el se molestaba y por alguna razón eso me alegraba a mi.

Me acoste de nuevo en la paja, me picaba pero no queria moverme. Pronto mis fuerzas me abandonaron  y lo ultimo que vi fue las copas de los arboles meciendose lenamente mientras yo yacia segura dentro de la pequeña choza.

Historias de TeyvatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora