Incienso

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-¿Te hice daño?-

La mitad del cuerpo de Albedo está sumergida en el agua y solo asoma sus ojos y nariz para verme apenado.

-¿Albedo?-

Lo estoy ayudando a lavarse porque dijo que se sentía muy débil para ponerse de pie solo, después de pedir por mi ayuda no me volvió a dirigir la palabra. Me empiezo a preocupar.

-Lo siento-dice nervioso-Tengo todo este tiempo tratando de encontrar la razón por la cual te ataque sexualemnte en un principio pero no logro recordar nada-

-¿Nada, nada?-

-Lo último que puedo recordar es que pensé que era relajante oir tu respiracion dentro de la habitación y no puedo ir más lejos en mi mente-

Nos quedamos callados. Comprendo el silencio, así como él se está devanando los sesos yo también lo hago.

Por más que dijera que me gustaba, por más atraída que me sintiera, yo no habría permitido que abusara de mí de esa forma, incluso si fueron delicados roces porque desde el inicio yo estaba dormida y prácticamente inconsciente... Incluso termine sometiendolo a mis placeres después de eso, cuando lo normal habría sido iniciar una pelea o simplemente huir.

-Agente externo-digo entre dientes no muy convencida pero el agua de la tina chapotea cuando el chico rubio se levanta de golpe y sale desnudo corriendo a la habitación.

Lo sigo con una toalla en las manos y lo veo desordenar toda la sala, que igual estaba bastante empalmada de todas formas.

-¡Lo tengo!-detrás de un pesado armario donde tengo mi arco de caza saca unos palitos chamuscados

-¿Qué es eso?-

-Incienso, yo no tengo incienso en la casa y si fuera tuyo-me mira ansioso-Bueno, dudo que lo hubieras puesto en este lugar-

-¿Como no lo notamos?-

-¿Lo habrán encendido mientras dormíamos?-

-¿Tú crees?-miramos fijamente los palitos que sostiene y un leve aroma a canela sale de ellos-Oye, de casualidad ¿Me preparaste un pastel de manzana?-

Visiblemente confundido niega con la cabeza y me lleva a la cocina para buscar el pastel del que hablo.

-Mira, aqui esta lavado el plato-

Se lo paso y su rostro que primero muestra sorpresa pasa a mostrar enojo, después fastidio y finalmente se deja caer en un pequeño banco que suele usar para alcanzar las alacenas más altas.

Veo el plato en sus manos tratando de entender que pasa, es un plato normal, color rojo con pequeños diseños en las orillas que me recuerdan a conejos gordos y flores que más bien parecen llamas... Cuando comí el pastel pensé que era un plato nuevo que Albedo había comprado ya que no lo había visto antes.

-Alice-murmura el chico sosteniéndose la frente-¿Por qué?-

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No puedo creer que haya llegado tan lejos.

Si, yo le pedí consejos, como mi maestra creí que era lo más inteligente recurrir a ella pero... Ya veo que no fue así.

Quizá me vio demasiado impaciente en las cartas que le envíe, puede que haya expresado de forma muy detallada mis sentimientos por Ruma pero ¿Meterse a esta pequeña casa cuando no estábamos? ¿Dejar incienso probablemente afrodisiaco? ¿Drogar a Ruma con el pastel que le hizo creer que yo deje para ella? Era demasiado pero sin duda alguna sonaba a lo que haría mi maestra.

Se lo explico a Ruma y aunque al principio se molesta su expresión cambia para dejarse caer en la cama.

-Entonces estábamos drogados-no le respondo-Tienes una maestra muy rara, increible que una cosita tan adorable como Klee sea suya-

-Klee se parece más a Alice de lo que crees-

Ruma hace una mueca al oírme y después me mira seria.

-No vuelvas a pedirle consejos amorosos-

-No lo haré, de verdad-me siento muy avergonzado y no encuentro la oportunidad para pedirle disculpas por lo que hice ya que lo peor de todo es que siento que no me arrepiento realmente de haberlo hecho.

-En cambio a la siguiente hazme esas preguntas a mi-capta mi atención en seguida y se avergüenza un poco-Las cosas que me gustan, las que no me gustan... Incluso lo que me gustaría hacer contigo, yo puedo decirlas si me lo pides-

-Ruma...

-A cambio dejame conocerte también-

Historias de TeyvatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora