::Gatito mimado:♱:KookV::

Quince

Caminando entre los cuerpos sin vida, el demonio, con el rostro inexpresivo observaba a aquella bruja haciendo el ritual. Los siglos habían trascurrido con una lentitud que le enloqueció.

Había sido difícil encontrar aquella “sarcófago” y aún más difícil poder entrar. HanSung tenía una trampa cada vez más difícil que la otra y aquel lugar lleno de encantamientos. 500 años. 500 años se tardó en llegar a la bóveda y aun no lograba abrir la puerta.

—No puedo —Dijo la mujer agotada de usar su magia, casi no le quedaba —No puedo romperlo, necesito su sangre.

—¡¿Y de dónde crees que voy a sacar sangre de alguien que murió hace siglos?! Lo único que queda de él son sus huesos —Broma pateándole en la cabeza y ella cayera al suelo. El circulo mágico dejo de brillar, dejando en la oscuridad aquel subterráneo —¡Eres una inútil! —Le volvió a patear en el suelo.

—Amo por favor, perdóneme —Rogó cuando este se paró en su cabeza presionándole con fuerza, no lo suficiente como para agrietarle el cráneo —Perdone mi incompetencia. Lo seguiré intentando. Amo.

Agachándose le tomó del mentón y hacer que le viera —Ve a su casa y busca algo que sirva. Pero si JungKook te ve o siquiera siente tu presencia. Te arrastrare al infierno conmigo —Le advirtió y esta asentir rápido.

—Si amo —Dijo antes de levantarse decidida, guardando sus cosas se marchó en busca de aquel edificio en ruinas, deteriorado por los años de abandono. O al menos eso se imaginaba.

Alguien ya vivía ahí.

Desde casi los 8 años TaeHyung ya vivía con JungKook en aquella enrome y vieja casa. Notando que con cada día que pasara en ella la casa parecía mejorar, pareciendo ahora la mansión tradicional de sus inicios, con todas aquellas bonitas y caras piezas de arte.

Suponía que era otro encantamiento del primero. La casa estaba llena de ellos incluso el jardín, la muralla que tenía. Y el campo de entrenamiento, lugar que no importaba cuanto destruyera en sus prácticas, al día siguiente estaba arreglado como si no hubiera pasado nada ahí. Era conveniente para el peligris ya que son demasiados bruscos al entrenar. Aunque solo tuviera 16 años ya se había roto casi la mitad de sus huesos.

Desde muy temprana edad se volvió independientes, a partir de los 10 años ni siquiera se mantenía con el dinero de sus padres y comenzaba a participar en las decisiones del consejo desde que se graduó, y de paso consiguió un trabajo como maestro sustituto.

Su madre estaba molesta, ella quería pasar tiempo con su bebé, pero sentía que JungKook lo alejo de ella. Pero poco o nada tenía que ver el minino, JungKook solo seguía a TaeHyung sin meterse en sus asuntos.

Las decisiones las tomo TaeHyung, se segaba tanto por su deseo de aprender que descuido demasiado sus relaciones personales. Lo peor era que ni siquiera se daba cuenta. Sintiendo a veces que los demás le estorbaban en sus estudios.

Por eso se encontraba ahí solo para que nadie lo molestara. Quedándose en la casa de sus padres los fines de semana, porque su madre casi lo llevaba a rastras a la casa. Ella quería seguir siendo su madre, cuidar de él y verlo crecer, pero bueno, TaeHyung nunca fue un niño normal y bastante independiente para su edad.

Recostado en el piso del pasillo, JungKook se retorció un poco sintiéndose tan relajado. Usando la forma de una pantera negra, esa forma daba miedo a comparación del gato. Es más fuerte y seguía siendo adorable para TaeHyung cosa que no disminuía los mimos.

Lo malo es que no cabía por todos los rincones de la casa con ese tamaño y era más difícil seguir al peligris cuando estaba en la ciudad. TaeHyung no lo podía cargar cosa que le desagradaba, le gusta mucho que lo cargue.