Treinta y uno (Rumores -12)

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Completamente inmovilizado por aquellas cadenas, veía la figura frente a él, manteniéndole a mirada a aquellos brillantes ojos rojos, con una mirada tan vacía y espeluznante, las alas negras del Ángel hacían más sombría su imagen, la muerte le veía a través de esos rubíes inexpresivos.

—Al fin serás libre ¿No es eso lo que siempre habías querido? —Pregunta aquella maldita mujer tomándole del mentón y acariciar aquel lugar, pero el Ángel ni siquiera se inmutó, como si solo fuera un muñeco, sin vida.

Quería hablar, pero su voz no salía, no podía moverse ni despegar la mirada de aquel ser, solo las lágrimas brotaban de sus ojos expresando todas las palabras que no podía gritar, el miedo y tristeza de verlo ese estado le dolía el alma. Pero ya no era él.

—Solo necesitas su corazón y alma para poder romper tus ataduras, así podrás estar unido a mí. Quieres unirte a mí ¿No es así?

—Si… —Respondió el Ángel con la mirada perdida.

—Pero no puedo si el no te libera, su hechizo mantiene tu alma en una prisión lejos de mí ¿Eso no te enfurece? Ayúdame a sacarte de ahí y que al fin seamos uno. Arráncale el corazón —Pidió y el Ángel guardara silencio unos segundos.

—Si… —Respondió como si estuviera adormecido, con pasos firmes se acercó al cuerpo de aquel encadenado chico que lloraba en silencio, sin poder hacer nada ni resistirse.

Viendo aquellos vacíos ojos, sintió aquellas garras atravesar su pecho y romper sus huesos cuando el le arranca el corazón. Escupiendo sangre cuando el Ángel saco su mano con aquel pequeño corazón.

Yéndose de espaldas cayó en suelo viendo el techo “Por más que corras desesperado, el destino no puede ser cambiado” Escucho lejanas aquellas palabras

Sobresaltado despertó sentándose en la cama, su pecho dolía y las lágrimas caían por sus mejillas, aquellas enormes ganas de llorar lo golpearon con más fuerza. Cubriendo su rostro un quejido abandono sus labios por el incontrolable llanto, solo fue un sueño, pero las emociones quemaban su ser como un hierro al rojo vivo.

—¿TaeHyung, que tienes? —Pregunta JungKook tocándole mejilla, aterrado retrocedió viendo aquellos ojos rojos que le veían en la oscuridad. Cayéndose la cama se alejó hasta la esquina de la habitación —Tae….

—¡No te me acerques! —Dijo con aquella angustiada y temblorosa voz, sorprendido. JungKook le observo, el peligris estaba temblando, completamente asustado.

Encendiendo la luz de la casa del arbol, JungKook permaneció en silencio viendo al omega, que le costaba respirar y sujetaba su pecho con una expresión de dolor. La escena le recordó a HanSung, este solía despertar en las noches por las pesadillas y efectos de la falta de magia, teniendo esa misma reacción de miedo.

Sintiendo aquel dolor con más fuerza, TaeHyung cerro sus ojos quejándose por el dolor, su corazón dolía. Las marcas demoníacas del pacto que tenia con JungKook aparecían en su piel dándole un hormigueo.

—¿Qué sucede…? —Pregunta bajándose la cama y agacharse a 1 metro del omega, que no podía parar de llorar. Contagiándole su angustia, JungKook podía sentir su miedo y el verlo llorar así hacia que le doliera el corazón, TaeHyung nunca llorar y esa escena es frustrante, porque mi siquiera sabía porque llora.

Dudando un poco, se acercó más a él y abrazarlo, aunque al principio TaeHyung quiso alejarse, no lo soltó, acercándolo más a él lo dejo prisionero entre sus brazos.

::Gatito mimado:♱:KookV::Donde viven las historias. Descúbrelo ahora