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Si le preguntarán a Amelia como se había sentido la última semana seguramente ella respondería que bien y fingiría una sonrisa, pero la verdad era todo lo contrario.
Si bien, renunciar a su título era lo que rondaba en su cabeza desde yace una semana lo que William le había dicho respecto a su padre le daba miedo. Sabía que lo ocurrido con su madre no había sido un accidente y desde hace tiempo desconfíaba de su padre, ahora con la manera de comportarse lo había confirmado.
—Abuela —camino por el jardín donde se encontraba su abuela con sus perros.
La reina miro a su nieta con una sonrisa—. Mi niña —saludó.
—Por favor —se acerco con desesperación—. Habla con mi padre, tu... te llevaste bien con Christopher.
—Amelia...
—Dile que fue una mala idea lo del matrimonio forzado —sonrió triste—. Dile... por favor.
—La idea fue mía, Amelia —soltó dejando sorprendida a su nieta—. Christopher me cayó bien, sí, pero no deja una buena imagen para la familia.
—No es cierto, por favor, dime que no es cierto —lloró.
—Es lo mejor.
— ¡No! —chilló alejándose—. ¡Renunció! ¡Renuncio a mi título!
La mujer adulta dejo a sus mascotas bajo la supervisión de las niñeras antes de caminar a su nieta.
—No puedes renunciar a tu título —le dijo—. Tienes veintitrés.
—Abuela —la miró.
—Amelia, no hagas esto más difícil —comento seriamente—. Vas a casarte con Andrew, ahora, termina con ese actor y acepta tu destino.
— ¿Y qué si no lo hago?
La reina detuvo su caminar—. Mi pequeña Amelia —acarició la mejilla de su nieta—. Tu nunca me habías contestado antes, eras obediente y mantenías una imagen inocente, pura, ideal, perfecta... ese hombre te envenenó.
—El me liberó.
—Querida, si tu no cortas el problema desde la raíz entonces lo haré yo —sentenció—. Y estoy segura de que eso no te gustará.
—No serías capaz —se alejó.
—Tu mejor que nadie conoce esa respuesta.
La chica no se movió.
—Hazlo, Amelia —le ordenó—. Deshazte del problema de una vez por todas y devuélveme a mi nieta favorita.
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