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AMELIA HIZO pucheros al ver el aeropuerto recargando su cabeza en el hombro de su esposo—. No quiero que te vayas —murmuró cuando el automóvil se detuvo—. Las niñas y yo te extrañaremos.
—Amor —beso su frente—. Solo serán unas semanas —le recordó—. Debo terminar de grabar Civil War.
—Lo sé —lo abrazó fuertemente—. ¿Vas a llamar?
—Todas las mañanas, tardes y noches —sonrió—. Te amo.
—Yo te amo a ti —beso sus labios.
Ambos bajaron del automóvil—. Prometo que cuando menos lo piensen voy a estar aquí —la tomo de las mejillas—. Cuídense mucho y cualquier cosa que pase llámame y tomo el primer vuelo hasta acá.
—Lo sé —suspiro—. Adiós, amor.
—Adiós, bebé —beso sus labios una última vez.
La pareja estuvo unos minutos más abrazados hasta que el guardaespaldas de Chris se acercó para avisarle que era momento de abordar.
— ¡Te llamo cuando llegué!
—Buen viaje —Amy subió al automóvil y esperaron a que el avión despegara.
Amelia limpió sus lágrimas cuando el avión despegó.
—A Kensington por favor —pidió al chófer después de unos minutos.
La princesa tenía mucho por hacer en todo ese tiempo, debía retomar sus deberes y hablar con su abuela acerca de sus planes de dejar su título pero lo más importante debía cuidar a sus hijas.
—Su alteza —la mujer regresó en sí dándose cuenta que había llegado a Kensington.
Bajo del automóvil caminando directamente a donde sus hijas estaban.
—Hola —saludó a las niñeras.
— ¡Finalmente! —Sarah entró a la sala con una copa de champán en su mano—. Las niñas estaban llorando mucho, nana Abigail y nana Roberta acaban de alimentarlas. Son muy chillonas.
—No lo son —tomo en uno de sus brazos a Diana y a Margaret en el otro—. Solo que extrañan a papá.
—Todos lo extrañan —Sarah señalo a Scott quien venia por la ventana el cielo.
— ¿Cuándo sale tu vuelo, Sarah? —pregunto el rubio al darse cuenta que lo estaban viendo.
—El martes —explico dejando la copa en la mesita—. Hermana, que...
