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El enorme pabellón anaranjado y azul, las largas bóvedas y las luces no eran algo nuevo, pero con solo un día para acostumbrarse aquello causaba impresión a cada una de ellas. Habían estado observando y jugando en silencio en el entrenamiento del día anterior a todos los equipos con los que se pudieron cruzar, y esos equipo hicieron lo mismo con ellas, lo mejor de lo mejor había llegado allí, o eso era lo que presentaban a los espectadores. Pero para las atletas más veteranas sabían que equipos solían ganar siempre los puestos, entre ellos dos escuelas rivales lograban coronarse muchas veces, pero corría el rumor de que sus entrenadores habían abandonado el banquillo y disfrutaban de su jubilación, por lo que tendrían nuevos entrenadores, tampoco era una gran desventaja, teniendo en cuenta al señor Kurono. Igualmente se sintieron un poco más seguras, además, en el organizador pudieron ver que esas escuelas serían las primeras en enfrentarse, por lo que si así el mundo lo quería y ellas pasaban se enfrentarían con uno solo. Otro equipo más famoso entre los últimos años, era el Genkoke, como ellas un club sin relación escolar. Habían grandes chicas entre otro equipos pero decidieron poner su atención en esos grupos que consideraban más peligrosos.
Ese era el plan inicial, pero siempre les llega un imprevisto, no importa las medidas que tomen, siempre hay algo que se mueve de sus sitio, casi completando una entrada triunfante un grupo con casi todas sus integrantes altas como arboles pisaban con fuerza, su vestimenta era impecable, roja y blanca con la bandera de Japón a la espalda, cosa que volvería locos a los comentaristas y a los fanáticos que solo iban a ver el volei. Frente a todas, había una muchacha que resaltaba entre ellas, portaba una sonrisa radiante, reluciente con unos brackets pulidos, los ojos azabache, el pelo liso y recogido en un pulcro moño, todo en ella gritaba elegancia. Incluso aquellas pisadas fuertes se veían realzantes en ella.
Por unos momentos Hatsu dudó de si alguna vez algún hombre le había gustado y se arrepintió de haberse teñido el pelo de verde, pues sus raíces de oscuro pelo marrón, ahora se veían más marrones que nunca por el contraste, cunado anteriormente pasaba por negro. Incluso Akane se avergonzó de sus brillos violáceos, la chica lucía tan natural que la ponía un tanto abochornada.— N-no os intimidéis, la otra vez jugamos en lo último con un grupo muy bueno, ellas ni siquiera nos han dirigido una mirada...
— No nos creen merecedoras de su ver. —Bufó Reikido.
— No te pases, algunas somos tan bajas que ni nos ven. —Ai se cruzó de brazos.
— No digas eso que eres más alta que yo. —Protestó Akane.— Hatsu tiene razón... Son solo los nervios, tenemos que calmarnos.
— Tu mano no dice eso. —Señaló Lina escéptica viendo como Akane trataba de agarrar su botella de agua y llevarse a la boca sin derramar gota.
— ¿Por que algunas tienen que ser tan buenas? —Inquirió Hatsune.— En el otro sentido de a palabra, ya me entendéis.
— Tu eres muy guapa. —Koko seguía las esbeltas piernas de la posible contrincante.— Y seguramente muchos chicos se metan con ella por su altura. Ya sabeís, machitos que no llegan al centímetro y se ofenden.
— A mi me la suda los que piense un tío, me importa lo que pienso yo. ¿Alguna vez me habían parecido tan finas mis piernas?
— ¿No es eso lo que les gusta a los japoneses, las niñas palo? —Koko se peinó los rizos negros.
— ¿Me has llamado palo? —Hatsune se giró con falsa indignación.
— Eso es lo que leí en una revista. No me culpes, pero me costó mucho diferenciar a los japonés entre si , si no fuera por el color de pelo y por las mutaciones me parecerían lo mismo, ahora a vosotras os distingo a kilómetros de distancia.
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Viviendo con mi Sensei. 【SHOTA AIZAWA × OC】「PARTE I.」
FanfictionPor una serie de problemas Akane se ve obligada a vivir con su maestro. Un hombre de 31 años, Aizawa Shota, algo cascarrabias, dormilón y serio, en cambio ella es despreocupada, bromista y muy juguetona. ¿Qué pasará en esa casa con esta curiosa pare...