◁Siempre se toca el fondo▷

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Se encontraban solos, uno frente al otro, Akane en completo silencio con una pequeña sonrisa, y Aizawa quería hablar pero no se podía expresar, se le iba el aire cada vez que la miraba.

— ¿Estas bien? —Era una pregunta tonta pero era lo único que podía lograr decir.

— Si, si tranquilo. Sólo me tomó por sorpresa es solo eso.

— Akane no tienes por qué fingir. Te llevaré al hospital a que te revisen.

— ¡No! —Akane sujeto de los brazos a Aizawa antes de que este pudiera ponerse en pie.— Eso me hace sentir débil. No quiero ir a un hospital. No quiero ser un niña tonta más en un mar de niñas que se quedan con estúpidos novios que no traen nada bueno. Por favor vamos a casa, de alguna manera se que me he merecido esto, no me lleves al hospital, quiero ir a casa a pasar tiempo contigo.

Ahora vio en ella una fragilidad que hasta el momento no había sido capaz de percibir. Akane pensaba que la culpa era de ella.

Aizawa acarició sus mejillas entre sus manos.

— Nada de esto te lo mereces, no eres una niña estúpida. No iremos al hospital, por esta vez, y si veo que es muy grave, nos vamos directos.

La de ojos violeta sonrió satisfecha. Aizawa al cargo de manera nupcial mientras saltaba de un lado a otro, los techos, hasta llegar a su destino.


Hogar dulce hogar.


Pidió a Akane que se desvistiera. Vería su piel y esta vez no sería para acabar en la cama o en el sofá, ni tampoco como en el coche.

— No es tan grave como parece, mi piel es bastante clara, por eso se ve tan rojo... —Se apresuró a decir al ver los ojos negros de su novio abrirse al ver la quemaduras de sus piernas.

Aizawa sacó un kit de medicina, limpió cada herida de Akane. Pidió que se recostara en la cama para que pudiera tratar todas bien, su espalda estamos hecha un cuadro, le había vendado una parte de esta han que más tarde se la tuvo que quitar al estar completamente manchada de sangre.

Le preparó un baño caliente. Con su ayuda Akane logró meterse dentro.

— Si necesitas algo solo llamame.

Akane asintió.

Se abrazó las rodillas tratando de aguantar el escozor que le provocaba el agua caliente entrando por sus heridas todavía sin cicatrizar.

Metida allí dentro, se permitió derramar unas lágrimas, que se perdieron en el agua y en su barbilla

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Metida allí dentro, se permitió derramar unas lágrimas, que se perdieron en el agua y en su barbilla. Los sollozos aumentaron llegando a los oídos de Shota.

Viviendo con mi Sensei. 【SHOTA AIZAWA × OC】「PARTE I.」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora