80: ESCENA DEL CRIMEN - 48

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Se sentía vacío. Incompleto. Con un brutal dolor en todo el cuerpo. La tortura comparada con ese dolor era sólo un juego de niños, y ya la había vivido antes. No era tanto el dolor físico sólo le dolían las costillas y la espalda pero sentía como su cerebro palpitaba. Tan sólo esperando el momento para rendirse de luchar y explotar dentro de su cráneo. Sus manos estaban atadas al igual que sus pies.

Los sonidos que su imaginación usaba para remplazar el silencio en la vida real eran atroces; era como escuchar a alguien que no estaba presente; verlo, tocarlo, sentirlo.

Gritos de dolor, de desesperación, todos esos gritos provenientes de su cerebro era pedir a gritos piedad con la boca cerrada y las manos atadas. Era como tener las alas cortadas. Se sentía como ser un ángel que le habían cortado las alas pero ese ángel no sólo había caído en el reino de los humanos. No. Ese ángel había muerto.

Porque un ángel sin alas, no es nada.

Privado de la libertad. Privado de sus pensamientos. Privado de sus movimientos.

Así es como se sentía ser un títere. Un títere manejado por una titiritera.

El metal que le implantaron en la espalda fue un pinchazo, una aguja de vista pero toda una navaja al tocarlo. Un cosquilleo sintió recorrer por toda su espina dorsal, inquieto, hambriento, controlador. Ese cosquilleo lo hizo reincorporarse. Irguió su espalda como un soldado listo para luchar al frente. Tan listo para morir como para vivir.

Esperaba, expectante. No podía moverse, no podía pensar en otra cosa que no fueran las órdenes de ese hombre. Ese hombre con sombrero de copa y vestuario de colores verdes y purpuras.

"Tráeme a Chatnoir."

En una pizarra junto a unas bancas y varios costales de arena se hallaban papeles, fotos, periódicos, líneas rojas uniendo los puntos, nombres señalados.

Fotos de un rubio de ojos verdes bajando de un auto, caminando por el parque, en la escuela, en un auto con la ventana abajo y juntado con fotos del héroe más reciente de Nueva York, Chatnoir, saltando de techo en techo, peleando contra villanos, compañeros, y periódicos recortados junto con las notas que dicen del héroe.

"Traeme a Adrien Agreste."

Esas fueron las órdenes.

Antes de marcharse notó al igual fotos de una azabache y un castaño, dos chicas morenas, una rubia, dos chicos castaños que siempre iban juntos, un chico de rasgos asiáticos, un chico peli negro...y Nino.

Se sentía hipnotizado. No podía decirle que no a ese hombre que antes de dar una orden le decía su nombre: "Simón". Lo mandaba como un títere, siempre con esa mocosa malcriada a su lado. Tratándolo como una simple cosa que pueden usar, manipular y desechar cuando quieran.

Porque eso era. Cupido Negro no era más que un títere siguiendo las órdenes de ese hombre llamado Simón.

El mismo hombre que él había conocido en ese agujero. Lo creyó muerto. Porque así él quería que fuera. Simón Dice, el hipnotizador que enloqueció en el intento de experimento #48.

AHORA

Con Michelle y Adrien

Plagg/Michelle: ¡Adrien!

Michelle veía con los ojos entrecerrados al ser de alas metálicas que se había llevado al chico rubio, dejando solamente a Plagg, a Nino y a ella. ¿Qué demonios había sido eso?

"I LOVE YOU 3000" (SPIDERBUG) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora