Capítulo uno: "Hace tres meses"

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"Sevilla, un par de años más tarde"

Andabas de puntillas por la casa a las tantas de la madrugada, pero como cada viernes te sorprendía en el pasillo con mi mejor sonrisa. Me quedaba despierto para darte un beso de buenas noches, aunque más bien para mí era de buenos días. Y tampoco me importaba la hora, te recogía donde hiciera falta.

También hay lugares que recuerdas porque ves fotografías y sonríes inconscientemente. Olores y recuerdos, vivencias en general. Una foto en la playa, miles con tus seres queridos, amistades o familia. Y por último, una dándote un beso con la persona que más quieres. Estos últimos años han sido de reflexión y desconexión. Trenes. Trenes, autobuses y aviones. Miles de euros en viajes, de aquí para allá, cumpliendo sueños.

Todos estos pensamientos se repiten una y otra vez en mi mente, como cada mañana. Aunque todo ha cambiado, es muy diferente. De ahí los recuerdos, que son lo único que quedan. Me doy cuenta de que todos éstos están en pasado. Porque ahora me molesta hasta el sonido de los muelles de la cama al levantarme, aquel ruido que me encantaba cuando la destrozábamos en cualquier momento del día. Han pasado los años y supongo que me he cansado de la monotonía de siempre.

– Buenos días. -Susurro cuando veo que entre abre los ojos- Son las cinco de la tarde.

Un rayo de sol ilumina su rostro. Coloca su mano izquierda sobre su frente, me sonríe y seguidamente se tapa la boca para bostezar. Me he sentado en el borde de la cama a su lado y me miro los pies, aunque ella no ha tardado en abrazarme la espalda y en dejar un pequeño beso sobre mis hombros. Desliza su dedo índice por todo mi brazo izquierdo, de arriba a abajo, pero yo sigo con la mirada perdida.

– Últimamente te noto muy apagado... -Dice en un susurro- ¿Te pasa algo?

– Estoy bien, nena. -Miento y ella me mira preocupada, no muy convencida de mi respuesta- No duermo bien.

Nos levantamos de la cama, en silencio. Cada uno vamos por nuestro lado, ella hace sus cosas y yo las mías. No hemos vuelto a hablar, pero sí que hemos intercambiado guiños y besos en el aire.

– Le he dicho a Cristina que me cambie el turno. -Dice mientras se sienta en mis piernas y yo alzo una ceja- Así coincidiremos en casa, que solo pasamos juntos los fines de semana.

– ¿Por qué?

– Cuando tú estás de tarde, yo estoy de mañana y cuando estás de mañana, estoy de tarde. -Rueda los ojos y yo suelto una risa- Tres meses así.

No quería coincidir con ella trabajando, por eso cambié el turno.  Hace tres años desde que nos mudamos a Sevilla y también siendo residente de cirugía general en un hospital. De vez en cuando me voy fuera a hacer voluntariados. Fue una grata sorpresa que ambos obtuviéramos plaza en el mismo sitio. Teníamos un juego, aparentar no conocernos de nada, pero nos pillaron la broma demasiado pronto. No nos resistíamos a estar solos en cualquier sala, la ropa terminaba volando de un lado a otro cuando menos lo esperábamos. Porque aún recuerdo sus jadeos en mi oído, cuando me decía que quería quedarse conmigo así, toda la vida. Porque esa fue la última vez que ella y yo nos rozamos la piel, hace tres meses.

Hace tres meses que nuestra relación sobrevive a base de besos cortos, cenas improvisadas en la terraza, duchas compartidas y "te quieros". Nada más. Aunque últimamente noto lo mucho que me busca por la noche, pero se da cuenta de que no me apetece en absoluto y termina abrazándome toda la noche.

He acabado en la ducha y he terminado llorando tras muchas reflexiones. Mia no se merece esto que estoy haciendo. Quizás ha llegado el momento de contar todo esto que siento, creo que tengo depresión ¿Por qué? No sé exactamente, pero me encantaría averiguarlo.

Huele bien. De hecho el olor me dirige a la cocina, pero unas manos me sorprenden tapándome los ojos. Me muerdo el labio y una risa proveniente de detrás de mí, hace que sonría de una forma inexplicable.

– Lasaña. -Susurro humedeciéndome los labios- Solo la haces cuando tienes ganas de algo o una buena noticia.

Se acerca a mi oído y comienza a susurrar de una forma sutil.

" Tú y yo. Este fin de semana. Solos. Piénsalo"

Me mira con una sonrisa, esperando mi respuesta. Nos miramos y no puedo evitar reírme. Solos... Suena bien.

– ¿A qué viene todo esto? -Pregunto mientras agarro su cintura y ella encoge los hombros.

– Creo que te vendría genial un descanso, aunque sean solo dos días. -Pone sus manos sobre mi cuello y la miro a los ojos- Te lo mereces.

– Te quiero, Mia. -Susurro y ella sonríe- Pero creo que es muy precipitado, además...

– Cállate. -Dice sobre mis labios- No sé si te has dado cuenta, pero llevo un rato esperando a que me des un beso.

Pero mis labios no se atreven a ir mucho más de un beso en los labios, porque en el momento que su lengua roza con la mía se repelen. Nos miramos a los ojos, pero ahora mismo estoy tan avergonzado que no quiero que me siga mirando. Me aparto de su lado y ando hasta la terraza, donde directamente las lágrimas comienzan a caer. Aunque mi escapatoria dura poco porque vuelvo a tenerla a mi lado, esta vez abrazándome.

– No es la primera vez que te veo llorando. -Acaricia mi espalda y yo me aferro a la suya- ¿Puedes dejar de esconder todo lo que sientes? Tienes una depresión encima que...

– Me estoy alejando de ti y lo peor es que soy consciente. -Susurro entre llantos y ella apoya su cabeza en mi hombro derecho- No es a propósito.

– No importa. -Dice mientras agarra mi cara con sus dos manos- En las buenas y en las malas, lo prometimos. Te quiero, Jesús.

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¡Bienvenidxs a la tercera y última temporada de esta novela!
Espero que la disfrutéis mucho y os lo paséis genial leyéndola. Me ayudaríais mucho comentando y dando mg, por favor si podéis hacedlo ¡No cuesta nada!

Un beso. 🥰❤️

Cuéntame al oído | Tercera parte | StoriesftGemeliersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora