Capítulo catorce: "Él y yo"

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La lentitud de Jesús me está agotando, no para de detenerse en todos lados. Ha comprobado dos veces si ha cerrado el coche y luego no encontraba las llaves de casa.

–¿Puedes abrir la puerta ya, Jesús? -Digo quizás enfadada y él suspira.

– ¿He cerrado el coche? -Pregunta por tercera vez y yo alzo una ceja.

– ¿Es coña verdad? -Me río y él niega con la cabeza- Jesús no me jodas, abre ya.

Da un largo suspiro y me mira. Que raro, estaba segura de que Jesús había cerrado la puerta cuando salimos de casa. Tengo una manía muy fuerte desde pequeña, comprobar más de una vez que las puertas de casa están bien cerradas. Cuando era muy pequeña entraron a robar en mi casa y rompieron la puerta a patadas, desde entonces tengo muchas inseguridades respecto a ese tema. Por eso me he puesto tan nerviosa cuando me he dado cuenta de que Jesús se había olvidado de cerrar.

– Te dije que cerraras la puerta. -Me quejo y él comienza a reírse.

Enciendo la luz del salón y alzo una ceja al ver este panorama. No puede ser verdad.

– ¡Sorpresa! -Dicen entre todos y yo me muerdo el labio.

Están todas aquellas personas que no podían hacer planes hoy: Dani; Carol; Laura y Cristina. Miro a Jesús y él hace lo mismo, así que supongo que ha planeado esto por algo en especial... Simplemente estoy sorprendida.

– ¿Qué hacéis aquí? -Pregunto sonriente mientras trato de abrazar a todos- Y todos. Que emoción.

– Tu novio nos dijo que estabas un poco triste y que necesitabas compañía. Así que bueno, aquí estamos. -Contesta Laura y sonrío- Por cierto ¡Qué guapa estás!

Jesús me acaricia la espalda y de un momento a otro desaparece, pero lo dejo pasar porque estoy hablando con todos a la vez. Hemos cenado y montado una pequeña fiesta. Ahora mismo daría lo que fuera por estar sin muletas y sin la asquerosa escayola, porque me impide hacer muchísimas cosas y entre ellas está bailar, saltar y hacer cualquier cosa que implique movimientos bruscos.

Dani está mirando sonriente a Carol y la observa mientras baila con Laura y Cris. Jamás he visto una relación tan sincera y apasionada como la que tienen ellos, en serio es admirable.

– Se te va a caer la baba. -Susurro sentándome a su lado y él se ríe.

– Se me cae. -Responde guiñándome un ojo- ¿Dónde está Jesús? No ha cenado.

– No sé, se metió dentro y no ha vuelto a salir.

– ¿Estáis igual? -Pregunta cruzado de brazos y asiento con la cabeza- Joder, vaya mierda.

Me da un beso en la frente y comienza a hablar conmigo sobre todos los planes de futuro que tienen, entre ellos las ganas que de viajar y formar una familia enorme. La ilusión con lo que me cuenta todo esto llama bastante la atención, se notan las ganas en esta conversación.

Me levanto y camino hacia dentro. Quiero hablar con Jesús y que venga con nosotros. Además, ni siquiera ha cenado. La puerta de la habitación está cerrada, pero yo la abro y descubro que está metido en la cama. Está y tapado con la sábana hasta arriba, solo hace esto cuando está llorando y muy triste. Lo conozco demasiado bien.

Tomo asiento en el borde de su lado de la cama y destapo un poquito la sábana, pero descubro que está dormido y al lado de la mesa hay una botella de vino. Intuyo que ha estado bebiendo en todo este tiempo.

– Jesús... -Susurro acariciándole la cara- Despierta.

Entreabre los ojos, pero los vuelve a cerrar e intenta taparse de nuevo la cabeza. Suspiro, pero sigo insistiendo en que se despierte.

– Gracias. -Sonrío y él me mira por un hueco muy pequeño que ha destapado- Por organizar todo esto y hacer que me olvide por un momento de lo que ha pasado.

– Solo quería verte contenta. -Responde incorporándose.

Se acomoda el pelo con la mano derecha y mientras tanto observo cada movimiento que realiza.  Solo puedo recordar esa última frase que sinceramente me ha sorprendido. Nos miramos por un par de segundos y me doy cuenta de nuevo que este silencio que invade esta habitación es muy incómodo. Me muero de ganas por darle un abrazo.

– Te voy a echar mucho de menos. -Dice mientras agarra mi mano.

– Y yo a ti. -Estoy aguantando las ganas de llorar a más no poder- ¿Por qué no te vienes fuera? Estamos todos y no has cenado.

– No me apetece. Prefiero quedarme aquí. -Comenta con media sonrisa- Disfruta que te lo mereces, Mia.

Por estas simples cosas es por las que lo quiero tanto. Este silencio me incita a salir de la habitación, pero a la vez quiero quedarme. Finalmente me lanzo a sus brazos y él suspira mientras me acaricia la espalda. Estoy enamorada de él, llevo años estándolo y quiero seguir así, compartiendo pequeños momentos y disfrutando de la compañía. Por eso ahora mismo se dirige a mis labios y se aferra a ellos durante mucho tiempo, sin apartarse ni tener ningún tipo remordimiento ante esta acción.

– Ahora sí que me apetece cenar. -Asegura con una risa.

Me ayuda a levantarme y ambos caminamos hacia el  salón. Dani sonríe al ver aparecer a su hermano, sin duda es el que más me ha ayudado en todo y no sé cómo agradecérselo.

– He visto sonreír a Jesús por primera vez después de mucho tiempo. -Dice Cristina mientras lo observa- Déjame adivinar... Todo ese rato habéis estado dándole a la lengua.

Las risas; la compañía y la alegría invaden estas cuatro paredes. Sin duda este ha sido el mejor día de toda la semana, no solo por la compañía, también porque creo que he arreglado gran parte de mi relación con Jesús y creo que eso es lo más importante.

Cuando salen todos por la puerta se crea un vacío existencial en nuestra casa. De nuevo el silencio invade las paredes y puedo asegurar que ahora mismo grito, posiblemente habría eco. Nos miramos y de nuevo vuelven las dudas, puedo observarlas en su mirada.

Por ello me acerco de nuevo a él, que se humedece los labios y me agarra la cara para hacer lo mismo con los míos. Quizás para muchos un beso no significa nada, pero para mí ahora mismo lo es todo.

– Estamos solos. -Susurra con una risa.

Me agarra las piernas para cogerme en brazos y nos reímos porque no puedo doblar la pierna, aunque le importa bien poco porque acabamos en la cama. Las risas, las caricias y los besos son los protagonistas esta noche. Es la primera vez que lo noto tan seguro conmigo después de mucho, pero mucho tiempo. Porque esta noche se ha atrevido a desnudarse sin pensárselo en ningún momento, pero también a desnudarme a mí y a besarme más allá de los labios.
Después de algo más de tres meses hemos tenido intimidad. Él y yo. No pido más.

Cuéntame al oído | Tercera parte | StoriesftGemeliersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora