Capítulo veinticinco: "Un adiós definitivo"

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No me ha sonado el despertador esta mañana, por lo que he llegado tarde al trabajo. He tenido suerte y no me han llamado la atención, pero digamos que está siendo una mierda de día. Recuerdo una y otra vez la respuesta de Jesus.

"No todo gira en torno a ti, Mia"

No he tenido fuerzas para contestarle. Sigo pensando en una respuesta para que me deje en visto, de esas que marcan y te quedas pensando ¿Y ahora que respondo? Odio que me dejen en visto, pero ahora mismo daría lo que fuera porque esto pase. Mientras me tomo el café sostengo el móvil en la mano, en su chat una vez más. Decídete ya, Mia, eres de tomar decisiones rápidas.

He acabado borrando el mensaje que había escrito, me he arrepentido. Menos mal que existe esa maravillosa opción, si no no sé qué haría en muchas ocasiones. También ha acabado contestándome.

Jesús Oviedo: Tranquila, no voy a meterme más en tu vida
Jesús Oviedo: Espero que te vaya bien en todo, Mia. Un beso❤️

No me da tiempo a contestarle porque ya no me aparece su última hora de conexión. Ni su estado. Por último su foto de perfil. Y esto solo puede significar una cosa, un adiós definitivo. Tampoco quería esto... Jesús ha formado y forma parte de mi vida. Tenemos muchísimas amistades en común e incluso tenemos una sobrina. Por suerte o por desgracia, no sé qué sería en este momento, tendremos que vernos en más de una ocasión.

Y por más que quiera pensar en otra cosa, no puedo. Todo me recuerda a él, las fotos; los lugares e incluso la comida. No puedo mirar a Guille sin pensar que dentro de poco van a volver a verse y que posiblemente también me encuentre con él. Me pondré nerviosa y me temblarán las manos, e incluso me imaginaré que apesto a sudor de los nervios cuando ni siquiera es verdad.

Guille🌹❤️: Hola guapa, quieres que te recoja y vayamos a comer a algún sitio guay? Invito yo😜❣️

Mi cuerpo dice sí, pero mi mente dice no. Por eso no le contesto. He acabado encerrándome en el vestuario, lavándome la cara para quitarme todo el maquillaje y arrancarme el collar que aún llevo puesto. Roto, completamente roto. Aunque rota estoy yo, un collar es solo material.

Noto como la ansiedad me consume y que el llanto no cesa ¿Motivo? No lo sé, me notaba bien y de un momento a otro me he derrumbado. Intento calmarme, pero me es imposible ¿Se puede saber qué te pasa, Mia?

 Intento calmarme, pero me es imposible ¿Se puede saber qué te pasa, Mia?

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La puerta del vestuario se abre y Raquel se acerca a a mí. Es una de las personas que más me ha ayudado en todo momento, sobre todo en todos mis ataques de ansiedad aquí en el hospital.

– Tranquila. Estoy aquí. -Susurra mientras me abraza y me aferro a su espalda.

No me hace falta contarle nada porque sabe perfectamente lo que me pasa. Lo mismo de siempre. Incluso ha llamado a Guille, quien ha venido bastante preocupado hasta aquí. No le ha faltado precisamente tiempo para chivarse de todo...

– ¿Vas a hablar conmigo ya o prefieres seguir callada? -Pregunta cuando llegamos al semáforo en rojo- No sé, Mia. Me ha llamado Raquel otra vez diciéndome que has tenido otro ataque de ansiedad -Recalca cada vez que dice "otro/a"- Y no me dices el motivo.

Me mantengo en silencio y él tira la toalla, refunfuña y mira para el frente. Está enfadado. Odio contar mis problemas, intento hacerme la autoayuda, cosa que no debería hacer porque sé que no me va a funcionar. Sé aconsejar muy bien y ofrecer una ayuda maravillosa a todo el mundo, pero no sé hacer eso conmigo misma. Quizás por eso me va tan mal en todo últimamente.

Cuando salimos del coche, noto como algo húmedo acaba de impactar en mi cabeza. Guille se lleva la mano a la boca, no sé si es porque va a reírse o si le causa náuseas.

– Me cago en la puta. -Maldigo mientras vuelvo a subirme en el coche- Vaya mierda de día.

– Para mierda la que tienes en la...

– Guille, haz el favor de callarte. -Exijo nerviosa, mientras observo mi pelo repleto de caca de pájaro- Por favor.

No ha parado de reírse en todo el camino hasta que he llegado a mi casa y me he lavado el pelo. Al menos esto ha hecho que me ría un poco.

– ¿Se te ha pasado ya el enfado? -Pregunta agarrándome la cintura y yo ruedo los ojos- Anda dame.

Se ríe de nuevo mientras me cepilla el pelo y detrás de esa sonrisa puedo observar muchas cosas. Entre ellas amor, nos queremos muchísimo y me lo demuestra cada día. Por otro lado veo también felicidad y unas buenas vibras que me transmiten muchísima confianza. Me doy cuenta de que lo estoy mirando como una tonta y parece que se ha dado cuenta.

– ¿Puedes volver a sonreír? -Dice mientras suelta el peine en el lavabo y yo alzo una ceja- Lo digo en serio, hazlo.

– ¿Por qué?

– Porque hace mucho tiempo que no me sonreías de esa forma. -Dice mientras me agarra de la cintura- Estás triste desde hace bastante tiempo y te crees que no me doy cuenta, pero...

– Pero te das cuenta de todo... -Termino la frase y él asiente- No están siendo unos días muy buenos, Guille.

– ¿Te ha pasado algo con Jesús? -Alza una ceja y yo suspiro de nuevo- Mia...

– Me ha bloqueado en WhatsApp y cuando él hace eso significa que...

– Que no quiere volver a hablarte nunca más. -Acaba esta vez él la frase y yo asiento.

Nos quedamos en silencio durante un rato, hasta que termina dándome un beso en los labios y yo le dedico media sonrisa. Sabe que quiero a Jesús y lo entiende absolutamente todo, supongo que para él tampoco es fácil esto. No es fácil para nadie. Ni para Jesús, ni para Guille, ni para mí. Repito que no es plato de buen gusto que tu exnovia esté con uno de tus mejores amigos.

Cuéntame al oído | Tercera parte | StoriesftGemeliersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora