Capítulo cuarenta y nueve: "Solito"

82 8 0
                                    

Jesús Oviedo

Mia llegó. Bastante tarde de lo normal, no suele alargarse mucho porque sé que Dani y Carol se van a dormir temprano. Sin embargo; ella llegó más allá de las dos de la mañana y es por eso lo que me extraña tanto. Entró por la puerta y atravesó el pasillo, pero antes de entrar en la habitación me dio un beso deseándome unas buenas noches. Y ya no sé nada más de ella. Estoy tumbado a su lado, mirando al techo. Aunque por mucho que le pregunte si le pasa algo, no me responde. Lo que sí sé es que está despierta.

– ¿Has cerrado la ventana de la cocina? -Pregunta finalmente, yo asiento- Genial.

Y después de preguntar lo mismo de todas las noches, se gira para volver a darme la espalda. Aprovecho esta ocasión para pegarme a ella, abrazar su espalda y besar su hombro. Estoy casi seguro de que ha pasado algo en casa de Carol.

– Mañana es por la tarde podríamos hacer algo, si quieres...

– Creo que voy a volver a mi casa. -Me interrumpe y yo trago saliva, mierda.

– Esta también es tu casa. -Respondo y ella suelta una risa- ¿Por qué?

– Creo que es simplemente lo mejor.

Ambos nos quedamos en silencio y da una largo suspiro. Se gira y me acaricia la cara, mirándome a los labios. Lo peor de todo es que sabía que iba a decirme eso en cualquier momento, pero no tan pronto...

– ¿Me puedes contar ya qué es lo que te pasa? -Pregunto después de haber estado en silencio, ella suspira- No me gusta verte así...

– ¿Crees que hice bien en tomarme las pastillas?

Entonces supongo que ha acabado enterándose del embarazo de Carol. Dani me comentó que Carol no pensaba contárselo aún, que por su bien no era lo más adecuado, pero no sé qué ha sido peor...

– Era lo mejor ahora mismo, créeme. -Sonrío y ella asiente- Además, así podremos hacer todos los planes que queremos ¿No crees?

– Pues sí. -Se ríe y finalmente sonríe.

Una de las cosas que más me gusta es verla sonreír, por eso acabo de quedarme embobado mirándola. Sigo enamorado de la misma mujer muchísimos años. De la misma risa; del mismo cuerpo; de la misma sonrisa y forma de pensar. Y siendo sincero creo que voy a estarlo toda mi vida.

– Te quiero muchísimo. -Susurra sobre mis labios y yo sonrío.

Comenzamos a besarnos, pero al rato mi móvil comienza a sonar de manera constante y esto hace que me desconcentre totalmente.

– Léelo después. -Me pide y asiento con la cabeza.

Intento cerrar los ojos, para concentrarme, pero me es imposible. He acabado cogiendo el móvil y la cara de Mia es un auténtico cuadro, pero se ha acabado riendo y se ha ido al baño. Y efectivamente es la persona que yo creía: Dani.

"Dani❤️: Puedo quedarme en tu casa a dormir?
He discutido con Carol
Prometo irme por la mañana, no puedo volver ahora a casa
Sé que es tarde"

Suspiro y en vez de contestarle a esos mensajes, decido llamarlo por teléfono.

– Está bien. -Respondo a regañadientes- Tienes unas llaves, cierra la puerta cuando entres.

– Se me han olvidado ¿Puedes abrirme? Estoy en la puerta. -Afirma y yo acabo rodando los ojos.

Me levanto de la cama, pero antes de abrirle me subo los pantalones que acababa de bajarme.

– Que frío joder... -Dice mi hermano mientras intenta calentarse con sus manos- Préstame un pijama, por favor te lo pido. Calentito. -Dice junto a una risa- Buenos noches, gracias por acogerme en vuestra humilde morada.

– Coge el que quieras, está en la habitación.

Él se ha adelantado para coger un pijama, pero yo me he quedado cerrando la puerta de mientras.

– ¿Y tú qué haces aquí casi a las tres de la mañana? Da gracias a que estábamos despiertos. -Dice Mia y después carraspea la voz- El sofá se hace cama, ponte cómodo.

– Gracias, os quiero. -Dice mientras lanza miles de besos y yo suelto una risa- Bueno, no os molesto más. Buenas noches, que descanséis familia.

– Buenas noches, Dani. -Decimos ambos al unísono y después cierra la puerta de nuestra habitación.

Mia cruza los brazos, pero yo respondo encogiendo los hombros. Siempre le pasa lo mismo a Dani, yo no sé porqué, pero siempre acaba en mi casa después de haber discutido con Carol.

– Jesús, está tu hermano. -Comenta en cuanto vuelvo a besar su cuello.

– ¿Y? -Me río y ella rueda los ojos- Como si fuera a enterarse.

Se ríe, pero me da un beso y las buenas noches. Suspiro y me doy cuenta de que no voy a poder dormir así, pero acaba dándose cuenta de mi entrepierna y se ríe de nuevo, aunque esta vez con una pequeña carcajada.

– ¿Tú no sabes hacer las cosas solito? -Pregunta junto a una risa- No sé, pregunto...

– ¿Por qué eres tan mala? -Me río y agarro su cintura- Siempre igual.

Nuestras miradas se cruzan de nuevo. Reflejan ganas y sobre todo deseo, de querer algo más que un beso esta noche. Por eso se ha puesto encima de mí y nos quitamos la ropa entre besos y risas, por intentar estar en silencio, pero parece prácticamente imposible.

Y efectivamente has ido imposible, entre la cama y nuestros intentos de callarnos. Seguramente mañana mi hermano me dirá: "Anoche te lo pasaste bien, eh". Pues sí, bastante bien. Lo mejor después de follar es estar abrazado al lado de la persona con la que has compartido ese momento. Posiblemente me duerma en breves segundos, se me están cerrando los ojos. Aunque quiero mantenerme despierto, Mia acaba de levantarse y observo cómo se recoge el pelo con una trenza antes de ir a dormir, como hace cada noche. También miro de arriba a abajo, contemplando sus curvas y mordiéndome el labio. Porque es y está espectacular.

– ¿Qué miras tanto? -Dice con media sonrisa- Anda, vamos a dormir.

– Me encantas. -Tiro de su brazo para que acabe de nuevo a mi lado- Y te juro que nunca voy a cansarme de repetírtelo.

Cuéntame al oído | Tercera parte | StoriesftGemeliersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora