Jesús Oviedo
Son casi las cuatro de la mañana y tengo que estar en el hospital a las ocho. He llegado a casa, con los pies reventados y apestando a alcohol. También he tenido la valentía de haber llegado en coche cuando estaba híper borracho, además de haber llevado a Guille y a Carlos hasta su casa. Sinceramente no me encuentro demasiado bien, tengo ganas de vomitar y me retumba la cabeza.
He acabado en la ducha y he perdido ahí la noción del tiempo. No sé cuánto tiempo ha estado cayéndome agua en la cabeza, hasta que ha venido ella.
– Te dije que volverías tarde y mira, anda que me equivocaba. -Se queja mientras me saca de la ducha y me enrolla con la toalla- Tienes fiebre, que lo sepas ¿Has pasado frío?
– No me regañes, me duele la cabeza. -Suspiro y ella frunce el ceño.
Refunfuña mientras nos dirigimos a la habitación y me ayuda a vestirme, aunque preferiría quedarme desnudo con ella. Y tengo calor, mucho calor. Por eso le insisto en que solo debería ponerme unos calzoncillos. Por cierto, encantaría comerme un helado de limón tirado en el suelo ¿Y qué tiene que
ver todo esto? Que mareo.– Buenas noches. -Dice mientras se vuelve a meter en la cama y yo me abrazo a ella- Apestas a Ginebra barata. Siempre acabas bebiendo garrafón, no sé cómo lo haces.
– Quizás por eso siempre acabo han borracho. -Me río y ella hace lo mismo- Podrías haber venido, hace un montón de tiempo que no salimos a ningún lado juntos.
– No me apetece meterme en un bar durante horas a emborracharme, cosa que tampoco debo hacer.
Beso su hombro y cierro los ojos, me quedaría así durante horas. Perdería así la noción del tiempo. Rato después se gira para apoyarse en mi barriga y tumbarse de lado en la cama, en horizontal, y aunque le insisto que es una postura bastante incómoda, no quiere tumbarse como lo hacen normalmente las personas ¿Quién duerme con los pies colgando?
– He hablado con Pablo. -Dice junto a una sonrisa de oreja a oreja- He vuelto a hablar con mi hermano después de casi dos años ¿Increíble eh? -Se ríe y yo asiento- ¿Pero sabes lo más fuerte de todo? Mis padres llevan más de un año ocultándome que ha tenido un hijo y que viven en Cádiz.
Y mientras me cuenta todo lo que ha pasado mientras he estado fuera, no puedo evitar sonreír al observar la ilusión durante la narración. Hasta que finalmente suspira y nos miramos a los ojos, está guapísima. Me alegro un montón por ella, porque por fin ha conseguido hablar con su hermano pequeño. También me ha enseñado fotos de su sobrino, aunque como ella dice "Es nuestro".
– Me encantaría volver a trabajar. -Confiesa con pena- Me llenaría de vida.
– No tengas prisa, intenta recuperarte y ya después puedes hacer todo lo que quieras y pueda.
Echo de menos muchas cosas, pero tampoco puedo quejarme porque hace menos de un mes tenía muchísimo menos. Beso sus labios, porque me apetecía. Me ha dicho que tiene sueño, pero no lo parece cuando es ella la que ha rodeado mi cuello con sus manos para aferrarse a mi boca. Es la primera vez que nos besamos así con tanta... pasión después de tanto tiempo. Y se nota. Me susurra al oído una cosa y yo suelto una risa cuando comienza a desnudarse. Y cuando vuelve a besarme, lo hace agarrándome la cara y rodeando sus piernas en mi cadera para pegarme más a ella. Hace calor. Ya no hay ropa entre nosotros y ambos tenemos la respiración bastante agitada.
Cuando vuelvo a besar sus labios suelta un gemido ahogado y ambos nos damos cuenta de que mi erección no deja de aumentar. Puedo decir que estoy incluso nervioso, joder hace muchísimo tiempo que no nos tocamos y esto es demasiado extraño. Me moría de ganas de volver a besar sus labios, pero esta vez no me refiero a los de la boca. Y lo he podido notar por sus gemidos, porque ella parece que también se moría de ganas.
– No tenemos condones, para que lo sepas. -Asegura con una risa y yo alzo una ceja- Y no tomo la pastilla, así que... -Suspiro mientras sigue rebuscando en el cajón, pero nada- Da igual.
Después de este pequeño inciso decide ponerse encima de mí sin previo aviso. Calor, gemidos, sudor y mucho ruido, así es como describiría esta situación. Nuestras miradas se cruzan de nuevo cuando me pongo encima de ella y mi lengua roza todo su pecho de forma vertical. Esto no entraba dentro de mis planes hoy, pero ha sido muy, pero que muy bienvenido. Lo que siento por ella es increíble, inexplicable.
Y cuando alcanzamos el honorado orgasmo, la respiración aumenta considerablemente y ambos nos miramos a los ojos para acabar finalmente con un beso. Y sabes que ha ido bien cuando le tiemblan tanto las piernas como la voz. Volvería a meterme otra vez en la ducha. Mira hacia el techo, pero yo la sigo mirando a ella como un tonto que está enamorado hasta los huesos.
– Te levantas en menos de dos horas. -Dice después de haber mirado el reloj- Creo que ya es hora de dormir.
Seguidamente cierro los ojos, solo cinco minutos. Aunque lo siguiente que suena es la alarma de mi móvil, las siete de la mañana. Genial. Me restriego los ojos y suspiro, que sueño y que pocas ganas de irme tengo ahora mismo. Esta siesta no me ha sentado nada bien. Antes de levantarme miro hacia mi izquierda y la veo ahí, abrazada a un cojín y con una cara preciosa. Está guapísima hasta dormida. Dejo un beso en su mejilla y entreabre un ojo, después se ríe.
– A trabajar. -Vacila acurrucándose en la cama y yo ruedo los ojos.
– Eres malísima. -Me río y ella hace lo mismo- En fin.
Tira de mi brazo antes de que salga de la habitación y besa mis labios. Después vuelve a acomodarse para seguir durmiendo. Creo que voy a beberme dos cafeteras enteras de café solo, sin azúcar y sin leche ¿Me quedaré dormido hoy trabajando?
Penúltimo capítulo...
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Cuéntame al oído | Tercera parte | StoriesftGemeliers
FanfictionPorque todas las promesas aún se tienen que cumplir.