Capítulo cuarenta y cuatro: "Las llaves"

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Esta última semana ha sido súper triste. No me apetece hablar de nada y estoy realmente sorprendido ¿Cómo te pueden cambiar el humor de un día para otro? De mi casa al trabajo. Nada más. Estoy harto. No hablo con Mia desde que le conteste a su mensaje con un simple vale. Aquella noche que fui a casa de mi madre y acabé quedándome a dormir porque sinceramente no me sentía con fuerzas. Como ahora.

No pienso hacer nada en mi día libre. Tengo planes con el sofá y Netflix, poco más. Aunque he de decir que he hecho un pedido en una pizzería para las once aproximadamente.

Mi hermano lleva todo el día preguntándome si me apetece hacer algo con él, pero al final no hemos quedado en nada y ha dejado la conversación por imposible. Casi que lo agradezco. ¿Que qué me pasa? Pues sinceramente ni yo mismo lo sé.

Y ahí está de nuevo llamándome mi hermano, por segunda vez en menos de diez minutos. Decido cogérselo, pero como me suelte cualquier tontería juro que cuelgo.

– ¿Daniel, qué pasa? -Ruedo los ojos y me incorporo.

– ¿Puedes abrir la puerta? -Pregunta rápidamente y yo alzo una ceja.

– ¿Qué?

– Joder Jesús, ábreme. -Se queja y hace que me levante.

Que mi hermano venga a mi casa es raro, lo es más aún que se presente aquí. Tan tarde además.

– Por fin sé algo de ti. -Dice mientras pasa hacia el salón y se sienta en el sofá- ¿Qué ves? Oye aquí huele a humanidad, abre un poco.

– ¿A qué has venido?

– Hace mucho tiempo que no nos vemos. Cuéntame ¿Qué tal el reencuentro con Mia? -Pregunta mientras se lleva un par de patatas fritas a la boca.

– No me apetece hablar de ella. -Respondo sentándome a su lado y él me mira sorprendido- En serio, no me apetece hablar.

– Pero... ¿Ha pasado algo?

– No. -Frunzo el ceño- Es una larga historia.

– Tengo tiempo. -Asegura con una risa.

Mientras le cuento todo lo que pienso y lo que pasó aquella noche con los chicos, Dani permanece callado. Sé que ahora va a regañarme, por eso está en silencio y asintiendo todo el rato. Y cuando acabo, da un largo suspiro, carraspea la voz y me mira fijamente. Esto no va a ir bien.

– Mira Jesús. -Suspira de nuevo- No sé que quieres, en serio. Cuando no estabas con ella, estabas deseando volver a verla. Ahora que por fin volvéis juntos, dudas de nuevo. -Se ríe y yo ruego los ojos- Joder macho ¿Qué quieres?

– No lo sé, Dani.

– ¿Te gusta otra? -Pregunta serio y yo niego con la cabeza- ¿Entonces por qué dudas?

– No lo sé.

– Deja de decir esa frase, por favor.

Después de estar hablando bastante rato sobre este tema, decidimos pasar a otro totalmente distinto. Hacía bastante tiempo que no me reía de esta forma con Dani.

– Ah ¿Sabes qué? -Niego y él suelta media sonrisa- Carol está embarazada otra vez.

Y hemos celebrado esta noticia brindando y cenando la pizza que pedí antes. Sin duda alguna me lo he pasado genial y me encantaría que todas las noches pasase esto. Echo de menos a mi familia. No me gusta vivir solo.

– ¿Ya te vas? -Suspiro y él asiente- Veniros cuando queráis.

– Lo tendré en cuenta. -Me guiña un ojo y después golpea mi brazo- Oye, no cierres la puerta.

– ¿Por qué? -Pregunto extrañado y él se mete corriendo en el ascensor- Qué raro es. -Pienso con una risa.

Recojo el desastre que hemos montado en un momento, tengo que reconocer que me ha entrado bastante sueño. Mientras busco las llaves de casa para cerrar la puerta, recuerdo la frase de Dani.

No cierres la puerta.

Juro que se han esfumado. Como por arte de magia, en serio. Odio que me pasen cosas así, estaban en la mesa de la entrada. Justo donde están siempre, que coraje.

Al final lo he dado por imposible, he acabado en la cama porque estoy agotado. Decido coger el móvil para ver si tengo algún mensaje de alguien, pero para mi sorpresa no es así.

Me he metido en su chat. No he podido resistirme a escribir un mensaje, pero mi cobardía ha hecho que lo borre. Y cuando me atrevo de nuevo a escribir un simple hola, escucho un sonido que proviene de fuera. Concretamente es un sonido de unas llaves, por eso me levanto. Me he levantado muy rápido y me dirijo aún más hacia la puerta, para abrirla.

– Joder. -Digo llevándome la mano al pecho- Que susto, coño. -Me apoyo en la puerta- ¿De dónde las has sacado?

– Hola a ti también. -Dice extrañada y suspiro, quizás aliviado- Ha sido Dani.

– Me lo suponía. -Me río y ella me mira frunciendo el ceño- Lo siento, estaba asustado. No encontraba las llaves y pensaba que las había perdido.

¿Qué hace aquí a estas horas y por qué no me había dicho que venía? Pasa dentro de casa y deja una maleta en la entrada, la cual miro asombrado.

– ¿Qué haces aquí? -Alzo una ceja y ella suspira.

– Te dije que me vendría una temporada aquí. -Sonríe y yo asiento- Y bueno... Aquí estoy. -Se muerde el labio mientras se acerca a mí- ¿Qué pasa, Jesús? -Pregunta rodeando mi cuello con sus manos.

– Nada, solamente estoy cansado. Me voy a dormir, hablamos mañana. -Digo mientras me aparto de ella y me mira de nuevo extrañada- Duerme dónde quieras, el sofá se hace cama.

– ¿No quieres dormir conmigo? -Pregunta siguiendo mis pasos- Sé que llevamos varios días sin hablar, pero eso no te da ningún motivo para ser tan pasivo.

Y tiene toda la razón del mundo, pero no tengo ganas de hablar con nadie. Mucho menos me esperaba que apareciera esta noche en mi casa...
Se sienta a mi lado, en la cama y me mira fijamente mientras yo la tengo perdida por toda la habitación. Mirando a la nada.

– Voy al baño, vengo después.

Sus palabras se repiten en mi cabeza, como una pesadilla. Por eso le tapo la cabeza con el edredón y me quedo dentro hasta quedarme dormido. Solo quiero que esta noche se pase rápido, muy rápido.

Cuéntame al oído | Tercera parte | StoriesftGemeliersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora