Mia
Mis padres han recibido a Jesús otra vez como si no hubiera pasado nada, una vez más ahí ahí sentado en el mismo sofá donde hemos compartido mil cosas. Aunque más bien está dormido y yo estoy observándolo mientras me tomo un café con mi madre.
– Tienes la misma cara de idiota que hace un par de años. -Dice junto a una risa- ¿Qué vas a hacer?
– ¿Yo? -Me señalo y ella asiente- Pues no lo sé.
– ¿Por qué no le propones que se venga a vivir contigo? Así podéis pasar más tiempo juntos.
– Porque no quiere vivir aquí, ya me lo dejó claro antes de que pasara todo. -Respondo junto a un suspiro- Me encantaría, además sé que no puede dejar el trabajo.
– ¿Y si te vas tú? -Pregunta con media sonrisa- Ahora tienes tiempo y...
– ¿Volver a Sevilla? -Alzo una ceja y suelto una risa absurda- Ni de coña.
Me quedo pensando en esto último ¿Sevilla? No creo que sea buena idea volver después de haber salido huyendo de allí hace ya casi un año. Por otro lado allí están todas mis amistades, podría ver a Carol casi a diario y eso es un punto muy a favor. También creo que es demasiado pronto para estar pensando en esto... creo.
– ¿Por qué tienes los tobillos tan hinchados? -Pregunta mi madre extrañada cuando me levanto para dejar la taza en el fregadero.
– Retención de líquidos, he comido muchísima comida basura estas últimas semanas. -Miento rápidamente y ella alza una ceja.
– ¿Segura? -Pregunta no muy segura- Deberías venir a comer más a casa, no tienes tiempo para comer bien y menos sola.
– No empieces, mamá. -Ruedo los ojos y vuelvo a sentarme.
Como se entere de que he tomado pastillas para abortar va a estar sin hablarme una buena temporada. Por eso no quiero que se entere, por nada del mundo.
– Jesús. -Digo mientras me siento a su lado para despertarlo- Buenas tardes. -Susurro en su oído y él comienza a gruñir.
– Cinco minutos. -Se queja dándose la vuelta- Un ratito más.
– No va a dar tiempo a nada, venga. -Me quejo y él se lleva las manos a la cara para restregarse los ojos- ¿Quieres un café?
– ¿Pueden ser veinte? -Se incorpora y bosteza seguidamente.
Me río y me levanto para traerle uno, me lo agradece y me pide que me siente a su lado. Se apoya en mi hombro izquierdo y yo ruedo los ojos, que hombre.
– Estás muy guapa. -Me dice al oído, después deja un beso sobre mi hombro- Te voy a echar de menos que lo sepas.
Si fuera por mí pasaría el día pegada a él, como si fuera una lapa. Ha sido mi terapia durante estos días de mierda y ha conseguido que la tristeza se desvaneciera de un momento a otro. Estoy muy agradecida, en serio.
– Quédate. -Digo sin pensarlo más veces y él suelta una risa- Solo un par de días más, por favor.
– No puedo. -Explica haciendo una mueca con su cara- Trabajo y no puedo pedir más vacaciones. Lo siento... -Suspiro y él me acaricia el brazo- Pero sabes que puedes llamarme a cualquier hora del día, si necesitas cualquier cosa me llamas y ahí estaré.
Mis padres han salido un momento a comprar un par de cosas, hemos aprovechado la ocasión para salir a la terraza y disfrutar de los últimos rayos de Sol del día. Es un auténtico lujo.
– ¿Cómo te encuentras hoy? -Me abraza por detrás y yo encojo los hombros- Tienes mejor cara.
– Se puede decir que bien. -Respondo con media sonrisa- Mejor.
– Me alegro.
Me giro para quedar justo delante de él. Me da un beso en la frente y terminamos abrazados, una vez más.
– Tengo muchísimas ganas de viajar ¿Te acuerdas cuando fuimos a Canarias? Me encantó ese viaje. Creo que ese fue el verano que más morena estuve. -Comento con una risa y él asiente- ¿Por qué no nos vamos a algún sitio? Dani me dijo que tenías ganas de ir a Mallorca.
– Sí, pero a saber cuando podemos ir. -Suspira y yo encojo los hombros.
– En verano.
– En verano. -Repite con una voz bastante floja- Bueno, ya vamos hablando...
Se queda callado y sinceramente me extraña... Quizás no le hizo tanta ilusión como a mí.
– ¿Estás segura de esto? -Pregunta después de un buen rato en silencio- Quiero decir, de todo lo que está pasando entre nosotros.
– Estoy más segura que nunca. -Lo miro fijamente a los ojos y él asiente- ¿Pasa algo?
– No, solamente tenía esa duda. -Sonríe- Me voy tranquilo.
– ¿Por qué lo dices?
– Porque pensaba que esto se iba a quedar aquí, pero creo que puede ir a más. -Dice con media sonrisa y no puedo evitar morderme el labio-Te quiero muchísimo, por si aún no te había quedado claro, Mia.
Me lanzo a sus labios y su lengua no tarda en ponerse en contacto con la mía ¿Qué es lo que hace que siempre volvamos? No lo sé, pero igual es que está persona que ahora mismo me está agarrando el culo con sus dos manos, es el amor de mi vida. Lo que pasa es que no éramos conscientes de lo que nos hacíamos falta, el uno al otro. Eso es lo que falló en nosotros.
Nos hemos ido cuando mis padres han vuelto, Jesús se ha despedido de ellos y les ha prometido volver dentro de poco, yo solo espero que sea cierto. Rezo porque lo sea. Hemos vuelto a mi casa, donde ha recogido sus cosas y le he ayudado a bajarlas al coche. En una hora se va y sinceramente no estoy preparada para ello. Quiero más. Necesito más.
– Me encantaría bailar contigo una última vez. -Dice encendiendo la tele para poner música- Como ayer.
Me agarra de la cintura y suelto una risa absurda. Nos pisamos los pies, pero no nos importa. Hemos estado un buen rato haciendo el tonto porque esto no va para nada con nosotros, pero el alma de fiesta que llevamos dentro se ha manifestado en cuanto ha empezado a sonar Bad Bunny de forma aleatoria. Nos hemos mirado de una forma muy peculiar y al principio me negaba totalmente, pero no he podido resistirme a bailar con él este temazo.
– Ya sé que quiero hacer cuando venga a tu casa. -Dice junto a una risa- Perrear contigo hasta las tantas de la madrugada.
– Aquí te espero. -Le guiño un ojo y él se ríe.
Ha intentado sacar su lado romántico, pero ha acabado saliéndole el lado más sexual posible y tengo que reconocer que me encanta.
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Cuéntame al oído | Tercera parte | StoriesftGemeliers
FanfictionPorque todas las promesas aún se tienen que cumplir.