Jesús Oviedo
Nos hemos despedido con el beso más largo que podría imaginarme. No dejo de pensar en lo último que nos ha pasado y mi reacción al escuchar las ganas que tiene de irse de aquí. Ahora mismo estoy conduciendo hacia la casa de Valentina, voy a recogerla para ir al aeropuerto. No me apetece en absoluto, pero no tengo más remedio, va a ser mi compañera de "habitación" y de trabajo durante un largo periodo de tiempo.
– Te voy a echar mucho de menos, Jesús.
Esta frase se repite en mi cabeza constantemente porque me la ha dicho mirándome a los ojos y de la forma más sincera posible. Aunque todo se evade cuando veo que Valentina está intentando abrir bruscamente la puerta de mi coche, no me ha dado tiempo ni a abrir.
– ¡Hola, estoy súper nerviosa! -Dice casi gritando y abanicándose- ¿Qué calor no? Pon el aire acondicionado ¿Tú no estás nervioso?
– Me estás poniendo nervioso tú. -Me río mientras vuelvo a arrancar el coche- Tómatelo como una excursión, pero al culo del mundo.
– Gracias por la aportación, estoy mucho más relajada sin duda. -Dice irónicamente y yo vuelvo a reírme- Que guapo te has puesto, madre mía.
Ruedo los ojos, ya empieza. Comienza a manipular la pantalla de mi coche, cambiando las emisoras de la radio y toqueteando el aire acondicionado para quitarlo y ponerlo. No ha parado de hablarme sobre lo nerviosa que está y la cantidad de "outfits" que lleva, lo que no sabe es que va a estar en uniforme todo el día, con una coleta mal hecha y el maquillaje corrido por el calor. No dejo de repetírselo, pero no me cree. Se va a llevar una gran desilusión.
– No me puedo creer que lleves 2 maletas, una mochila y un bolso. -Me quejo descargando todo del maletero y ella se burla de mí- En serio, esto es una exageración. Yo solo traigo una maleta y dos cajas, nada más. Venimos a trabajar, no a salir de fiesta.
– Hombre Jesús, algún día podremos escaparnos a algún lado ¿No?
– Valentina esto no es ninguna broma. -Digo serio y ella se muerde el labio- Si quieres irte de fiesta te quedas en Sevilla, no te tienes que ir a África precisamente.
Nuestra discusión sigue incluso hasta cuando entramos en el avión. Quiere hacerlo todo conmigo, incluso se ha pedido el mismo café que yo mientras esperábamos para facturar. Estoy muy agobiado ahora mismo.
– ¿Hay mucho trabajo allí?
– Vas a sentir presión todo el día, este año ayudo a coordinar todo. -Me río y ella rueda los ojos- La alarma suena a las cinco y media de la mañana, no te creas que hay mucha diferencia horaria entre Ghana y España. Es como tener un día intenso en el hospital, lo que pasa es que esto es a diario. Te acostumbrarás.
Se ha callado. Por fin. Quizás la he saturado de información y por eso ha dejado de hablar, aunque sinceramente lo agradezco. Me pongo los auriculares y comienzo a escuchar música, son casi quince horas de viaje y creedme que no tengo nada de ganas de escuchar a esta desquiciada. Solo espero que se pase lo más rápido posible, por favor.
Un par de siestas; conversaciones; cacahuetes salados y muchísimas horas más tarde...
Al final no ha sido tan pesado el viaje, teniendo en cuenta que me he pasado la mayor parte del tiempo durmiendo... Son casi las ocho de la mañana y acabamos de llegar al aeropuerto de Ghana, donde nos han recibido en una furgoneta para llevarnos al campamento. Vamos a un pueblo muy pequeño, ya me conocen desde hace mucho tiempo y siempre que vengo me reciben con los brazos abiertos.
– Este año hay mucho, pero que mucho trabajo. -Comenta la coordinadora, Claudia- Hemos reducido los descansos a la mitad, estas semanas van a ser duras. Más que nunca.
– ¿Los descansos incluyen irme de fiesta? -Pregunta Valentina con vergüenza y Claudia la mira desafiante- Era broma.
– Doctora López, serenidad. -Y por fin ha dicho la palabra mágica "Serenidad"- Venimos a trabajar, a ayudar y sobre todo a enriquecernos. Quizás debería replantearse el porqué está usted aquí ahora mismo.
Parece que no le ha servido de nada la charla que hemos tenido en el avión. Solamente cantaba, me hablaba sobre sus romances pasajeros y también cada uno de sus planes cuando termine esto. Valentina no es consciente aún de dónde se ha metido y cuando vea que la única que la va a devorar por las noches son los mosquitos, va a querer irse en cero coma.
– Vosotros dormiréis aquí. -Dice Claudia mientras abre la puerta de la caseta prefabricada.
– ¿Una cama de matrimonio? -Alzo una ceja en cuanto enciende la luz y ella asiente- Debe haber un error, no somos pareja.
– Aquí todos dormimos en camas de matrimonio, caben hasta cuatro personas. Menos quejas, Oviedo. -Masculla y yo ruedo los ojos.
– La otra vez dormíamos en sacos de dormir.
– Ahora por suerte tenemos camas y un techo estable. -Sonríe falsamente y yo asiento- Descansad, os vendrá bien.
Se marcha, dejándonos a Valentina y a mí solos. Doy un largo suspiro y ella comienza a quejarse de que hay demasiados bichos. Arañas y pequeñas moscas, lo normal. Una cama de matrimonio y una compañera acosadora, genial ¿Puede comenzar peor el día?
– Si quieres podemos mandarle una foto a Mia. -Comenta cuando me siento en la cama y se ríe- Es bastante incómoda, un colchón de espuma, pero resiste...
– Para. -Me quejo cuando dice esa última palabra- No va a pasar nada entre nosotros, cállate.
– Las noches son largas...
– Entonces pediré trabajar por las noches para evitar compartir cama contigo. -Cruzo los brazos y ella asiente- Vamos a llevarnos bien, por favor. Creo que ambos podemos aprender muchísimas cosas del uno al otro.
Nos miramos de nuevo, aunque esta vez es un duelo bastante frío e intenso. Ella se ríe y yo también acabo riéndome, al fin y al cabo es lo único que podemos hacer. Tenemos que aprender a convivir.
– Me gustas desde hace más de un año, Jesús. -Confiesa mientras deshace sus maletas- Y no hay forma de superarlo, cada vez que te veo con Mia me da muchísima envidia. Ojalá tener algo así, con alguien.
– Hay mil chicos por ahí, no tienes que fijarte en el primero que pasa. -Me río y ella se burla de mí- En serio, hay muchísimos chicos que merecen la pena.
– Justo he tenido que fijarme en el chico que tiene a la como novia a la tía más deseada de todo el hospital. -Cruza los brazos y yo alzo una ceja- Lo digo en serio. Hacéis una pareja fantástica, Jesús.
– Lo sé. -Me muerdo el labio.
No tardo en desbloquear el móvil para mandarle cualquier cosa por Whatsapp. Un mensaje y una foto que seguramente responderá a las once de la mañana porque se levantará a esa hora, como siempre que trabaja tarde.
Me ha sorprendido lo que me ha contado Valentina. Ya sabía que hubo una época donde se sentía atraída por mí, lo que no sabía es que era también ahora mismo. Por eso estoy tan... sorprendido.
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Cuéntame al oído | Tercera parte | StoriesftGemeliers
FanfictionPorque todas las promesas aún se tienen que cumplir.