Mia
Soledad. Me siento sola. Estoy sentada en el suelo, con las piernas encogidas y apoyadas en mi pecho. Las abrazo, porque es el único calor que siento ahora mismo. Porque repito, me siento sola.
Y me duele la pierna. Por no parar de hacer el subnormal de un lado para otro. Esta vez no es "querer es poder", esta vez es totalmente todo lo contrario. Quiero, pero no puedo.
Ahora mismo me encantaría poder irme a despejarme a la calle, pero lo más cerca que estoy de la calle es en la terraza donde estoy sentada. Hace una brisa agradable y me gusta poder disfrutarla.
No sé absolutamente nada de Jesús, ha ignorado completamente mis mensajes. Solo veo historias suyas en Instagram, bebiendo y compartiendo risas con sus amigos. Siempre al lado de Valentina, la persona más falsa que conozco y con la que tampoco tengo intención de mantener relación.
Sinceramente Jesús hoy me ha sorprendido y no para bien. Esa actitud... impulsiva. Me duele muchísimo esta situación. Ya no me quedan lágrimas, creo que hoy he llorado tanto que mi cuerpo no puede más. También me ha dolido que haya estado en línea y haya leído mis mensajes, pero no me ha contestado a ninguno. Es increíble como puede echarse a perder tantas cosas en un momento... Por eso le decía a Carol que no podía más, porque no me quedan fuerzas para seguir luchando por algo así.
Intento levantarme como puedo, he descubierto que se me da genial andar con muletas y que me manejo fácilmente por la casa con ellas. Supongo que era cuestión de aprender y de ir abandonando la maldita silla de ruedas, juro que la odio.
Tengo ganas de volver al trabajo y de hecho, empiezo pasado mañana me reincorporo en el hospital. He anulado la baja porque sinceramente me siento capacitada para poder ir.
Son las cuatro de la mañana y estoy comiendo palomitas mientras veo una película en la cama, tengo insomnio. Antes lo intenté, pero me es imposible dormir. No creo que sea una buena idea ver la película de "perdona si te llamo amor" en este preciso momento, pero me gusta tanto que me da prácticamente igual.
Me quedo atónita. Hace una hora que recibí un mensaje de Jesús. Miro fijamente la pantalla del móvil, que ni siquiera he desbloqueado. Solo leo en la pantalla de bloqueo: "WhatsApp: Notificación de Jesús❤️👩❤️👨".
Se me coge un pellizco en el pecho y después de un buen rato decido ver el mensaje, el cual no me agrada demasiado.
"Jesús❤️👩❤️👨: Me he liado con Valentina
Jesús❤️👩❤️👨: Y créeme, me arrepiento muchísimo
Jesús❤️👩❤️👨: Te quiero, Mia"Me muerdo el labio y ahora soy yo quien decide no contestar. Aunque hace mucho tiempo desde que me mandó esta porquería. Antes me preguntó que si había perdido la confianza y creo que esta noche he podido comprobarlo de nuevo. Sus te quiero no han servido para nada. Estoy muy, pero que muy enfadada.
Me dan igual los besos, los líos. Puede hacer lo que quiera. Lo que realmente me molesta es que haya tardado más de tres meses en liarse conmigo y en tocarme más allá de las manos, pero una noche de fiesta le ha servido para comerle la boca a otra. Eso es lo que me molesta.
La puerta de casa se abre. Por desgracia creo que será él. Antes me alegraba cuando venía, hoy sinceramente me da igual. Es muy, pero que muy tarde. He apagado la luz y la tele, para hacerme la dormida y no escucharle hasta mañana por la mañana.
– ¿Ho...Hola? -Pronuncia con dificultad debido a la ingesta de alcohol- Que ca...calor ¡A la cama!
Comienza a quitarse los pantalones y después hace lo mismo con la camiseta. Se lanza en la cama boca abajo y se queja porque se ha hecho daño en las rodillas, ni que la cama fuese una piedra.
Estoy mordiendo la almohada para que no me escuche llorar, aunque probablemente tarde o temprano se dará cuenta, él es así. Lo que sí hace es pegarse a mí, todo lo que puede, y rodea mi cintura con su brazo izquierdo ¿Debería apartarme?
– Te escucho llorar. -Susurra mientras me acaricia el pelo- Sé que estás despierta.
No contesto, pero sí que le hago caso a mi instinto, que dice que me quite sus manos de encima. Que se quede él en su lado y yo en el mío. Necesito que se aparte, pero no me salen las palabras exactas. Ayer él me soltó "Suéltame" sin ningún tipo de compasión, ahora me encantaría decírselo de la misma forma, es decir, con brusquedad.
Ahora sí que siento que ya no puedo más, pero lo que más me duele es recordar esos mensajes que me mandó hace un par de horas. Por eso estoy tan triste, porque no me merezco estar así después de tantísimo tiempo luchando.
– ¿Estás enfadada? -Pregunta mientras desliza sus dedos por la piel de mi espalda, pero no me causa ninguna sensación.
De forma casual y momentánea sientes cosquillas cuando te pasan algo por la piel lentamente y yo soy de esas personas que tienen muchísimas cosquillas, por todo el cuerpo. Antiguamente era un método de tortura, quizás por eso soy tan masoquista. Lo que más me sorprende es que Jesús me esté preguntando si estoy enfadada. Obviamente lo estoy, creo que se puede reconocer a simple vista. No hay que ser demasiado listo para darse cuenta, querido Jesús.
– ¿Qué se siente cuando alguien te hace daño más de una vez? -Dice mientras mira hacia el techo. Tiene la mano apoyada en el pecho. No he podido evitar girarme- Por ejemplo ¿Qué has sentido cuando has leído mis mensajes?
– Quería poder confiar en ti, pero una vez más me has demostrado que no puedo. -Cruzo los brazos y él asiente- Así que no he sentido nada.
– Solo era curiosidad.
Decido levantarme para ir a la cocina. Jesús se sorprende al verme de pie con las muletas, aunque suelta una risa divertida en cuanto salgo de la habitación. Los ataques de ansiedad me dan hambre. Hambre de helado del Mercadona. Ese que es de chocolate y tiene trozos de galleta. No sé cuántas tarrinas de helado me he comido en estos días, solo sé que han sido más de tres.
– Son las cinco y media. -Dice con un bostezo- ¿Por qué estás comiendo helado ahora? -Encojo los hombros y él se ríe- Yo también quiero.
Coge una cuchara del cajón y se sienta a mi lado. Comenzamos a compartir el helado, se lo agradezco porque si no me lo comería todo yo sola.
– ¿Así controlas tú la ansiedad? -Dice mientras lame la cuchara y yo asiento- Sale más rentable que el tabaco.
– Te lo dije. -Respondo con una risa y él sonríe.
– Tienes chocolate en la cara. -Dice con media sonrisa y se señala en su cara la zona para que me lo quite- Ahí no. -Corrige y se humedece el dedo pulgar de su mano, como las madres.
Me limpia con su dedo al lado de la boca y se lo agradezco ¿Cómo un acto tan estúpido como este puede ponerme tan nerviosa? Por un momento he vuelto a mi vergonzosa adolescencia, menos mal que todo eso ha cambiado.
– Lo siento. -Dice en cuanto volvemos a mirarnos- Estoy actuando como un auténtico imbécil, soy consciente de ello.
– ¿Realmente consideras que no somos pareja?
– Es raro... En casa no hacemos casi nada, en la calle y en el trabajo tampoco. No dejan de preguntarme por ti y estoy cansado de decir que estamos bien cuando no es cierto. -Refunfuña- Creo que esto hace tiempo que se acabó. Ambos lo sabemos.
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Cuéntame al oído | Tercera parte | StoriesftGemeliers
FanfictionPorque todas las promesas aún se tienen que cumplir.