Hemos cenado y ahora estamos viendo una película en el salón mientras me acaricia el pelo. Aunque me encantaría irme a dormir a la cama ahora mismo para gritar ahogadamente en la almohada y decir todas aquellas cosas que me he callado. Tengo que reconocer que me encanta estar con ella ahora mismo así y que hacía mucho tiempo que no estaba tan pegado a ella. Giro la cabeza, pero descubro que se ha quedado dormida y no me he percatado en ningún momento de ello. Sonrío inconscientemente y la observo durante un rato, me parece la chica más adorable y perfecta del mundo, en serio. Mi instinto dice muchas cosas, entre ellas cogerla en brazos y llevarla dentro, pero de un momento a otro mis labios rozan los suyos. Es de estas ocasiones que sientes la necesidad de hacer algo. Sí, necesidad.
Abre los ojos, sorprendida y comenzamos a besarnos. Ha sido tan espontáneo que no nos ha extrañado en ningún momento. Ahora es cuando le hago caso a mi instinto, porque me ha rodeado las caderas con sus piernas. También he dado cuenta de las ganas que ambos teníamos de sentirnos durante un rato. Es increíble la de cosas que puedes sentir con un beso. Comienza a desvestirse, pero los pensamientos vuelven. Y duelen. Porque me vuelve a besar el cuello y ya no siento nada, me siento inerte. Sin vida.
– Lo siento. -Susurro cuando ella apoya su frente contra la mía y sonríe, quizás disgustada- Pensaba que podía...
– Tranquilo. Me alegro que hayas podido al menos darme algo más que un besito en los labios. -Se ríe y yo no puedo evitar hacer lo mismo- Poco a poco...
– Gracias, por la paciencia. Te quiero.
Se muerde el labio y me guiña un ojo, el derecho porque no sabe guiñar con el otro. Esta noche es muy diferente, creo que vamos a dormir abrazados después de mucho, mucho tiempo.
– Antes recordé todas las cosas que nos han pasado aquí. -Susurra acariciándome la cara- Estas paredes están llenas de anécdotas. De buenos momentos.
– Han sido unos años muy buenos. -Aseguro con media sonrisa.
– Nos quedan muchos más.
Su visión de futuro me aporta seguridad. Ganas de mucho más. Nunca hemos contabilizado nuestra relación. Llevamos mucho tiempo juntos, pero nunca establecimos una fecha exacta. No sabemos el día que "comenzamos a salir" , no nos importa. Vivimos el día a día y celebramos nuestro amor a nuestra manera, sin unas barreras fijadas. Quizás es esto lo que nos hace únicos.
Me da las buenas noches y un beso en los labios. También me abraza como todos los días, pero esta vez no me aparto como suelo hacer normalmente. Espero.
Sábado, 09:30 AM.
Anoche acabé durmiendo en el sofá. Me levantaba todo el rato, tanto que acabé fumándome tres cigarros en menos de media hora. Uno detrás de otro, como si fueran pipas. No tengo suficiente fuerza de voluntad, es imposible. He preparado café y me he duchado, como todas las mañanas. Sé que Mia está despierta porque la estoy escuchando. Está cantando en el baño una canción de Rihanna. Siempre da un concierto mañanero, desde que vivimos aquí.
– Buenos días. -Sonríe cuando agarra mis caderas y yo me humedezco los labios- ¿Qué pronto te has levantado hoy no?
– Siempre madrugo. -Respondo y ella asiente.
– Perfecto, porque así podremos ir a aquella tienda. Necesito un...
Pero mis oídos deciden dejar de escuchar mientras ella me comenta con muchísimas ilusiones todo lo que quiere hacer conmigo hoy. Habla en un monólogo durante aproximadamente cinco minutos, hasta que se da cuenta de que yo solo asiento con la cabeza. Ahí es cuando decide callarse.
– ¿Jesús? -Pregunta por tercera vez- ¿Estás escuchándome?
– Sí. -Respondo llevándome la mano a la cabeza y ella asiente extrañada- Haremos lo que quieras, nena.
Ahora es mi mente la que comienza a idear un plan alternativo a todos estos acontecimientos que está organizando Mia. No me apetece en absoluto salir, quiero quedarme aquí.
– Mia...
– ¿Por qué llevas puesta la bata? -Pregunta dejando la brocha de maquillarse sobre la mesa y yo suspiro.
– Acaba de llamarme Cristina... Me necesitan en el hospital en media hora. Me temo que no voy a poder ir a ningún lado... -Miento y ella cruza los brazos- Lo siento, en serio.
No me contesta, pero me sigue con la mirada en todos los movimientos que hago. Intentaré alargar esta mentira lo máximo posible.
– ¿Quieres que te lleve? -Propone mientras alza las llaves del coche y yo niego- ¿Vas a volver muy tarde? Tengo una reserva para cenar. -Se muerde el labio y a mí se me coge un pellizco en el pecho.
– No lo sé, te llamaré. -Respondo y ella asiente cabizbaja- Te quiero.
Le doy un beso en la mejilla y salgo de casa, con la bata y el maletín de trabajo. Cuando me subo en el ascensor de arriba a abajo y me derrumbo ¿Qué hago yo ahora? Me dirijo hacia el coche y conduzco sin rumbo, obviamente no voy a ir al hospital. Pero aparece mi madre por mis pensamientos y no puedo evitar ir hacia su casa. Sé que allí estaré bien y seguro.
Una mentira detrás de otra. Una enredadera de preguntas sin respuesta. Las lágrimas recorren todo mi rostro, hasta hacen que se me nuble la vista de vez en cuando ¿Por qué le haces esto a la persona que se supone que es el amor de tu vida? ¿Se supone que estás enamorado, no Jesús?
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Cuéntame al oído | Tercera parte | StoriesftGemeliers
FanfictionPorque todas las promesas aún se tienen que cumplir.