Capítulo cincuenta y seis: "Destino"

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Jesús Oviedo

"Mia: Hola, Jesús ¿Qué tal estás? Espero que muy bien! Me gustaría que vieras este vídeo, sin ningún tipo de pausas. Ahora mismo creo que tendrás muchas preguntas, pero déjalas para el final porque así tienes una excusa para escribirme un mensaje. Y yo para responderte😎✌🏻Ve el vídeo, es importante para mí. Un beso, te quiero ❤️🌹"

Después de leer el mensaje doy un largo suspiro, mierda. Verla en el semáforo de forma tan repentina. Fue un instante rápido, pero su cara es bastante reconocible. Y decido comenzar a ver este vídeo, me muerdo el labio al verla sentada ahí en una cama de un sitio desconocido para mí... Está... diferente.

Es increíble cómo puede cambiarte la vida en un abrir y cerrar los ojos ¿Verdad? -Veo como ha soltado una risa tonta y no puedo evitar sonreír y morderme el labio- Creo que es lo más absurdo que voy a hacer en mi vida, pero... Hola, Jesús. No sé cuándo vas a ver esto, ni siquiera sé si lo verás... Es difícil saberlo cuando no sabes si vas a seguir en este mundo para ver la reacción de la otra persona. Ha vuelto. Ha vuelto de la forma más agresiva que no podía llegar s imaginarme. No sabes lo que me duele contarte esto de esta manera, sin poder abrazarte y besarte. -Comenta entre lágrimas- Espero que estés bien, Jesús. Siempre he querido lo mejor para ti, eres una persona a la que realmente admiro, de verdad...

He tenido que parar el vídeo porque sentía la necesidad de hacer varias pausas para llorar. Dura aproximadamente diez minutos y he estado más de una hora para poder verlo entero. Mia se muere. Los ojos son el reflejo del alma. Hablan. Sus ojos muestran tristeza, pero su rostro intenta aparentar que todo está igual que siempre.

Me he reído. He llorado. He sonreído y he vuelto a llorar una y otra vez. Me duelen los ojos de tanto frotarlos y he tenido que echarme colirio porque estaban demasiado rojos. Aunque no entiendo el motivo de esa huida... Justo en el momento más difícil de su vida... Otra vez. Creo que ya es demasiado tarde, para todo.

– He escuchado como llorabas ¿Estás bien? -Pregunta Bea, que se asoma por la puerta y no tardo en asentir- Uy, que cara...

Bea es mi chica.

Desde hace un par de semanas.

Nos adentramos en la maravillosa aventura de mudarnos juntos. Somos compañeros de trabajo, ella es enfermera y pertenece a mi equipo. Nadie se lo creyó. Fue un flechazo, de estos que dices: a por todas. Me ha ayudado mucho en todo... cuando estaba mal sobre todo. Aunque prefiero callarme que mi exnovia está pasando por una situación difícil, seguramente a Mia no le hará mucha gracia que gente desconocida a su entorno lo sepa.

Me alegra que haya tenido el valor de mandarme un vídeo así. El valor que justamente a mí me falta, porque fui un cobarde al intentar eliminarla de mi vida, cuando todo el mundo sabía que era casi imposible. Por eso le he escrito un mensaje, para ver si le apetece quedar aunque sean cinco minutos. Solo cinco... Me arrepiento de las palabras que dije una de las noches que salí con mi hermano. Borracho deseé cosas muy, pero que muy feas. Para ella. Cuando en realidad no se lo merece. Ni ella ni nadie.

No puedo quitarme su sonrisa de mi cabeza, la que no aparta aún estando en unas condiciones tan pésimas. No es fácil afrontarlo, ni creo que nunca lo haré. Ya he pasado por una situación así... Recuerdo cuando me mudé con ella a casa de sus padres expresamente para no apartarme ni un segundo de su lado. Para apoyarla en todas sus decisiones e intentar levantarla cuando se caía. Hasta hace poco estuvo agradeciéndome todo lo que hice por ella...

Recibo un mensaje. Accede a quedar conmigo en un rato, lo cual me parece fenomenal. Hemos quedado en una cafetería de la zona, solíamos ir a menudo allí.

– Voy a salir un rato. No sé a qué hora volveré. -Comento y ella asiente, se dirige a mí para darme un beso- No me eches mucho de menos.

– A ti nunca. -Bromea con media risa- Nos vemos luego, guapa.

Vuelvo a reírme y en cuanto atravieso la puerta, la risa se desvanece y no tardo en ponerme las gafas de sol para evitar saludar a muchas personas. Mientras camino miro hacia todos los lados, quizás nos estamos cruzando y yo no soy consciente de ello. Aunque luego pienso, esto no es una película americana. Esto no pasa en la vida real...

Un semáforo me separa de la cafetería en la que hemos quedado. Casualmente se llama Destino y yo me pregunto ¿Destino o más bien es pura casualidad? Una de las primeras preguntas que le planteé al conocerla.

¿Crees en el destino, Mia?

Fue casi un acto milagroso que aquella chica que vi varias veces en la parada de un autobús se convirtiera en el amor de mi vida. Nunca lo olvidaré. Jamás.

Entro en la cafetería, miro de un lado a otro y de repente noto como alguien eleva una mano. Y sé que es ella. Lleva un pañuelo rodea su cabeza. Y eso es lo que me hace que me quede alucinado, parado en el sitio. Estoy prácticamente en shock. Minutos después, consigo caminar hacia la mesa y sentarme enfrente de ella.

– Hola, Jesús. -Dice contenta, con una sonrisa en la boca- Me alegra mucho volver a verte.

– Lo mismo digo. -Respondo e intento aparentar no estar nervioso- ¿Me puedes traer un café? Gracias -Comento al camarero.

No me aparta la mirada de encima y desde que he llegado no ha parado de hacerme radiografías. Y yo no puedo mirarla fijamente a la cara, no puedo.

– ¿Qué tal todo este tiempo? Ha pasado bastante desde que nos vimos la última vez. -Dice mientras arrastra su mano por toda la mesa para agarrar mi mano, pero yo la aparto. Ella se da cuenta y asiente- Te he echado de menos.

– Te fuiste. Podrías haberme dicho que...

– Ni yo misma estaba segura de esto, Jesús. -Me interrumpe, tiene la voz entrecortada- Me fui sola porque si te decía que podría tener otra vez cáncer te vendrías conmigo, lo abandonarías todo.

– Por ti haría cualquier cosa, Mia. Me da igual el trabajo, los estudios, todo. Lo hice una vez y lo haría mil veces, joder. Fuiste una idiota que solo pensó en sí misma. -Alzo la voz y ella frunce el ceño- ¿No pensaste en mí en ningún momento?

– ¿Crees realmente que fui una egocéntrica y que en ningún momento pensé en ti, Jesús? -Pregunta cruzada de brazos- Pensé que podríamos arreglar esto, pero veo que no.

– No venía con intenciones de arreglar nuestra relación, Mia. -Respondo y reconozco que suena bastante cruel- Tengo novia.

Me mira de arriba a abajo y suspira. Deja dos euros en la mesa y agarra sus cosas, seguidamente se marcha. Aunque se queda parada en el sitio y me mira por última vez.

– Que te vaya bien, Jesús.

Y ahora sí que creo que no voy a volver a verla.

Cuéntame al oído | Tercera parte | StoriesftGemeliersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora