Capítulo cincuenta y siete: "Habitación 148"

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La he intentado llamar por teléfono, pero no he podido contactar con ella. La he cagado, joder. Estaba muy enfadado, necesitaba soltar todo aquello que tenía dentro. Juro que no era mi intención, de verdad. Quería hablar con ella, charlar y preguntarle cómo está. Pero solo me ha dado tiempo a insultarla, gritarle y reprocharle todo lo que no había podido en este tiempo.

También he intentado seguir sus pasos, pero llegó un momento en el que le perdí la pista. Sinceramente esto ha sido horrible. Aunque tengo una idea.

– Hola. -Digo amable, espero que no se dé cuenta- He quedado con Mia en un rato en su hotel, pero no sé exactamente dónde está ¿Podrías hacerme el favor de mandármelo? Creo que se ha quedado sin batería.

– ¿¡Has quedado con Mia!? -Pregunta Dani alucinando- Eso es genial, ahora mismo te lo mando. Estuvimos esta mañana con ella allí.

– Muchas gracias, Dani. Después te cuento qué tal. -Respondo aguantándome la risa.

Mi hermano siempre ha sido la persona más inocente del mundo, se lo cree todo. Y por eso nada más recibo todos los datos que necesito para ir, pongo rumbo hacia el hotel en el que se aloja Mia. Ahora es ella la que se merece unas buenas disculpas después de la cagada de la cafetería.

Habitación 148. Segunda planta. Fondo a la derecha. Y pego en la puerta, pero nadie me responde. Hasta que escucho unos pasos que se dirigen hacia esta.

– ¿Quién es? -Pregunta desde el otro lado.

Room service. -Miento poniendo un poco de voz.

– No he pedido nada, gracias.

– Le traigo toallas limpias, señorita. -Respondo de nuevo y ahora sí es cuando comienza a abrir la puerta. Aunque cuando me ve intenta cerrar- Déjame hablar contigo, por favor.

– Jesús o te vas o llamo a seguridad. -Responde empujando la puerta- Lárgate.

– Cinco minutos. Por favor. -Suplico y ella me mira desafiante- Por favor, Mia.

Accede y seguidamente abre la puerta. Se sienta en la cama y me ordena a que me quede en una de las esquinas de la habitación.

– Veo que has hecho las maletas, pensaba que...

– Tienes cinco minutos. -Reprocha y yo asiento- Pierdes tiempo.

– Lo siento, de verdad. Necesitaba decirte cómo me sentía, porque lo he pasado muy mal. Han sido unas semanas muy duras, pensaba que te había cansado de mí y no sabía que era lo que pasaba entre nosotros. Estábamos bien, joder... -Digo más nervioso de lo que creía.

Asiente y yo suelto un largo suspiro. Se humedece los labios y después se quita el pañuelo que rodeaba su cabeza, dejando ver una corta melena que a pesar de todo me fascina cómo le queda. Está guapísima. Siempre lo está.

– ¿Cómo estás? -Pregunto acercándome a ella- Te noto cansada.

– No duermo bien. -Responde cabizbaja- Estoy bien, se puede decir que bien.

– ¿Necesitas algo? Puedo conseguirte lo que sea.

– Te quiero. -Dice después de haber estado un rato en silencio- Te quiero, Jesús.

– Mia... -Suspiro y me rasco la cabeza.

Espera una respuesta, pero a mí no me sale todo lo que quiero decirte. Después de un rato asiente, obviando una respuesta que es prácticamente clara.

– ¿Eres feliz con esa chica? -Pregunta con media sonrisa y yo asiento- Me alegro.

Se queda callada de nuevo y este silencio es demasiado incómodo. Mira hacia la puerta, quiere que me marche y creo que eso es lo que voy a hacer. Irme.

– ¿Ha hecho que dejes de quererme? -Pregunta cuando abro la puerta y no tardo en cerrarla, me doy la vuelta sorprendido- ¿Sigues queriéndome, Jesús?

– Mia, eres una de las personas más importantes de mi vida. Claro que te quiero, joder. -Suelto una risa irónica- No digas tonterías, por favor.

– No sé, han pasado tantas cosas... -Se ríe y me mira fijamente- ¿Puedes darme un abrazo, por favor? -Pregunta con los ojos llenos de lágrimas.

No tardo en lanzarme a sus brazos. Me acabo de dar cuenta lo mucho que echaba de menos estar así. Y no he podido aguantar más las ganas de llorar, estoy roto definitivamente.

– Te vas a recuperar. -Comento cuando nos separamos y ella niega con la cabeza- Voy a hacer todo lo posible para que te recuperes, no voy a separarme de tu lado en ningún mom...

– Tengo metástasis, Jesús. -Responde mirándome a los ojos y yo trago saliva- Y tú sabes muy bien lo que eso significa. -Susurra apartando la mirada- Pulmones, riñón, tiroides y páncreas. -Enumera cabizbaja- De momento.

– ¿Cuánto tiempo...?

– Poco. Muy poco. -Confiesa con media sonrisa- Pero no me preocupa, estoy bastante tranquila.

– No quiero que te mueras... -Digo a punto de estallar a llorar- Por favor, lucha.

– Lo haré, pero la batalla está prácticamente vencida. -Lleva su mano a mi cara y yo niego con la cabeza- Me ingresan la semana que viene, indefinidamente.

– Iré a verte todo lo que pueda, te lo juro. -Asiento muchas veces y ella se ríe- Voy a hacer todo lo posible, como si tengo que volver a trasladarme. En serio.

– Jesús, tienes tu vida. Yo tengo la mía. Ahora tienes una pareja a la que quieres, una familia maravillosa y un sobrino en camino ¿No crees que es una tontería dejar todo eso atrás para pedir un traslado? -Dice con una risa- Olvídalo.

– Haría cualquier cosa por ti. -Confieso y se da la vuelta dejando de hacer lo que estaba haciendo- Ahora y siempre.

Me mira a los ojos y se humedece los labios mientras se acerca a mí. Apoya sus manos en mi pecho y dirige su mirada hacia mis labios.

– Eres un pilar fundamental en mi vida. -Confieso entre lágrimas- Y si tú te caes, yo lo haré también.

Se acerca cada vez más y juro que siento la necesidad de besarla. Tiene los ojos tan iluminados como yo y le tiembla la mandíbula de lo tensa que está. Se dirige a mis labios, pero después de que estos se rocen, me aparto. No puedo.

– Quiero a Bea. -Digo mientras me aparto de ella- Lo siento, no puedo hacerlo.

Me mira fijamente y se deja caer en la cama. Lleva sus manos hacia su rostro y después de un rato asiente. Joder...

– ¿Puedes marcharte? Necesito estar sola.

Cuéntame al oído | Tercera parte | StoriesftGemeliersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora