Mia
Me encanta levantarme después de haber tenido una noche entretenida. Estoy bastante contenta y además se puede observar a simple vista que hace un día maravilloso. Es de éstos que se cuelan el sol a media mañana por la ventana, porque son aproximadamente las nueve de la mañana. Jesús no está en la cama y puedo comprobar que sus maletas no están en la habitación. Intuyo que se las ha llevado al coche para aligerar el viaje y tener menos prisa. Hoy es el día. Vuelvo a quedarme sola, aunque espero que sea por poco tiempo. Me lo ha prometido .
Parece que todo vuelve a remontar y que poco a poco estaremos bien. Como siempre hemos estado. Sinceramente lo de anoche fue inolvidable. Fue la primera vez en muchísimo tiempo que vi a Jesús tan seguro de lo que estaba haciendo y no hay nada más satisfactorio que ver la cara de placer que pone tu novio mientras follas con él.
Camino hacia la cocina. Huele a café y precisamente hay una taza en la mesa, supongo que para mí. Nunca me prepara el café en una taza, siempre lo deja en la cafetera. Un buen detalle por su parte. Cuando me llevo la taza a los labios para dar el primer sorbo, se abre la puerta y Jesús pasa. Me levanto de la silla para asomarme a la puerta, pero su cara no muestra la felicidad que yo esperaba.
– Buenos días. -Dice en un hilo de voz y lo miro extrañada- Hay café.
Está estático y muy diferente a cómo estaba anoche ¿Y si estaba así de contento porque estaba borracho? Tampoco bebimos demasiado vino, solo un poquito entre los dos.
– ¿Dónde estabas? -Pregunto apoyando mi mano sobre su pecho.
– He ido a por las maletas de Valentina. -Responde en un hilo de voz y asiento.
Parece que esta mañana no se ha levantado con intenciones de hablar. Anoche era totalmente al contrario, hablaba por los codos y me gustaba porque hacía mucho tiempo que no pasábamos tanto tiempo juntos.
– ¿Hacemos algo? -Pregunto acercándome a su espalda para abrazarlo por detrás.
– Me voy en nada, Mia. -Comenta en un hilo de voz uniforme- No nos dará tiempo a hacer nada.
– Te vas por después de comer, podríamos ir al menos a...
– A ningún lado. -Responde borde, apartando mis manos de su cuerpo- Estoy cansado.
Asiento y se mete en el baño, está metiendo varias cosas de las estanterías en las cajas. Creo que se está llevando demasiadas cosas e incluso las más innecesarias, dijo que sólo se iba a llevar lo imprescindible. Lo del día a día...
– ¿Seguro que te vas dos semanas? -Digo mientras me apoyo en el marco de la puerta y él asiente con la cabeza- No sé, te estás llevando hasta mis propias cosas. -Se gira y se para en seco- Lo que estabas cogiendo es mío, lo sabes. -Y seguidamente lo suelta.
– No me he dado cuenta. -Se baja del taburete para ponerse a mi altura.
– ¿Puedes parar un momento, por favor? -Pregunto nerviosa y él da un largo suspiro- Ni siquiera me has mirado a la cara.
– Perdona... Estoy un poco nervioso. -Se seca el sudor de la frente y yo me río.
Me acerco a sus labios para darle un beso, pero le tiemblan los labios. Está nervioso e inseguro, además son sus manos las que interfieren entre nosotros.
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Cuéntame al oído | Tercera parte | StoriesftGemeliers
FanfictionPorque todas las promesas aún se tienen que cumplir.