Capítulo veintiocho: "Imbécil"

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Llevamos toda la noche sin hablar, de hecho nadie sabe que nos hemos abrazado y mucho menos pretendo que lo sepan. Me atosigarán a preguntas y eso es lo que quiero evitar en todo momento.

No sé cuántas copas he podido beberme a lo largo de la noche, pero son más de dos y menos de cinco, ahí lo dejo.

– Tienes cara de enfadado. -Me dice mi hermano al oído y yo ruedo los ojos- ¡Baila y liga! Es lo que mejor haces.

– Estoy tranquilo aquí sentado. -Explico señalando mi asiento y él alza una ceja- Observando.

— Ya veo que observas demasiado. -Carraspea la voz- No soy el único que se ha dado cuenta, Jesús.

Seguidamente se levanta y vuelve con Carol, aunque no ha tardado en escribirme por WhatsApp. No pienso leerlo, que me deje en paz. Miro a la gente, a todo el mundo. Me gusta observar la diversidad que hay en el ambiente. Hay muchísima gente extranjera, supongo que de vacaciones para aprovechar el buen tiempo. También hay muchas parejas. De todo tipo.

Marco, mi compañero de trabajo, es gay y ha tenido muchísimos problemas últimamente. Ha tenido muchísima suerte con nosotros, pues hemos podido defenderle de actitudes muy violentas por parte de algunos pacientes. No tolero ninguna falta de respeto y a la mínima salto, hago todo lo posible para defender a cualquier persona. Aunque no la conozca de nada.

Supongo que esta es la época en la que todo el mundo debe "Vivir y dejar vivir" , como decían Timón y Pumba en el Rey León. A más de una persona le haría falta una lección de este tipo. Y yo debería comenzar a vivir, pero hay algo que me lo impide. Es como una energía que no me deja seguir avanzando y es indescriptible esta sensación, la de querer y no poder.

– ¿Qué te pasa? -Pregunto cuando Guille se acerca a la mesa para echarse más alcohol en la copa- Estás raro.

– Mia no me ha hecho ni caso esta noche. -Dice dando un buen sorbo y yo suspiro- Ella sí que está rara, parece que ha visto a un fantasma. Además, hace un rato que la he perdido de vista.

– Pues vaya plan. -Ruedo los ojos y ella asiente.

– ¿Por qué no pruebas a hablar con ella? -Propone serio y yo niego con la cabeza- Me sabe fatal que os llevéis así después de haberos querido tanto...

– Eso es cosa nuestra, Guille. -Encojo los hombros y él suspira- Creo que ha llegado el momento de fumar ¿Vienes?

– No. me quedo aquí.

Asiento y busco el sitio que me ha dicho para fumar, es un pasillo que lleva a una terraza. Me ha venido genial, así puedo despejarme y pensar en otra cosa.

Y cuando me acabo el primer cigarro, el cuerpo me pide otro. Creo que por la ansiedad. Una mano inocente acaricia mi espalda y noto a una presencia que se pone justo en mi lado izquierdo.

– ¿Me das uno? -Pregunta apartándose el pelo de la cara.

– Te daba asco el tabaco. -Murmullo mientras miro la cajetilla y se la enseño- Está vacía, no tengo. -Y seguidamente me acerco a la basura para tirarla.

– ¿Compartirías ese conmigo? -Propone aproximadamente a tres metros de mí y yo me rasco detrás de la oreja, nervioso- Mitad para ti. Mitad para mí. Una calada tú y otra yo.

– ¿Por qué quieres compartir este cigarro conmigo? -Pregunto mientras vuelvo a sentarme en el suelo, ella hace lo mismo.

– Porque quizás es la única forma de estar cerca de ti más de dos minutos. -Susurra mirándome fijamente y yo dejo de mirarla- Sin que salgas corriendo o me cierres la puerta.

– No sabía que eras tú. -Comento mientras expulso el humo para el otro lado y le paso el cigarro.

– Estás muy guapo. -Se ríe y yo me muerdo la lengua- Te queda bien ese corte de pelo.

– A mí todo me queda bien.

– Esa frase es mía. -Se ríe otra vez, pero ahora sí que me giro para mirarla fijamente y no tarda mucho en apartar esa sonrisa que tanto me encantaba- ¿Pasa algo?

– ¿Puedes sonreír de nuevo? -Digo con ganas de llorar y ella se lleva una mano a la cara- Por favor ¿Puedes hacerlo?

– Si sonrío ahora va a ser súper falso. -Comenta jugando con su pelo- ¿Por qué tendría que hacerlo?

Y me quedo en silencio porque no me atrevo a decirle que aún tengo de fondo de pantalla nuestra foto, una en la que sale sonriendo con la sonrisa más pura, sincera y bonita que he visto en mi vida. Porque recuerdo con pelos y señales el día que nos la hicimos, un par de días antes de que se fuera todo a la mierda. Es nuestra última foto juntos, por eso le tengo tanto aprecio. Nunca perdí la esperanza, de hecho la tenía hasta hace muy poco tiempo.

– ¿Por qué intentas evitarme? -Pregunta nerviosa, pero pasándome esta vez lo poco que queda- Primero en WhatsApp y luego en persona.

– Porque necesito olvidarte. -Confieso volviéndola a mirar y ella se muerde el labio- Necesito olvidarte para poder seguir con mi vida. Empezar de cero.

Ahora es ella quien se queda callada y cuando me quiero dar cuenta, está llorando desconsoladamente y yo no sé qué hacer. Solo sé que toda la terraza nos mira, pero me importa una mierda.

– Nunca me olvidaría de ti, Jesús. -Dice nerviosa, casi ni se le entiende. Además el alcohol que ha bebido tampoco ayuda mucho- Eres una parte imprescindible en mi vida a pesar del daño que me hiciste. Nunca podré olvidarte porque siempre estarás presente en algo. Somos... Familia.

Nunca me olvidaría de ti, Jesús.

No sé qué responder, pero creo que me ha dado una lección que me ha dejado prácticamente sin palabras. Se me pasan mil cosas por la cabeza, pero descarto la primera que he pensado. Jesús, acepta de una vez que Mia está con Guille. Por favor.

– Si quieres marcharte de mi vida hazlo, pero asegúrate que esta vez sea para siempre. -Comenta secándose las lágrimas- Si necesitas olvidarme, adelante. Después no quiero que me felicites por mi cumpleaños. Ni que me saludes cuando nos veamos. No querré saber nada de ti. -Termina y se levanta del suelo, se arregla el vestido con sus manos y también el pelo- Eres un imbécil.

Sigo sus pasos, aunque ella camina cada vez más rápido. No quiero marcharme de su vida, estaba totalmente equivocado.

– ¡Mia! -Grito cuando veo que no voy a poder alcanzarla- ¡Te quiero, imbécil! -Grito lo suficientemente alto para que me escuche.

Cuéntame al oído | Tercera parte | StoriesftGemeliersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora