Capítulo cincuenta y tres: "Es"

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Mia

Poco tiempo. Solo diría eso. Estoy volviendo a pasar por la misma situación que hace un par de años, aquella etapa que pensaba que había dejado atrás, pero ha vuelto para quedarse. Lo había superado y estaba bien, pero he recaído. De forma agresiva, sin ningún tipo de motivo. Nadie puede llegar a explicárselo.

He desaparecido de la vida de muchas personas. Ya nadie sabe nada de mí, solo mis padres. Mis hermanos. Mi familia. Jesús es mi familia. Es. Lo considero en presente porque sigue siendo una parte fundamental en mi vida, pero confieso que no me he comportado demasiado bien con él. Desapareciendo de un día para otro una vez más.

Hace casi cuatro años desde que pasó todo, desde que se supone que lo superé. Aunque no deberíamos haber cantado victoria tan pronto, éramos conscientes de que podría volver en cualquier momento. Por eso he vuelto, porque necesitaba estar segura de ello, pero mis sospechas eran claras y aquí estoy de nuevo pegando en la puerta de su casa, para darle una explicación clara.

Aunque no obtengo respuesta, decido llamarlo por teléfono, pero tampoco da señales de vida. Casualmente me encuentro con un vecino que se dispone a llamar al ascensor, por ello me dirijo hacia él. Lo conozco y por ello lo saludo, se llama Pedro y tiene dos hijos con los que Jesús ha jugado varias veces, se llevan bastante bien.

– Hola. -Dice con asombro- Que pelo tan corto, te queda bastante bien. A veces los cambios de look son buenos. -Sonríe y yo asiento mientras me acaricio la nuca, nerviosa- ¿Qué te trae por aquí?

– ¿Has visto a Jesús? Llevo un rato pegando y no abre. -Pregunto nerviosa y él suspira.

– Hace dos semanas que se fue, nos dio bastante pena que se fuera. Los niños lo adoraban. -dice junto a una risa.

Y quizás esta noticia no me la esperaba para nada... Jesús se ha marchado y no sabía nada. Estoy en shock... Suspiro y vuelvo al coche ¿A quién llamo yo? Hace semanas que dejé de hablar con Carol y Dani... Pero también se merecen una explicación y debo dejar mi orgullo atrás. Por el poco tiempo. Conduzco mientras estoy ideando un diálogo en mi mente, pero lo más seguro es que acabaré poniéndome nerviosa e improvisaré, olvidando todo lo que había pensado. Están pasando demasiadas cosas en muy poco tiempo y estoy realmente saturada, pero prometo que estoy bien. Quizás presentarme en una casa sin avisar no es una buena idea, pero no se me ocurre otra cosa. Pego en el timbre, esperando que me abran, pero después de un rato esperando escucho como la llave se gira y te veces para abrirla.

– Mia... -Dice Dani, mirándome de arriba a abajo y yo asiento. Sus ojos se iluminan al mirarme a la cara- Ven aquí.

Me hundo en sus brazos y ambos no tardamos en comenzar a llorar. Y después de un buen rato me doy cuenta de que me está volviendo a mirar. Aunque me acaricia el pelo y me sonríe, intentando aparentar que está bien, pero sabe lo que significa sin habérselo dicho.

 Aunque me acaricia el pelo y me sonríe, intentando aparentar que está bien, pero sabe lo que significa sin habérselo dicho

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– ¿Quién es Dani? Has dejado el ... -Dice una voz que me impacta volver a escuchar, se asoma y se calla al instante.

Se queda parada en el mismo sitio y sin decir nada más. Incluso ha tenido que apoyarse en la pared de la impresión que le ha causado. Y ahora sí que me he hundido totalmente, tenía razón cuando dije que se me iba a olvidar todo lo que quería decir.

– Tienes... -Dice Carol, con la voz entrecortada.

– Ha vuelto. Para quedarse. -Respondo fría y creándome una fortaleza interior- Metástasis.

Metástasis.

Quizás esta sea la palabra que más ha rondado mi mente. Empezó siendo un tumor y han acabado siendo muchos, nadie se lo esperaba y yo muchísimo menos.

– Lo siento. -Susurra Carol sentándose a mi lado- Creo que...

– No lo tengo en cuenta. -Respondo y ella asiente- La vida es efímera... Me dijeron que no tendríamos que haberlo celebrado tan pronto, sabían que volvería y yo no quería ser consciente.

– Lo sé. -Responde nerviosa- Deberías a pensar un poquito más en ti.

– No puedo. Siento que debo darle a todo una explicación. Oye ¿Sabes cómo puedo contactar con Jesús? No me coge las llamadas y...

– Se ha cambiado de número. -Me interrumpe esta vez ella a mí y suspiro- Lo vemos de vez en cuando.

– ¿Está bien? -Pregunto preocupada y ella encoge los hombros- Me encantaría volver a hablar con él.

– No quiere saber nada de ti, Mia.

Me ha dolido esa frase muchísimo. Aunque no me extraña. Supongo que no es fácil afrontar un adiós cuando todo estaba bien. Cuando habíamos recuperado el tiempo perdido después de tanto tiempo y planeábamos un futuro juntos. En un abrir y cerrar de ojos todo volvió a irse a la mierda. Supongo que esto sí que es un hasta nunca si me refiero a volver a retomar la relación con él y puede estas palabras me duelan demasiado, pero es la pura realidad. Y a veces hay que afrontarla, aunque no queramos.

– Me gustaría despedirme de él. -Digo con media sonrisa y ella niega.

– No vas a morirte, gilipollas. -Me regaña y suelto una risa- No vas a tener que despedirte de nadie, no definitivamente. Porque eso no va a pasar, ni ahora, ni en un mes. Hasta dentro de mucho tiempo, mucho, pero mucho. -Dice mientras intenta aguantarse las ganas de llorar- Y no quiero hablar más de cosas tan tristes.

Es inevitable llorar en una situación así. No se ha muerto mucha gente de mi entorno, así que no recuerdo sus despedidas ¿Cómo se supone que te despides de tus seres queridos? ¿Cómo se afronta una pérdida de una forma tan repentina?

Cuéntame al oído | Tercera parte | StoriesftGemeliersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora