Capítulo 1

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—¡Vamos a llegar tarde Clare! Es mejor que te apresures.

Terminé de alistarme lo más rápido posible y salí corriendo de mi apartamento sin mirar atrás.

Era mi cumpleaños. Tenía meses esperándolo y por fin tenía otra oportunidad de ver a mis amigas. Desde que terminamos el bachillerato, ya no contábamos con el tiempo para juntarnos como solíamos hacerlo, las únicas excepciones eran las fiestas de cumpleaños, puesto que hacíamos malabares para dejar esos días libres y poder actualizarnos en nuestras nuevas vidas, y al fin llegaba uno de esos momentos. Si alguien me preguntara cual era la parte más difícil de no haber podido continuar con mis estudios cuando mis amigas ya trabajaban en un sitio estable, diría que sería mi falta de ingresos. Dejar de estudiar fue duro, bastante más de lo que alguna vez consideré. Demasiados gastos, demasiadas deudas, demasiado esfuerzo, demasiado todo. La vida no era tan sencilla como en los cuentos de hadas, y eso lo aprendí por las malas experimentando esas dificultades en carne propia. En algún momento pensé en que podía seguir una carrera universitaria, pero tuve que abandonarlo porque mi realidad era otra y decidí seguir ayudándole a la señora que me daba un espacio para vivir en la azotea de su edificio, en el que también me empleaba como vendedora.

Revisé mi vestido amarillo una última vez en el cristal y seguí caminando hacia el autobús. Natalia me esperaba para abordarlo justo en la esquina de la calle. Ella volteó a verme una vez más y lo primero en lo que reparé fueron en sus lindos ojos miel, que brillaban aún más contra la luz del sol.

—Estoy muy feliz de que sea tu cumpleaños y tengamos una excusa para salir—dijo Natalia. Comenzó a dar vueltas y miré en todas direcciones, corroborando que no había personas observando su escena. —Siento que han pasado años desde la última vez que te miré sin tu mantel de plástico.

—Eres demasiado exagerada.

—Por supuesto que no lo soy, sé mejor que nadie que vives para el trabajo.

Exhalé mientras revisaba la hora.

—No es porque yo lo quisiera así.

—Pues no, pero tampoco puedes negar que tengo razón.

Quise contradecirla, pero sabía que dio en el blanco.

—¿Lo ves? Por lo menos podrías arreglarte un poco más cuando trabajas y ver si así ya eres capaz de conseguir un maldito novio.

Oh no, ahí íbamos de nuevo. Ese tema otra vez.

—¿No crees que si yo necesitara de una relación ya la tendría?

—Eso dices porque nunca has tenido una. ¿Cómo puedes saber que te hace falta algo si nunca antes lo has experimentado?

—Porque sé que es una pérdida de tiempo, y yo no tengo nada de eso extra para regalarle a un chico.

Quería mucho a Natalia pero era imposible ganarle una discusión cuando algo se le metía a la cabeza. Recientemente todas las personas a mi alrededor comenzaron a preocuparse más de la cuenta sobre mi vida amorosa, y siendo sincera no entendía cuál era el maldito problema con que una chica de veintitrés años no estuviera interesada en salir con alguien.

—Clare, por favor entiende, casi llegas a los veinticinco, eso es algo alarmante, ¿sabes qué significa?

—No—mentí.

Pero ni mis pocas ganas de continuar la desanimaron, por lo que prosiguió con su monólogo.

—Que solo estarías a cinco años de ser una treintañera, próximamente una cuarentona y luego cincuentona. Entonces dime, ¿será en ese momento que conocerás al chico con el que deseas casarte? Si no es que se te muere primero antes de que lo encuentres.

Enamorada del líder de la mafia [PARTE I & PARTE II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora