Capítulo 12

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—¿Aquí es donde querías traerme?

Asentí con cautela hacia Elliot. Desde que nos bajamos del auto me miraba con suspicacia. Sonreí.

Ya tenía un tiempo hablando con él. Me sentía bastante cómoda con su compañía y creía que era un chico genial. Él no conocía la razón por la que estábamos acá y me divertía ver su cara de confusión. Lo invité a seguirme con la mirada y él se puso en marcha.

—No es que tenga algo en contra de las citas extravagantes, pero creo que esta si es algo demasiado alocado para mí.

Elliot era un chico muy platicador. A diferencia de su apariencia seria y sofisticada era bastante abierto y natural, era gracioso y a menudo hacía comentarios o bromas, lo que me hacía sentirme relajada.

—Créeme que esto es algo que nunca antes has experimentado.

Tomé con fuerza la botella de vino que llevaba en la mano y me fijé en la vela que cargaba en la otra. En mi familia se acostumbraba a hacer una gran ceremonia al año para conmemorar a los miembros que ya no estaban con nosotros; pero más que nada era una fiesta muy elegante a la que asistían tanto allegados como los socios más importantes de mis abuelos. Sin embargo, ahora que había sido echada, solo quedaba yo para visitar la tumba de mis padres el día de su aniversario de muerte. Elliot no tenía que saber todo eso. En sí ya había hecho suficiente con solo acceder a acompañarme, él me daba el coraje para afrontar ciertas cosas.

Mientras avanzábamos por la bella arboleda que caracterizaba ese lugar, sentí mi teléfono vibrar de nuevo. Esa situación comenzaba en verdad a preocuparme. Las primeras veces que recibí aquella llamada, pensé que solo eran de alguien que se equivocó de número o que simplemente buscaban hacerme una broma. Pero con el paso del tiempo se volvió más extraño y retorcido. Me sentía incómoda cada vez que preguntaba quién era y lo único que me devolvía la respuesta era aquella respiración tan chocante. Ignoré por completo la llamada y seguí viendo hacia el frente, intentado que no se me notaran las náuseas.

Aquel cementerio era realmente hermoso. Contenía preciosos mausoleos que parecían sacados de una película. Hermosos jardines repletos de flores, pinos y árboles rodeaban cada una de las lápidas del recinto. Era uno de los pocos cementerios exclusivos que existían en la ciudad. Ahí cada familia prestigiosa tenía su propia sección, y mis padres no habían sido la excepción. Aun no comprendía como era que mi abuelo accedió a darles sepulturas en el terreno familiar, sin embargo no tuve ni la fuerza ni el poder para quejarme de eso. Entendía por completo que si me hubieran dejado a mi suerte, los habría tenido que meter en algún lugar horrible o en el peor de los casos, no hubiese podido darles el entierro que merecían.

Cuando llegamos al área destinada, Elliot leyó los nombres en las lápidas y se quedó helado.

—Vaya.

Resultaba tierno en muchos sentidos. Asentí sin decir nada. Tomé la manga de mi blusa para limpiar un poco del polvo que tenía la banca frente a mis padres y le indiqué a Elliot que se sentara a mi lado. Cuando lo hizo, saqué el sacacorchos y dije:

—Hoy vamos a tomarnos esta botella de vino aquí.

Al abrirla, la acerqué hacia donde descansaban los restos de mi papá y le dejé beber el primer sorbo.

—Los muertos primero. —murmuré.

Acto seguido, le di un poco a mi madre. Quien en vida no fue muy fan del alcohol pero estaba segura que se merecía aquel trago tanto como nosotros. Después, lo llevé a mi boca y dejé que ese sabor amargo tan adictivo recorriera mi garganta. Miré a Elliot a los ojos y le tendí la botella.

Enamorada del líder de la mafia [PARTE I & PARTE II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora