Capítulo 21

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—Por fin te encuentro.

Escuché esa voz que tanto conocía a mis espaldas.

Como el alcohol ya estaba haciendo efecto en mi sistema no podía estar de mejor humor. Y aunque noté la cara de molestia que Elliot tenía eso no me detuvo para echarle los brazos al cuello para que compartiera mi euforia conmigo.

—¿Qué fue lo que le dieron? —interrogó a Max y Noah, quienes estaban sentados a mi lado.

Ojos verdes se había tardado mucho más de lo que pensé en regresar, así que terminamos los tres bebiendo mientras conversábamos de la vida.

—No te enojes. —le susurré al oído fingiendo ser melosa. A veces yo también podía actuar de manera empalagosa. —Solamente me han hecho compañía. Han sido unos grandes amigos. Me la he pasado genial.

Su sonrisa tembló. Dando a conocer que estuvo a punto de perder la paciencia, pero luego de mí declaración se tranquilizó y me envolvió en un abrazo.

—No te preocupes, el que debió ser castigado ya lo fue. Creo que pasará mucho tiempo antes de que Cristóbal se atreva a hacer una cosa así sin mi permiso.

No me pasaron desapercibidas las miradas nerviosas que intercambiaron Max y Noah. Sin duda había gato encerrado.

—No creo que haya sido para tanto. —me atreví a decir.

—¿Cómo qué no? —ahora Elliot era el que actuaba ofendido.

—Es cierto que organizó una fiesta de improviso y que no debió hacerlo menos si no es tu casa, pero estás hablando de Cristóbal como si fueras su jefe y no su amigo.

Al parecer estar borracha me daba una valentía que no tenía normalmente. La boca de Max se abrió de incredulidad y Noah estaba pálido, los dos me veían como si estuviera cavando mi propia tumba. Lo que causó más revuelo dentro de mí.

—Tú no tienes idea de nada, Clare.

—Claro que la tengo. Sé bastante bien que el motivo principal de que te pusieras así es porque él haya decidido dar la fiesta el día que yo venía de visita. A ti no te molesta el hecho de que muchas personas estén acá invadiendo tu privacidad, sólo no querías que yo estuviera acá. Ese es todo tu pesar.

Elliot guardó silencio.

—El que calla otorga. —espeté mientras le entregaba con brusquedad la botella de tequila a Max.

Me levanté de una sin dar tiempo a nada. Sería todo más difícil si me quedaba.

—Nos vemos.

Elliot me tomó de la mano.

—¿A dónde vas?

—¿Cómo que a dónde? De regreso a mi casa. En un lugar en el que si soy requerida.

Miré su rostro de dolor y supe que di justo en una de sus partes sensibles. Genial, ahora me tenía lástima.

—No te vayas así. Sabes que lo que más disfruto es pasar tiempo contigo.

—Por supuesto que te gusta. Siempre y cuando no haya nadie más que nos vea. Nadie que pueda malinterpretarlo y pensar que tienes algo conmigo.

Empujé su brazo para que me dejara ir. No quería tener esa discusión enfrente de todos. Menos cuando sentía el escrutinio de los demás invitados.

—Noah. —pronuncié mirando al pobre chico que estaba a punto de tener un ataque de pánico.

—¿Puedo a-ayudarle en algo? —dijo poniéndose de pie. Me resultaba un poco tierno mirar sus grandes ojos posarse en mi con aquella expresión.

Enamorada del líder de la mafia [PARTE I & PARTE II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora